Capítulo 10

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Narrador Omnisciente

Los muchachos se encontraban agarrando todo lo necesario para sobrevivir un buen tiempo. Habían descubierto que en la cafetería habían dejado unas pizzas que se estaban horneando, revisaron y para suerte de ellos aún estaban buenas; un poco quemadas, pero algo es algo.

Estaban los nueve jóvenes sentados en una mesa almorzando, tenían la suerte de que en ese lugar, "Pricemart", podían encontrar de todo.

- Oe, deja la maquinita y come. Quién sabe dentro de cuánto vas a volver a comer, aprovecha. - Aiden le dijo a Samuel mientras mordía un pedazo de pizza.

Samuel se encontraba haciendo cosas con su computadora, había pasado así durante los últimos treinta minutos.

- Samuel, come. No podes estar así. Necesitas comer porque no vamos a pasar toda la vida aquí, la comida a nos va a ir pronto. - le reprochó Taylor.

- Taylor tiene razón. Deberías de comer. - mencionó Madison mientras se hacía una coleta.

Todos se quedaron viendo increíblemente confundidos hacia Madison, excepto Aiden, él estaba tranquilo comiéndose su pizza.

El comentario de Madison hizo que Samuel finalmente levante la vista de su computadora y la mire con una expresión divertido. - ¿No que me odiabas?

- Pero tampoco voy a dejar que te muras de hambre.

Samuel alzó una ceja y sonrió. - Entonces te importo, eh.

Esas palabras hicieron que Madison casi se atragante con el agua que bebía. - ¿Perdón? No, no, no. No te confundas. Una cosa es que no deje que te muras porque sos de los pocos hombres del grupo y otra cosa es que me importes como persona.

- Tus ojos te delatan~.

- Ugh. - Madison rodó los ojos y continuó comiéndose su pizza.

- ... ¿Soy yo o acaba de pasar algo entre éstos dos? - Taylor preguntó desconcertada.

- Yo no sé, yo sólo sé que tengo hambre y no estoy para mamadas. - Valeria contestó mientras cogía otra pizza.

- Oe, encontré esto. - Madeline caminaba hacia el comedor, traía nueve mochilas en mano. - Son más grandes y no están rotas, además, cada una tiene su cantinflora. Nos serán útiles. Tengan. - la rubia dio a cada uno una mochila, quedándose una. Luego se sentó a comer.

- Están nice. - Lizza mencionó mientras veía una.

- Meh, he visto mejores. Tengo que buscar balas. - Aiden dijo con la boca llena.

- Oe, dame.

- Mmhn, no. Vos tenés la tuya, Liz. Eh

De la nada, la tierra empezó a temblar sin piedad. Las enormes estanterías del lugar se caían una a una, las paredes se agrietaban y el piso empezaba a desmoronarse.

- ¡RÁPIDO, SALGAN! - Madeline gritó, pero era muy tarde. La salida estaba bloqueada por un pedazo de techo que causó el terremoto.

Los nueve jóvenes empezaron a desesperarse, moviéndose de un lado a otro. Todos intentando caminar para encontrar una salida. Finalmente, todo el lugar se desmoronó; separándolos a todos.

Lizza

Hice un esfuerzo por levantarme, no quería morir aquí. Miré por todos lados en busca de alguno de los chicos, pero nada. Al único que encontré fue a Aiden, quien estaba tumbado cerca de una de las estanterías que cayeron. Rápidamente me acerqué a él y lo ayudé a levantarse. - ¡Aiden! ¿Estás bien?

El rubio tosió y me miró. - S-Sí... Estoy bien. ¿Qué hay de vos? ¿Estás herida?

- No, por suerte. No sé dónde están los demás, al único que vi fue a vos.

- Sólo hay dos opciones, que estén muertos, o que el terremoto nos haya separado. Es muy difícil de decir, sólo se pueden ver las ruinas.

Suspiré, tenía miedo. ¿Qué hay de mi hermano? ¿O de Valeria o los demás? ¿Qué tal si no los vuelvo a ver? Si morimos aquí todos... ¿Pasamos tanto para nada?

- Oe, calmate. Vamos a salir de aquí. Si la estructura era tan delicada como para caerse toda en un terremoto, lo es suficiente como para dejar algún hueco sin cemento. Del todo. Esa va a ser nuestra salida. Los vamos a encontrar, te lo prometo. No son estúpidos como para quedarse tiesos en un terremoto, deben de andar por ahí.

- Tenés razón - dije agarrándo mi mochila, la cual estaba tirada no muy lejos de en donde yo estaba. - Los vamos a encontrar.

Valeria

Me encontraba con Taylor en alguna parte del lugar, estaba intentando quitarle a Taylor un pedazo de cemento del pie. Pobrecita, de seguro se lo quebró.

- Okay, dale. Voy a levantarlo, intenta sacar el pie. Uno, dos, tres. - Levanté el pedazo de cemento y elle quitó el pie a como pudo. Cuando vi que quitó el pie, aparté el cemento y le revisé su pie. - Taylor, se te va a hacer difícil caminar con ese pie así.

Taylor se limpió unas lágrimas y abrazó la mochila que Madeline le dio. - Tengo que intentar.

Madison

Tenía que haber un terremoto ahorita, y separarnos a los nueve. Para mi suerte, estaba con Samuel. Nótese el sarcasmo.

- ¿Cómo es que aún tenés el maletín de tu computadora?

- ¿Cómo es que no te lastimaste? - el idiota alzó una ceja.

- Más sucia y herida que vos estoy. ¿Por qué no te pudiste morir en el terremoto? - caminé hacia la dirección contraria suya, pero un brazo me jaló, haciendo que me cayera. - ¡¿Per qué...?!

Una estantería entera cayó en el lugar que estaba llendo. - ¿Lo ves? Yo sólo te cuido. - la irritante voz de Samuel sonó a mis espaldas.

- Sí, cuidarme, de seguro esperabas poder tirarme hacia adentro una vez que la estantería estuviera a punto de caer.

- ¿Por qué sos así conmigo?

- Porque no pienso llevarme bien con un asesino. - con eso dicho, me solté de su agarre y me levanté, disponiendome a buscar al resto.

- ¡Esperame!

Madeline

¿De todo por qué esto? ¡¿Acaso no era suficiente con que un montón de animales nos quieran comer?! Aparentemente no.

Caminaba con mi mochila que, por suerte, no perdí. Conforme caminaba, más podía escuchar los llantos o lamentos de alguien. Hasta que finalmente di con esa persona.

- P-Por favor... No me dejes sola... Te necesito... ¡No te vayas! - en frente mío estaba Mari sosteniendo al cuerpo de Jefry en sus brazos.

Me acerqué a ella y toqué delicadamente su brazo.- Mari...

La mencionada volteó a verme. - Madeline... É-Él... Murió para protegerme... - la voz de la castaña a penas era audible, y era razonable, ya que ella estaba temblando de una manera que no era ni medio normal.

- Ay Mari... - suspiré y la abracé. No iba a servir de nada ponerme a darle un discurso.

- Me dejó... A él y a mí...

- Nos dejó a todos, Mari..

- No. No lo entendes... - la de ojos marrones me miró con la cara llena de lágrimas. - ... E-Estoy embarazada de Jefry

















SURVIVEWhere stories live. Discover now