—No se preocupe, mi chofer me trae el desayuno. —miré a Adam con los ojos abiertos sabiendo que acaba de pisar una mina. Si había algo que a mi abuela no le gustaba era que rechazaran su comida.

—Déjame ver si lo entiendo. ¿Puedes pasarte la noche en mi casa, pero no puedes comer le desayuno que te ofrezco?

Adam se aclaró la garanta y estiró la corbata de su cuello.

—No es eso. No te malentiendas, es que no quiero que Katherine deje de comer lo que normalmente desayuna para dármelo a mí.

Mi abuela entrecerró los ojos.

—Aquí seremos pobres, pero no dejamos a nadie con la panza vacía.

Le puso el plato y el rodillo al lado.

—¿Cuál va a ser?

Adam trajo el plato hacia él sin dudarlo. Complacida. Mi abuela me guiñó un ojo divertido mientras Adam concentraba su atención al desayuno. Me besó en la frente antes de despedirse para irse a trabajar.

—Adiós.

Adam y yo respondimos a la vez.

—Por un momento creí que me golpearía con esa cosa.

—Solo se estaba divirtiendo. —reí mientras le daba un beso en la mejilla. —Ella sabe lo importante que eres para mí, no te hará nada. —me giré para verlo con una sonrisa juguetona. —Mi Diablo Italiano.

Se paró de su asiento y me arrinconó contra el mostrador.

—Repítelo.

—Mio.

—Si, tuyo. —susurró en mi boca.

El timbre de la casa sonó haciendo que nos separara no sin antes cerrar la distancia y besarle rápido. Mario me tendió una bolsa de Popeye's y una bolsa deportiva.

—Gracias. —dije. —No te quedes ahí entra.

—Gracias Katherine, pero esperaré en el auto.

Adam estaba parado detrás de mí.

—Solo nos quiere dar tiempo juntos. —me explicó. Mi vista se abrió como plato al fijarme en la calle de al frente como había SUV negras, estacionadas por todo el lugar.

—¿Esos autos son tuyos? — miré asombrada los hombres que recorrían el vecindario con pinganillos, ni que el presidente estuviera en el barrio.

—Y los hombres. ¿Te molestan?

Negué con la cabeza.

—Solo estoy impresionada. Por la custodia, pareces el presidente.

Lo llevé de nuevo a la cocina. Abrí la bolsa y la boca se me hizo agua.

—Pollo frito con mostaza y mayonesa. Y un potecito de salsa roja picante. —me mordí el labio y lo miré con ojos grandes.

—¿Cómo sabías que era mi favorito?

—No lo sabía, solo le pedí a Mario por un desayuno. —se encogió de hombros.

Había cuatro piezas grandes crocantes. Saqué los potes y los abrí. Al meter una pieza en la mostaza y la salsa picante para metérmelo en la boca, gemí sin poder contenerme.

—Dios, me pone como le haces el amor a la comida. —murmuró Adam mirándome con los ojos dilatando.

—Es que el pollo es mi carne preferida. —me sonrojé.

Tomé otra pieza y la embadurné de mayonesa con picante. Puse el pollo en la entrada de su boca y cuando mordió lo hizo de una manera lenta. Todo el tiempo con los ojos en los míos. Llevé mi dedo a mi boca para limpiar el aderezo y me lo detuvo a mitad de camino solo para llevárselo a su boca. El calor sobre mi dedo, más su lengua hizo que apretara las piernas y jadeara.

Marcada Por Un Mafioso©जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें