Miki

275 18 77
                                    

Chibi_Incineroar

Mi vida ha sido muy trágica, una de las peores experiencias que haya podido escuchar o conocer. Mamá y papá se conocieron cuando eran lobos jóvenes, se enamoraron y decidieron vivir juntos.

Vivían felices y todo iba bien hasta que yo nací. Antes vivían en un bosque vecino a unas aldeas, es por eso que con mi llegada mi padre pensó en mantenernos a salvo y la mejor manera de hacerlo era alejándonos de los humanos y demás seres.

Nos adentramos en lo más profundo del bosque donde no había civilización alguna, sólo animales coexistiendo en total paz y armonía. Una vez sintiéndonos en una zona segura buscamos un lugar donde pudiéramos hacer nuestro hogar, mis padres no tardaron en encontrar una pequeña cueva, con poca humedad y cálida en las mañanas gracias a los rayos del sol. Era el hogar perfecto.

Tenía alrededor de un año de nacida donde comencé a guardar recuerdos. El que tengo más presente es una bella y cálida mañana donde los tres salimos de la cueva totalmente descansados, mi madre me miraba corretear por los alrededores mientras mi padre veía todo alrededor.

—Parece ser un buen día y se nota que no lloverá.

Dijo mi padre mirando al cielo, mi madre me sostuvo del cuello siendo cuidadosa con sus dientes y me dejó al lado de mi padre, ella se sentó frente a él.

—Deberíamos conseguir comida ya que hace buen tiempo, no sabemos cuando comenzará a cambiar el clima y se nos dificultará más obtener alimentos.

Dijo ella mirándome con cariño, mi padre asintió leve.

—Por supuesto, pero ustedes deben quedarse aquí mientras voy a cazar. No quiero que nada malo les pase.

Dijo, mi madre rió con ternura.

—Siempre has sido muy sobreprotector cariño.

Comentó acercándose para acariciarse en el cuello de él.

—Te estaremos esperando aquí, sólo ten cuidado.

Le dijo ella, él sonrió asintiendo.

—Espérenme aquí.

Pidió despidiéndose de ambas con caricias.

No tengo muchos recuerdos de mi padre, mucho menos tan claros, pero tengo muy presente que él sólo quería lo mejor para nosotras y ese día fue el peor de todos.

Habían pasado alrededor de cuatro días y mi padre no volvía. Mi madre perdía las esperanzas cada día que pasaba y se notaba en su humor y en su rostro, yo no podía hacer nada más que estar con ella y asentir cuando me decía "Él regresará, no debemos preocuparnos".

Mamá solía salir a cazar dejándome oculta en la cueva, siempre intentando protegerme. Un día regresó sin comida y muy preocupada.

—Debemos dejar la cueva, no podemos seguir viviendo aquí.

Dijo, yo sólo la seguí intentando mantener su paso. Habían pasado cerca de dos años, ya era un lobo un poco mayor pero aún no tenía mis habilidades totalmente desarrolladas, por lo que no era tan ágil y rápida como ella.

Encontramos otra cueva más adentrada en el bosque, una zona donde ni siquiera habitaban más animales. Nunca me dijo de que huíamos pero me enseñó a cazar, a defenderme, a desarrollar mis habilidades.

Pasaron alrededor de otro par de años cuando una tarde cuando apenas comenzaba a caer el sol mi padre regresó. Mi madre y yo estabamos por entrar a la cueva cuando escuchamos el ruido de algo acercándose a gran velocidad, nos sorprendimos al igual que él cuando nos reencontramos, pero la sorpresa de él no era de emoción.

Pixeles SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora