Salvada

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NARRA SKELLEN

Me oculté en unos arbustos con Cooper pensando que estaba pasando algo malo pero cuando el pequeño apenas escuchó que buscaban a una tal Creppy salió a hablar con ellos, no sé que estuvieron conversando pero él comenzó a llorar y salió corriendo hacia la enfermería.

Todos los demás los siguieron, ya había demasiados, tantos que algunos debieron quedarse fuera de la enfermería. No parecía que esos endermans fueran a traer problemas pero de momento había demasiado movimiento así que decidí que me alejaría un poco a seguir caminando, además, se me estaban entumeciendo las piernas.

Caminé por detrás de la aldea para no llamar la atención, ya había demasiado drama como para que apareciera alguien a darme un discurso de no andar sola, no caminar, descansar o algo así.

Se sentía tanta tranquilidad que caminaba mirando las estrellas olvidándome del dolor que aún sentía en la pierna, dejando los problemas de lado y los malos pensamientos. Caminaba sin mirar por donde iba, sin ver que tanto me había alejado de la aldea, sólo me detuve cuando comencé a escuchar murmullos.

Miré a todos lados, ni siquiera podía ver la aldea pero estaba segura que había caminado en línea recta. Di media vuelta para regresar cuando los murmullos se volvieron a escuchar pero aunque intentaba ponerles atención no sabía que decían.

Unos arbustos se movieron cerca, di un par de pasos para acercarme a averiguar qué era pero antes de lograr mi cometido alguien me tomó por el cabello dándome un jalón que me tiró boca arriba sobre el suelo.

—¿No te parece que estás muy sola? Nunca sabes con qué peligros te puedes encontrar, o con quién...

Dijo una chica humana de cabellos rubios y ojos verdes. Parecía querer amenazarme con la mirada pero más que nada se veía el temor en sus ojos, quizá por no llevar ningún arma aunque yo tampoco llevaba mi arco.

—¿Y no te parece que tu también estás muy sola?

Pregunté intentando levantarme.

—Ah, déjame ayudarte.

Dijo tomándome del cabello y levantándome a la fuerza.

—Y no te preocupes, tú eres la que debería temer, no yo.

Me respondió al oído antes de arrastrarme hasta una gran roca donde me lanzó lastimándome la espalda. Como lo había predicho ella no llevaba armas, arrancó una gran rama de un árbol cercano y me miró.

El golpe me había sacado el aliento además de dejarme adolorida, no había mucho que pudiera hacer.

—Quiero que sepas que no es personal, pero no puedo dejarte vivir. Lo siento, pero la vida es muy cruel, aun con quien no lo merece.

Dijo acercándose lentamente hacia mí mientras arrancaba las pequeñas ramas, hojas y astillas de su rama recién arrancada.

—No entiendo, no te he hecho nada, puedes ver que no podría hacerte daño aunque quisiera.

Dije, ella asintió con la cabeza con una sonrisa un tanto triste.

—Lo sé, pero créeme, eres tú o yo.

Dijo preparándose para dar el golpe. Iba tan decidida que de un golpe en la cabeza me dejaría sin vida, cerré los ojos con el consuelo de que al menos no sufriría.

Escuché como aguantaba la respiración, era el momento, me sentí muy mal por dejar a los demás solos en la lucha contra esa cosa, iban a pensar que había huido por ser cobarde.

—¡AH! ¡Quítate de encima!

Escuché que gritaba la chica rubia, abrí los ojos para enterarme de que pasaba.

Una chica de cabellos negros con una larga cola peluda y orejas sobre la cabeza estaba sobre ella forcejeando por quitarle la rama. Era como Daichi, pero era imposible, sé que había escuchado que él era el único de su especie.

—No está bien abusar de los más débiles.

Dijo quitándole la rama y lanzándola lejos. Levantó la cabeza para olfatear aún sobre la chica.

—Mucho menos hacer el trabajo sucio de los demás. Si te vuelvo a ver aquí te arrancaré la carótida.

Dijo quitándose de encima a la vez que le enseñaba sus grandes colmillos. La chica se levantó y salió corriendo perdiéndose entre el bosque.

Miré a la otra chica, la que era como Daichi. Si había podido contra la rubia no iba a dudar de arrancarme la cabeza.

—Parece que alguien anda tras tu cabeza, deberías tener más cuidado si andas sola o desprotegida.

Dijo sonriéndome amistosa. No pude evitar notar que llevaba un parche cubriendo uno de sus ojos, aquello me hizo preguntarme con quién estaba tratando.

—Mi nombre es Miki. Seguro que vienes de la aldea cercana, parece que están preparando la cena. Estofado de res.

Dijo olfateando el aire, me ofreció su mano para levantarme, la acepté dudando un poco.

—¿Qué eres?

Pregunté, ella sonrió.

—Una chica lobo, o algo así. No te preocupes, te ayudaré a regresar a tu hogar y nadie sabrá de mí, no tienes que dar explicaciones.

Dijo, asentí con la cabeza dudando aún un poco. Ella tomó la delantera, acariciaba los troncos de los árboles cuando pasaba al lado de ellos y parecía que todo lo percibía con su gran olfato.

De repente se detuvo, miró al cielo con preocupación.

—Quizá debamos parar, comenzará una tormenta. Podemos refugiarnos en esa cueva.

Dijo señalando una gran roca mohosa. Se acercó y abrió una cortina de enredaderas dejando ver que en realidad se trataba de una cueva.

—Me estarán esperando en la aldea.

Dije pensando que podía ser una trampa, solas en la cueva ella podría devorarme y nadie se enteraría.

—Seguro, pero con la tormenta que se avecina hasta ellos deben refugiarse.

Dijo entrando, vi al cielo, de la nada comenzó a llenarse de grandes nubes negras. La seguí al interior de la cueva.

Ella ya estaba recostada apoyando la cabeza en sus brazos y moviendo la cola con tranquilidad. Me senté del otro lado de la cueva mirándola con curiosidad y recordando lo sucedido.

—¿A qué te refería con "hacer el trabajo sucio de los demás"?

Pregunté, ella se encogió de hombros sin mirarme.

—Sólo lo dije por decir. Pero estoy segura que no iba sola, había alguien más oculto entre los árboles.

Respondió, pensé que seguro más humanos que quizá pensaban atacar si yo intentaba lastimar a la chica. Aunque también recordé que ella dijo"eres tú o yo", aunque quizá se refería sólo a supervivencia.

Gracias a las ramas no se podía ver hacia afuera de la cueva, pero se escuchaba que caía mucha agua. Esperaba que los demás estuvieran bien, aunque seguro sólo Marcus había notado mi ausencia y al tener tantas cosas que hacer sólo esperaría que apareciera.

Comencé a jugar con el collar que me había dado, sabía que trabajar el diamante era demasiado difícil y hacer una forma de corazón seguro lo sería más, pero nada era mucho para sus cursilerias.

Él quería decirle a todos que finalmente estábamos juntos pero tuve que amenazarlo, sabía que sólo le causaría problemas, Cuppa y Mindy probablemente se alejarían de él y los demás lo juzgarían. Por su bien era mejor mantenerlo en secreto, yo sabía lo terrible que es ser señalado, discriminado, no creo que él sea capaz de soportarlo, menos de sus amigos.

Miki se quedó dormida y la tormenta no pasaba, decidí descansar un poco, además, aquel encuentro me había dejado agotada. 

Pixeles SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora