Mejores Amigos

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NARRA CINDY

Hoy me desperté un poco más tarde de lo acostumbrado, estaba cansada. Cansada de todo; la situación, mis "amigos" creciendo y creyéndose expertos en consejos, los problemas que se iban acumulando y que todo parecía ir de mal en peor. Sólo quería estar sola, deseaba que todo estuviera en silencio, que todo fuera calma.

Ya no había nadie en la habitación cuando desperté, ya había pasado hace mucho la hora de comer y seguro cada uno andaba en sus actividades organizadas por Cinthya y el narizón calvo. Desganada me escurrí por un costado de la cama llevándome la cobija envuelta sobre mis hombros y caminé hacia la salida.

Afuera casi no había nadie, pero por lo mismo pude escuchar las voces de alguien como dando órdenes. Caminé en dirección a la voz saliendo de la aldea, a varios metros en un claro estaban algunos aprendiendo a usar la espada dirigidos por Stevens, otros aprendían el uso del arco enseñados por Skeleton, Skellen y Zarah. El enderman del lobo parecía estar entrenando o algo así a Daichi, Dark y otra chica como Daichi aunque más bien parecía que estaban jugando.

Me subí al árbol más alto que encontré y aún envuelta en la cobija me senté sobre una rama a observar a todos, sentía como si el frío estuviera dentro de mi cuerpo, en mi huesos. Sólo estando desde lo más alto pude ver entre la multitud a Ender y su padre, pensé que estaban discutiendo por la actitud de ambos pero observando más noté que parecía que el padre daba una lección.

Un padre dando una lección al hijo transmitiendo sus conocimientos, amigos apoyándose y enseñándose con paciencia e incluso con diversión. Me sentía fuera de lugar más que nunca, me sentía excluida, inútil, desechada, evitada.

¿Por qué Skeleton y Zarah no me habían enseñado a usar el arco? ¿Por qué Ender me hizo creer que odiaba a su padre? ¿Por qué nadie se había dado cuenta de lo mal que me sentía? ¿De lo sola que estaba?

Los observé desde mi sitio hasta que el sol quería comenzar a salir, la mayoría fue hacia las construcciones de descanso y otros sólo se sentaron en el pasto a descansar quizá para continuar entrenando después, estos últimos son los que no tienen debilidad a los rayos solares.

Todos pasaron al lado del árbol dónde me encontraba, nadie se percató de mi presencia. ¿Si desaparezco un día alguien lo notaría? Ni siquiera mi hermana se preocupa por mí últimamente.

Sólo quedaban los endermans y los lobos en el campo de pasto hasta que el padre de Ender le dijo algo y comenzó a caminar hacia la aldea. Lo seguí con la vista hasta que las demás copas de los árboles me impidieron seguirlo, sólo entonces noté que en algún momento Ender se había sentado a mi lado.

—¿Qué rayos te sucede? ¿Acaso está nevando?

Preguntó burlándose, me acurruqué en mi cobija.

—Baja, es mi rama. Además, eres muy pesado, vas a romperla.

Respondí, él negó con la cabeza aún con su expresión divertida.

—Cooper me preguntó el otro día por ti, dice que no te ha visto. ¿Tienes alergia a la enfermería?

Preguntó, no respondí, creí que así se iría. Odiaba que todos se estuvieran volviendo tan unidos olvidándose de mí.

—¿Qué sucede? ¿Juntarte con esos huesudos amargados te ha contagiado la apatía? Incluso creo que luces más pálida.

Preguntó cómo en broma pero viéndome con más atención.

—No me junto con nadie, todos son unos tontos.

Respondí, él enarcó una ceja sin creer mis palabras.

Pixeles SobrevivientesWhere stories live. Discover now