Encarcelada y Abandonada

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NARRA CHARLOTTE

Desperté con un fuerte dolor de cabeza, estaba recostada sobre el suelo el cual estaba sucio de algún líquido negro rojizo. Me senté en el suelo viendo mi vestido desgarrado y embarrado de ese mismo líquido, iba a llorar pero me contuve al ver que estaba encerrada en una clase de prisión.

Me levanté pero enseguida volví a caer al suelo debido a un fuerte mareo que me dio, al tocar mi cabeza me di cuenta que estaba pegajosa y dolía. La examiné con las yemas de mis dedos descubriendo que tenía una parte abierta cerca de mi oído izquierdo, todo ese líquido en el suelo y en mí era mi sangre.

Asustada y sin poder recordar nada de lo que había pasado comencé a lanzar bolas de fuego a las paredes y rejas que me encarcelaban pero no les hacía daño alguno.

Al verme débil, capturada, sola y perdida me puse a llorar. ¿Dónde estaban mis amigos? ¿Estaban bien? ¿Acaso era mi culpa si algo les había pasado? Quizá había una maldición que me seguía, una maldición que afectaba a las personas que más quería.

Pasé un par de horas llorando antes de volverme a levantar, tenía que salir de aquí, tenía que ver si podía salvar a mis amigos.

Volví a lanzar bolas de fuego pero esta vez hacia el techo y el suelo, nada pasaba. No llevaba nada conmigo que pudiera utilizar para romper aquellas paredes así que me di a la tarea de revisar cada uno de los barrotes de las rejas esperando que alguno estuviera flojo y que pudiera salir por ahí.

Después de un buen rato terminé sin encontrar ningún indicio que me dijera que podía escapar. Me sentí triste, ¿cómo iba a salvar a mis amigos si no podía salvarme yo misma?

Cuando estuve más tranquila intenté recordar lo sucedido ignorando el dolor de cabeza que me atacaba cada que forzaba a mi cerebro.

Tenía tiempo que pasaba más tiempo en el Nether que en la mansión que Ender me había hecho, el motivo era que había notado cosas extrañas como construcciones que no había antes o flechas abandonadas en el suelo. También noté que los pigman, esos guerreros que cuidan el sitio de los intrusos, estaban más alerta, pero ninguno sabía decirme porque.

A mi mente vinieron imágenes aleatorias de los hechos sucedidos después; cinco arqueros de risas malévolas disparando hacia mí mientras volaba, cadáveres de Wither Skeletons tirados por doquier, yo peleando cuerpo a cuerpo con uno de los arqueros, miles de Pigmans siendo asesinados intentando defenderme, luego nada.

No entiendo cómo fue que terminé aquí, encerrada y sola, si éramos tantos contra sólo esos cinco. Además, no podía creer que alguien fuera tan malo. ¿Quiénes eran? ¿Qué querían? ¿Dónde están ahora?

Miles de preguntas y preocupaciones rondaban mi cabeza ocasionando que sólo aumentara el dolor. Iba a sentarme en un rincón a esperar mi final cuando escuché unas voces cerca.

—Por aquí, estoy segura que escuché algo. Eran como lamentos, sollozos.

Dijo una chica de voz suave, me levanté y me acerqué con cuidado hacia los barrotes para poder ver que sucedía afuera, vi a una chica pigman junto a un chico blaze quien parecía mirarla molesto, quizá no era buena idea pedir ayuda a ellos.

—Bertha, sabes que este lugar ha estado abandonado desde hace mucho, nadie viene por aquí. No sería la primera vez que me haces perder el tiempo buscando en lugares donde no hay nadie.

La regañó el chico blaze, la chica pigman bajó la cabeza apenada.

—Una de esas veces sí había alguien que necesitaba ayuda.

Dijo la chica caminando hacia donde yo estaba, como si algo le dijera que yo estaba ahí.

—Sí, y las demás veces no había nada. Regresaré con los demás, necesitan más mi ayuda que tú aquí.

Respondió el chico dando media vuelta. ¿Había más seres cerca? Curiosa me levanté un poco más para ver si había alguien más con ellos pero olvidé que la chica había caminado hacia donde yo estaba.

—¡Ahí! Vi a alguien, no estoy mintiendo Blake, ahí hay alguien que necesita ayuda.

Dijo acercándose a donde yo estaba, me escondí sin saber qué hacer cuando la chica pigman se asomó a mi celda.

—Hola, no tengas miedo, estamos aquí para ayudarte. Soy Bertha y él es mi amigo Blake, no te haremos daño.

Dijo sonando amable, pero algo dentro de mí se debatía si responder o no.

—Bertha, deja de perder el tiempo, ahí no hay nadie.

Insistió el chico, Blake como ella lo había nombrado. Ella negó con la cabeza.

—Entonces demuéstralo, entra ahí.

Respondió ella, escuché como se acercaba. Escuché el sonido que suelen hacer cuando van a atacar, cuando se rodean de aquellas cosas que les sirven de escudo. Comenzó a disparar fuego hacia la pared de la celda, pero nada pasó, además yo tenía entendido que los de su especie no eran tan poderosos como yo.

—Parece tener una clase de escudo, algo que lo hace indestructible.

Comentó él volviendo a ocultar su escudo.

—Entonces hay alguien adentro, alguien víctima de algún ser malvado.

Dijo la chica quien parecía estar celebrando, quizá no eran buenos como querían aparentar. ¿Por qué celebrarían que alguien estaba en peligro?

—Quizá tengas razón, vayamos por Kellet, él sabrá qué hacer.

Dijo Blake, comencé a escuchar cómo sus pasos se alejaban. Lejos de sentirme a salvo me sentí abandonada, jamás saldría de aquí. Comencé a llorar en silencio abrazándome a mi misma, despidiéndome mentalmente de mis amigos, finalmente me reuniría con mi familia.

Llegué a un sitio tranquilo, no había sonido alguno y me costaba ver por la claridad. Vi mi vestido, de nuevo era blanco y no estaba desgarrado, comencé a caminar sin saber a dónde me dirigía hasta que escuché murmullos, quizá era mi familia.

Corrí hacía la voz, pero todo comenzaba a volverse oscuro, se escuchaba el sonido de llamas cerca y los murmullos estaban lejos de ser amistosos. Me detuve y puse atención intentando entender qué decían.

—Está muerta.

—No.

—Está muerta.

Las palabras cesaron, ahora sólo había sollozos. De nuevo me sentía cansada, adolorida, sucia.

Desperté de nuevo en aquella celda abrazando mis piernas, los sollozos eran más fuertes. Levanté la mirada encontrándome con el par de chicos de primero y un Wither Skeleton, la chica estaba hincada en el suelo llorando y los chicos la miraban sin saber qué decir. Como pude reuní las fuerzas suficientes para levantarme y ponerme en posición de ataque por si no eran de fiar.

—¿Quienes son ustedes?

Pregunté, ambos chicos se pararon frente a la chica para cubrirla, uno amenazándome con su espada y el otro con su escudo alrededor de él. Sabía que estaba débil, pero al menos ya tenía una manera de poder salir así que no cedería ahora si debía luchar.

Pixeles SobrevivientesWhere stories live. Discover now