"Promételo"

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La quimioterapia siempre deja agotada a Amanda, sin energía suficiente para mantenerse despierta, le provoca nauseas en la mayoría de las ocasiones. Por la mañana tuvieron que aplicar el tratamiento de urgencia pues sufrió otra de sus recaídas.

En estos momentos estamos en su habitación del hospital. Ella se encuentra descansando mientras yo estoy sentado en la silla junto a la cama leyendo un libro. La habitación está en completo silencio.

Con el paso de los meses, Amanda ha ganado cicatrices en diferentes partes del cuerpo, en sus manos, sus brazos, algunos hematomas se hacen presentes con mayor frecuencia cada día. Oscuras y profundas ojeras se encuentran contorneando sus ojos esmeralda. Sus labios, aquellos labios que beso sin dejar que pase un sólo día, esos labios ahora están secos, pálidos. Su cuerpo cada vez luce más delgado, su cabeza sigue igual de calva, libre de toda fibra de cabello.

A pesar de todo aquello, Amanda sigue siendo el ser humano más hermoso de todo el planeta. La sigo amando y nunca dejaré de hacerlo. Primero me muero antes que dejar de amarla, y aún así, la seguiré amando en mis otras vidas.

—Alexander... —la voz débil y ronca de Amanda hace que alce mi cabeza y la mire. Ella sigue recostado de lado en la cama dándome la espalda. Dejo el libro que había estado leyendo, me acerco a la cama y me siento con cuidado.

—¿Qué pasa amor?

—Ven aquí, recuéstate conmigo, a mi lado.

Con sumo cuidado me recosté a su lado para no lastimarla, pues sé muy bien que está bastante débil en estos momentos. Le pasé un brazo alrededor de su cintura con delicadeza y pegué mi pecho a su espalda. Escuché un leve suspiro de su parte y besé su cuello delicadamente.

Nos quedamos en esa posición unos minutos, en un silencio bastante cómodo y tranquilizador. Creí que se había quedado dormida pero luego escuché su voz en un tono más normal que hace un rato, pero igual de ronca y cansada.

—Gracias por seguir aquí, Alexander. Gracias por seguir amándome.

Me quedé quieto un rato, mi respiración se fue entrecortando poco a poco al saber a qué quería llegar Amanda.

—Amanda...no hagas esto...yo...

—Por favor —me interrumpió soltando un pequeño sollozo—. Dejame hacer esto Alec.

Guardé silencio y al ver que no lo detendría, continuó.

—Gracias por haberte quedado, por haber luchado a mi lado, por brindarme esta inmensa felicidad. Cualquier otra persona habría tirado la toalla conmigo, pero tú no eres cualquiera, tú eres mi ángel. Siempre logrando que pase los mejores momentos de felicidad a tu lado y el de mi familia. Tenemos una hermosa familia, una hermosa vida, gracias a ti mi vida no ha sido una agonía. Te amo como no tienes idea. Mi mayor anhelo es estar con mi familia pero... —comenzó a sollozar fuertemente y estiró su mano para tomar la mía, entrelazó nuestros dedos y llevo nuestras manos hacia su pecho—. Creo que los dos sabemos muy bien lo que pasará. No importa si ocurre hoy o mañana, puede que esté aquí un par de años más, pero en algún momento mi cuerpo ya no resistirá más.

—Amanda, sabes que debemos mantener la esperanza. Ya verás que un día de estos, la doctora Clare nos llamará y dirá que encontró al donador. Todo estará bien, amor.

—Yo sé que sí, Alexander. Pero no quiero irme sin antes decirte todo esto. Sólo quiero darte las gracias por amarme. A pesar de todo, a pesar de cómo luzco con todo el tema del cáncer, a pesar de que cada día muere una parte de mí, tú sigues aquí.

—¿Cómo no amarte? La tú de ahora es la mismo tú de la que estaba enamorado ayer. La mismo tú de la que estaré enamorado mañana. No me importaría si tienes una sola pierna, si estuvieras ciega o sorda, no me importaría nada de eso. Me enamoré de tu alma, no de tu físico.

Amanda giró su rostro un poco hacia el mío con un poco de dificultad. Sus ojos esmeralda me observaron un buen rato antes de guiar su mano -pálida y llena de pequeñas cicatrices- hacia mi rostro y acariciar mi mejilla en un roce leve y suave.

—Prométeme que nunca me olvidarás, que Amelia nunca me olvidará. Yo sé que será difícil, los años y las circunstancias pueden llevarnos por diferentes rumbos y pueden encaminarnos al de alguien más. Promete que al menos intentarás seguir adelante. Nunca dejes sola a Amelia, hazlo por mí. Sigue adelante por ella.

—Te prometo que seguiremos adelante. Los tres, Amanda. Lo lograremos. Te lo aseguro.

Y a pesar de todo, nunca sabemos lo que pasará el día de mañana.

Nunca sabemos cuándo será la última vez en que puedas apreciar la belleza en los ojos de la persona a la que más amas.

Sigamos... 😓🍃 Ya casi es el final... 😰❤

Un 17 de Julio Where stories live. Discover now