—¿Emocionada? —Bruno preguntó Estaba dándole la espalda, parado frente a las puertas grises, mientras la veía a través de los espejos de sus costados. Emma se encontraba mirando el suelo, agarrando con sus manos las correas de su pequeña mochila—. ¿Dormiste tarde anoche?

—Sí —contestó al suelo.

—Podemos comer juntos después de la cita —sugirió.

—Tal vez —cruzó sus brazos, ahora miró hacia el tablero.

Atravesando el vestíbulo. Bruno avisó:

—Tengo que pedir un auto.

—No. Le mandé un mensaje a Howie hace rato.

—De acuerdo —sonrió, guardando su teléfono.

Howie ya andaba esperándolos frente a la torre en una camioneta Porsche blanca. Bruno le abrió la puerta a Emma, queriendo demostrarle su atención, pero ella estaba en otro mundo. Subieron, y Howie condujo.

—Necesitamos salir por algo más que la cita con una diseñadora. —Bruno habló con su magnífica sonrisa permanente—. ¿Qué te parece salir mañana a cenar? Me ofende un poco que hayas salido a cenar con un sujeto que acabas de conocer, pero que no tengas tiempo para tu queridísimo amigo Bruno.

En el interín que quedaron a solas, Bruno le preguntó a Gillou qué clase de relación mantenía con Emma.

—No sé, Bruno. Mis amigos llegan esta noche. —Emma sacó su celular de su mochila, tenía mensajes de Colin que no verificó hace rato. Le escribió a las nueve de la mañana, adjuntó una foto de su desayuno, con su familia, también se quejó del sueño que tenía. ¿Cómo no? Durmió apenas dos horas. No tenía remedio.

—¿Cuándo dejamos de ser amigos? —Bruno la miró, su sonrisa se borró para enseñar lo dolido que estaba.

Emma alzó su índice antes de contestar una llamada.

—No puedo hablar ahora —susurró, tapando su boca con la otra mano.

—¿Estás con alguien? —Colin preguntó al otro lado de la línea.

Bruno pudo oírlo. Alzó sus cejas al mismo tiempo, irguiéndose para mirar al frente.

—Camino a la cita con la diseñadora. Te llamo después —susurró con el mismo tono.

—De acuerdo. Te amo, mi nena.

—Yo a ti. Mucho —miró de reojo hacia su acompañante.

—Adiós —finalizó.

Ella pudo sentir la sonrisa de Colin acariciándole el lóbulo.

Colgó la llamada, pero no soltó su teléfono. La distracción perfecta para no caer en conversación con Bruno, además, tenía un montón de mensajes del entusiasmado Eugene, eso la puso más o menos feliz; también tenía mensajes de Gillou, quien anoche se había ido del ático sin despedirse. Emma se disculpó por dejarlo.

Bruno se quedó callado el resto del camino. Un fenómeno increíble.

Pero en el estudio de la diseñadora, todo empeoró para Emma.

Tuvo un ataque de ansiedad en silencio, nadie se percató de cuánto le costaba respirar mientras esperaban sentados, ni siquiera Bruno que estaba a su lado. Una asistente pidió que la siguieran, sin embargo, en la marcha, Emma paró antes de llegar a la tarima, con tres espejos gigantes alrededor, giró para ver a Bruno.

—Tienes que esperar allá —señaló hacia el sofá, lejos de ahí.

Bruno retrocedió sin decir algo.

El Novio De Emma© #2Where stories live. Discover now