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III. See you again?

Diciembre 2018

—Gran trabajo, Jones.—El comandante de policía de la ciudad felicitó a la chica.

—No me dé el crédito solo a mi, Ortiz también estuvo ahí.—Recalcó la chica señalando a su compañero. El comandante miró al otro hombre de la manera en que un rey miraría a un sucio y andrajoso pordiosero. Odiaba esa mirada porque le recordaba a como sus compañeros de división la miraban a ella.

Odiaba sobre todo el hecho de que algunos oficiales de alto rango se sintieran con el derecho de humillar a otros que apenas empezaban o que estaba en el menor de los escalafones.

—Como usted diga, Teniente Jones.—El comandante giró sobre sus talones y salió del lugar.

—Es un engreído.—Soltó ella apenas se fue.

—Teniente Jones, un día te meteras en problemas por ese tipo de comentarios.—El oficial Ortiz se puso frente a la chica y le sonrió.—Gracias.

—No me agradezcas, sabes muy bien que odio el trato que te dan. Es cierto que hay un nivel jerárquico, pero eso no te da derecho a ser una mierda de persona.—Le aseguro ella, quien irónicamente recordó que ella misma había sido una desgraciada con sus compañeros coreanos de universidad. Sacudió su cabeza intentando alejar el pasado de su mente.

—Abril Jones… así ha funcionado siempre.—El joven hombre cruzó los brazos y se recostó en la pared.

—No porque algo funcione, quiere decir que es lo correcto.—La chica también se cruzó de brazos y le sonrió.—Cambiando un poco de tema, espero que ese tipo nunca salga de la cárcel.—Dijo refiriéndose a un hombre el cual había sido encontrado abusando de una mujer.

—Le pides demasiado a la justicia.—Ambos rieron, porque la justicia es su país era un chiste.—Ya casi acaba nuestro turno ¿Que tal si vamos por unas cervezas?

—No, tengo cosas que hacer.—Abril miró a su compañero, quien la invitaba por décima vez en la semana a salir.

—¿Tienes una cita? —Preguntó curioso, pensando que su jefa quizás le gustaban las chicas y por eso siempre rechazaba sus invitaciones a salir.

—No soy mujer de citas.—La chica se dió la vuelta para ir hacia su escritorio.—Hoy seré voluntaria en el hogar de ancianos.

Abril pensó en Yeong-Gi alias chico raro y se preguntó si las compras en el mercado contaban cómo citas.

—Será de noche para cuando nuestro turno acabe, eso no tiene mucho sentido.—Dijo Brian Ortiz, sacándole de sus divagaciones.

—Muchas personas tienen dificultades para dormir, los ancianos por ejemplo.—Le contestó mientras ingresaba a su usuario en el ordenador.—Cuando no pueden dormir, hablamos hasta que ellos se quedan dormidos otra vez.

—No sabia eso.

—Bueno… ahora lo sabes.—Dijo sin despegar la mirada de la pantalla del ordenador. Hace un año que se encontraba en su país, se había ganado el respeto del grupo del cual era su líder. Aunque en un inicio nadie quería recibir órdenes de una mujer y mucho menos de una mujer tan joven. Fue difícil, pero ahora no sólo eran un grupo de policías sino una familia que trabajaba en equipo. Ahora tenían una reputación, y una muy buena. Todos eran rudos, pero sobre todo amables con las personas por lo cual se habían ganado el cariño de su sector.

—Tenemos un caso.—Uno de sus compañeros entró en la Oficina. Abril y Ortiz salieron rápidamente de ahí, siguiendo al hombre.

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