•Verdades • Capitulo 18

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Una cueva que escondida entre un paraje salvaje era el lugar predilecto para los furtivos amantes que con caricias apresuradas querían saciar su ansia mutua.

La vida los había condenado en su propia naturaleza, una pareja forjada por los dioses pero rechazada por la sociedad, durante años este había sido su pan de cada día y lo sería por un futuro indeterminado, ambos pese a sus sentimientos eran capaces de posponer el ansia mutua de finalmente revelar su amor por su ambición.

Aún debían fingir que eran los epitomes de lo que su raza esperaba de ellos y no el ejemplo de disfuncionalidad.

La rústica cama soportaba los embistes que el mayor de ambos hombres hombres daba al cuerpo bajo suyo, sentía su lobo salir a la superficie ante la imagen de su pareja perdido en la bruma de placer que sólo él podía darle, tenía que tomar respiraciones profundas para así acallar la demanda que su lobo hacia por una reclamación, si bien su parte racional sabía que aún no era el momento, su lobo había llegado a su punto de quiebre ante ello.

Con brusquedad coloco a su pareja sobre sus manos y rodillas y aumento la velocidad de las embestidas, sabía que aunque quisiera no podría alargar aún más aquel encuentro, habían pasado un largo periodo sin estar juntos y su cuerpo ardía por su liberación, pese a ser el más fuerte de ambos y conociendo las pautas que habían establecido en favor de su mentira se le hacía impensable el saciar sus deseos con otra persona que no fuese su pareja, aunque le costase aceptarlo le dolía saber que el contrario no podía seguir una patrón de monogamia como él porque eso podría desbaratar lo que ambos habían construido por años.

Con un último y certero golpe a la próstata contraria se corrió con fuerza y el olor del semen de su pareja sólo lo hizo sentir el orgasmo con mayor intensidad, se derrumbó sobre el cuerpo ajeno, calmando con besos de mariposa las ansias de hundir sus caninos en el blanquecino cuello.

Una vez que sintió su corazón y respiración normalizarse, se tomó unos momentos en admirar a su pareja quien aún parecía estar en un estado post-orgasmico, la fina capa de sudor que cubría su cuerpo, los labios hinchados por los besos compartidos, y el olor de la pasión compartida que se aferraba a su piel, ligada a la belleza natural que poseía su compañero le robaron el aliento, a veces y sólo en esos meros instantes se sentía bendecido por su compañero, aunque el sentimiento era efímero cuando recordaba la situación en la que ambos se encontraban.

El rubio quien se encontraba aferrado a su brazos dejó escapar una carcajada ligera que hizo su corazón latir rápidamente, amaba aquel sonido más de lo debido.

—Te extrañe, —Dijo mientras acariciaba su rostro con parsimonia, inclinadose para depositar un casto beso en su frente.

—Me di cuenta cuando saltaste sobre mis brazos antes de darme tiempo de decir "Hola" —Sonrió mientras colocaba la nariz en el cuello del rubio llenándose del fuerte olor de su pareja, aquello le debía alcanzar hasta su próximo encuentro.

—Debería disculparme por la manera en que me comporte pero extrañaba mucho tenerte en mi interior como para pensar racionalmente.

—El sentimiento es mutuo — Había un leve rastro de tensión en su voz que trato en vano de refrenar, pero le fue imposible, sabía que su paciencia estaba llegando a su límite y no sabía hasta cuando podría seguir combatiendo su lado territorial que le exigía marcar y reclamar finalmente a su pareja.

Las cejas del rubio se arquearon cuando se levantó para vestirse, podía deducir por la mirada que estaba recibiendo que su pareja sabía perfectamente sus sentimientos pese a que nunca los había compartido abiertamente.

A veces el lazo entre ambos le jugaba en contra en este tipo de situaciones.

—Sabes que yo también odio esto, pero es necesario. Pronto podremos estar juntos sin tener que escondernos.

El omega perfecto #1 |Namjin|Where stories live. Discover now