Epílogo.

733 51 82
                                    

Kai estaba nervioso. Muy nervioso a decir verdad.

Suspiro una, dos, tres, cuatro… cinco veces tratando de así tranquilizarse, pero no lo lograba.

— ¿Ya estás listo? —Alice entró al despacho de su padre, donde Kai estaba esperando a que iniciará la ceremonia.

—Si… no, bueno si. —Kai miró a Alice y suspiro. —… ¿Y si…? ¿Y si se arrepiente?

Alice suspiró.
—No lo hará —le aseguró la rubia.

— ¡Pero…!

—No lo hará —volvió a decir Alice—, ya que si lo hace y trata de escapar… mis hombres lo detendrán antes de que si quiera ponga un pie fuera de esta casa y no me importa estar detrás de él hasta que diga “acepto”.

Kai río nerviosamente.

—Tú… —Kai suspiró. Aunque fuera un poco, se había calmado tras las palabras de su hermana. —Gracias —agradeció sincero.

—De nada —dijo Alice acercándose a Kai. Miró su morada corbata que estaba mal colocada y la arregló… o esa era su intención. —Estúpida corbata —susurro al ver que no le quedaba bien.

—La estúpida eres tú —insulto Kai.

— ¡Cállate! —le gritó Alice molesta. Al ver que no quedaba como quería, dejó la corbata en paz y se alejó de su hermano. —Como sea…

— ¿Ya están listos? —cuestiono Kyoya entrando a su despacho.

— ¿Qué acaso todos vienen a preguntar eso o qué? —Kai suspiró.

—El niño ya se está arrepintiendo —comentó Alice señalando a Kai.

— ¿Qué? Oh, claro que no. No puse a mis hombres a vigilar a Alex como para que seas tú el que se quiere arrepentir. Te casas hoy y punto. Y no me importa estar detrás de ti hasta que digas “acepto”.

— ¡Ya vez! ¡Se casan hoy sí o sí! —exclamó Alice—. Y no lo digo yo, lo dice papá —sonrió victoriosa.

— ¿Y que no te enseñe a hacer el nudo de la corbata? —cuestionó el Hibari al ver el horrible nudo de la corbata de Kai.

—No. No me enseñaste ya que mi tío Reborn dijo “Yo le enseñe, él ya sabe” y ya no me enseñaste tú —recriminó Kai—, además de que Alice lo empeoró… —la miró acusadoramente.

— ¡Mientes!

Kyoya rodó los ojos y se acercó a su hijo, le acomodo la corbata y lo miró vestido con un fino traje negro de novio. Su hijo de 25 años por fin se casaba ese día. Kai ya no era en pequeño niño que conoció, sino que ya era un hombre adulto.

—Todavía recuerdo cuando los conocí —comentó Kyoya sonriendo.

—Y yo todavía recuerdo el día en que se casaron —dijo Kai sonriendo.

Alice sonrió y se acercó a su padre y a Kai.

—Lo recuerdo como si hubiera sido ayer —finalizó Alice con una sonrisa provocando que los azabaches también sonrieran.

— ¿Estás seguro de esto? —cuestiono Kyoya—. Si no quieres casarte… tengo un auto afuera esperándote.

—Y yo un vuelo reservado a Francia con todo y hotel —le dijo Alice—. Tú sólo di “no me quiero casar” y te sacamos de aquí.

Kai sonrió.

Pese a todo, Alice y él eran los mejores hermanos. Tal vez no de sangre, pero sí del alma.

¡Uniendo A Nuestros Padres!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora