Propuesta.

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Divide y vencerás.

Unas palabras muy ciertas, pues si dos cabezas son mejor que una, el dividirlas reducirá la eficiencia y la fuerza, ¿no?.

Esos eran los pensamientos de cierta persona. Pero no solo era eso; no solo tenía en mente dividirlos para atacar por separado, sino también el que lo hicieran entre ellos mismo.

Un simple detonante de desconfianza puede crear una guerra que nadie esperaría o se percataria. Lamentablemente… todo indicaba que nada estaba saliendo como le hubiera gustado. El detonante no había funcionado… no. No era eso. Era que el detonante no había logrado el efecto que le hubiera gustado.

Según su informante, los Vongola habían decidido ocultar información.

Aquella persona sentada en su cómodo sillón individual localizado en cierta habitación parcialmente  llena de oscuridad, sonrió con malicia. Tal vez no estaba saliendo como le hubiera gustado, pero tal vez, solo tal vez, salga mucho mejor de lo planeado o esperado.

En la habitación en cuestión –que era más parecido a una sala de estar– se encontraban tres personas; la persona sentada en el sillón individual y dos chicas paradas detrás de la primera persona.

La persona sentada miro la luna; al sentarse en frente del gran ventanal de la habitación, la vista al exterior era perfecta.

Las dos chicas detrás miraban en silencio, y de vez en cuando, se miraban entre ellas.

La chica de la izquierda, una albina de ojos azules y vestida con un traje negro, suspiró. Si su Jefe estaba ahí solo podría significar algo, y ese algo no le gustaría.

Por otra parte, la chica de la derecha –una azabache de ojos grisáceos–, se limitaba a mirar al suelo. Pensar lo que podría pasar muy pronto la deprimía un poco. Ya se había encariñado con Yuni, Aria y Luce. El tan sólo pensar que pronto podría separarse de ellas, le entristecía. Pero sabía que no era la única; al final, su amiga y hermana había pasado por algo similar que ella, nada más que, muy a diferencia de ella, lo disimulaba muy bien.

Con un movimiento de mano por parte de su Jefe, ellas entendieron que debían salir de la habitación.

Ellas asintieron y salieron de la gran habitación. Una vez afuera, cerraron la puerta y caminaron por el pasillo.

—Todo esto… es muy… —comenzó a hablar la albina.

—Yo… Yo no quiero… —decía indecisa la azabache.

—Hime… ¿Te encariñaste con…?

—Sí… —confesó la chica de nombre Hime en un susurro—. Rika… ¿Qué deberíamos hacer? Hemos observado a esas familias y… no creo que debamos…

—Son órdenes de sensei... no... del Jefe… y nosotras debemos obedecer esas órdenes. Se que… —Rika desvío la mirada—, tienes dudas y eso… pero… pero… pero no tenemos de otra. Nosotras decidimos seguir a sensei y así lo haremos. Sensei… Le debemos mucho a Sensei.

— ¡Lo sé! ¡Realmente lo sé! —exclamó Hime deteniendo su andar—. ¡Realmente…! … lo sé…

Rika miró con tristeza a su amiga. Entendía perfectamente cómo se sentía. Sin darse cuenta, se acostumbró a la calmada forma de vivir de una simple chica de preparatoria.

—Hime…

Rika trato de darle a su amiga palabras de apoyo, pero el sonido de su celular al recibir un mensaje, detuvo sus palabras.

Ambas chicas se miraron y luego revisaron sus celulares. Lo desbloquearon y abrieron el mensaje.

[De: Jefe.

¡Uniendo A Nuestros Padres!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora