Llamada.

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Dos semanas….

Dos semanas habían transcurridos desde la boda de Kyoya y Tsuna.

Dos semanas habían pasado en las que Fon y Reborn se habían quedado a cargo de Alice y Kai.

Dos semanas en las que Kyoya y Tsuna la pasaron lejos de casa, sin sus hijos y sin ninguna preocupación. Y no hay que malinterpretar a la pareja, ellos aman a sus hijos, pero… Entre el trabajo, la familia y los hijos… no tenían tiempo para nada más. Pasar varios días para ellos solos era reconfortante. Hacía mucho que no tenían tiempo solo para ellos.

Esas dos semanas –para la pareja– habían sido placenteras y relajantes: tomando el sol, a la orilla del mar, apreciando el atardecer…

Si, era realmente placentero.

Bueno, más o menos.

El único pero que podría encontrar de todo eso era… las miradas. Y no, no precisamente a su persona, sino a…

—Hmmmm… —Tsuna miraba con cierta molestia a aquellas maids que estaban a sus disposición.

El castaño se encontraba sentado en una silla playera. A su lado, Kyoya estaba acostado tomando el sol. Ambos utilizaban su traje de baño, unos lentes de sol y una sudadera (aunque en ese momento él único que la tenía puesto era Tsuna).

—Si las miradas mataran, ya las hubieras matado un millón de veces… —comentó el azabache con diversión.

—Si las miradas desnudaran, ellas ya te hubieran desnudado un millón de veces —dijo Tsuna dejando de mirar a las chicas y enfocar su mirada en su esposo, quien tenían una pequeña sonrisa. El azabache se había quitado los lentes y se había sentado; ahora miraba a su pareja con diversión por su comentario. — ¿Ya viste como te miran? Pareciera que…

—Provocó esas miradas, tendrás que acostumbrarte —dijo Kyoya provocando el enojo de Tsuna y que este le diera un codazo en el estómago—. ¡Au! Eso duele —se quejo el azabache colocando sus manos en la zona afectada—. Bromeó, ¿si? Sabes que eres el único al que amo —le sonrió y acarició la mejilla del castaño, y este se dejó acariciar—. Pero en serio… acostúmbrate. No sé qué diablos me ven… pero me pasa mucho… ¿Por qué crees que yo ya no voy a las reuniones de padres de Alice? Madres, salón cerrado y yo no es una buena combinación —dijo recordando las únicas reuniones a las que fue—. En momentos como este agradezco que mi hija sea una pequeña demonio celosa.

— ¿Desde cuándo te volviste tan sarcástico expresivo y narcisista? Eso dejaselo a Reborn.

—Desde que me enamore de un castaño herbívoros ruidoso.

—No soy ruidoso —replicó el castaño molestó.

—Y yo adoro a tu hermano —Kyoya rodó los ojos—. Amor, si te lo digo, es por algo…

—Hmp…

—Ah, no. A mí no me hablas con monosílabos. Yo solo te puedo hablar así.

—Uy, si. Ya quisieras —Tsuna sonrió, se levantó y se colocó sobre las piernas del azabache—. Yo te hablo como quiero.

—Ohh. Rebelde… me gusta —dijo Kyoya sonriendo.

El castaño se acercó a los labios del azabache y lo besó. Ambos cerraron los ojos disfrutando el momento. El beso era lento, lleno de amor y deseo. Sin dejar de besarse, Tsuna abrió levemente los ojos y miró por el rabillo del ojo a las maids que miraban la escena sonrojada. Avergonzadas, las chicas se retiraron y él más bajo sonrió.

—Me siento usado… —dijo Kyoya con fingida indignación.

—Y yo me siento muy bien —Tsuna se alejó unos centímetros de Kyoya y su sonrisa se agrandó.

¡Uniendo A Nuestros Padres!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora