Capítulo 35 - Final parte 2

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A cierta distancia de la ciudad de Lireo, Colin paró y bajó de su caballo junto con Musim, el chico estaba confundido y no se atrevía a cuestionar nada aún, hasta que un grupo de tres hombres apareció, los reconoció enseguida, y le alarmó ver al chico que llevaban firmemente agarrado obligándole a caminar con su pequeño bebé en brazos. Sirey sollozaba asustado, en cuanto vio a Musim y le soltaron, corrió hacia él sin que nadie interviniera.

— ¿Qué es esto? —cuestionó el moreno abrazando a Sirey como si pretendiera protegerlo. —Colin, ¿cómo te atreves a sacarlo de Lireo?

—Lo entregaré si es necesario. ¿Tienes algún problema con eso? De ser así, deberías plantearte qué es más importante para ti en este momento.

—Me importa Gilian, pero no puedes entregarles a Sirey, las intenciones del faraón de Tiven...

—No me interesa qué vaya a suceder con este chico, no es mi problema y tampoco debería ser el de Gilian. Nunca debió venir, lo único que ha hecho es exponer a todos los que creen estar seguros en esa ciudad. ¿Acaso es idiota como para no saber la cantidad de personas a las que pone en riesgo con su presencia? Si el faraón de Tiven lo quiere, entonces lo obtendrá y terminaremos de una maldita vez con esto.

—Gilian no hubiera permitido esto.

— ¿Enserio lo crees? —cuestionó acercándose enfadado. — ¿Quieres que te recuerde que crecí con él? Si alguien va a definir qué es lo que él querría, soy yo. La única razón por la que no aceptaría que entregue a ese idiota y su hijo, es por orgullo, pero no por sentimentalismos estúpidos y fantasiosos que tienes en la cabeza.

—Yo no le pedí a Gilian que hiciera esto.

Colin enfureció y jaló a Musim junto con Sirey para finalmente reunirse con un reducido grupo de hombres en el interior del bosque, ordenó que ataran a ambos chicos y el bebé del menor fue metido en una caja de madera y llevado lejos de su madre, por más que Sirey trató de impedir que le quitaran a su pequeño, solo sirvió para que le amordazaran y sus manos fuesen atadas tras su espalda. Iban a caballo, esos hombres conocían bien el bosque y sabían cuál era el camino más rápido hasta Estibar, sin embargo, tardarían un par de días aún con ello.



—Se los llevó, a los dos. —murmuraba Mavi abrazando a su pequeña. —Entraron al cuarto donde duerme tu hija y se llevaron también al bebé. ¿Y qué si se hubieran puesto violentos?

—Mavi, lamento que esto sucediera, pero no voy a buscarlos. Sirey no debería haber venido aquí en primer lugar, no voy a arriesgar a los ciudadanos y mucho menos a ti. Esos idiotas tuvieron cuidado de no meterse contigo o con mi hija, que sería mi único motivo para tratar de detenerlos.

Kairos le hablaba con suavidad, tratando de que comprendiera la situación en la que se encontraba, no solo como emperador, sino como esposo y padre. No iba a arriesgarse y perder lo que más amaba, aquello que en algún momento temió arruinar.

Por su parte, Mavi terminó comprendiendo en qué posición se encontraba su esposo y aceptó su decisión. Tal vez era egoísta, pero no quería perderlo, porque aún si intervenía, nada le garantizaba que fuese a recuperar a Musim sin morir en el intento.




En el palacio de Estibar, aquel faraón ya se había instalado creyendo que triunfaría al posicionarse como el absoluto gobernante no solo de este, sino de otros países.

Su guardia era una barrera inquebrantable, tenía tantos hombres a su disposición cuidando todo el palacio, que dormir era un placer culposo que podía tener mientras todos morían bajo sus órdenes. Al menos la mitad de la población de esa ciudad fueron asesinados a sangre fría, las mujeres y algunos cuantos chicos hermosos fueron llevados al palacio donde él se degustaba violando y torturando a cada uno.

Cuando el alma es quebrantada.Where stories live. Discover now