Capítulo 21

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Admes había despertado tarde esa mañana, le sorprendió ver a Musim a su lado, pues él solía marcharse lo antes posible. Suspiró acomodándose y lo observó en absoluto silencio.

El comportamiento del chico horas antes fue increíble, la pasión con la que se entregó resultaba inquietante para el faraón, puesto que nunca había actuado de manera tan impetuosa, Musim fue quien hizo prácticamente todo, estuvo sobre él la mayor parte del tiempo y correspondía cada beso, gemía y se movía como si deseara realmente complacerle.

Era extraño, especialmente porque en todo ese tiempo el chico no dejó de mirarle, y ahora Admes notaba algo que le hizo preguntarse muchas cosas. Musim estaba bocabajo con la sábana cubriendo sus piernas, en la espalda había marcas que Admes no recordaba haber hecho.

Pensó que debían ser de encuentros anteriores, aunque no podía recordar la última vez que besó esas zonas. Se distrajo con algo que llamaba más su atención, las cicatrices que había en esa misma área, aunque desaparecieron casi por completo, algunas permanecerían como muestra de lo que el chico había vivido. Pensar que él mismo fue quien le dio su primera y cruel experiencia no resultaba un recuerdo grato. La sensación de incomodidad que sintió cuando lo dejó marchar, su propio interés por averiguar si el chico había llegado a casa, aún persistían en su memoria, querer ignorar lo que provocó Musim fue estúpido en su momento.

Habían pasado algunos minutos, cuando vio el rostro del chico contraerse antes de que abriera sus ojos, esos que se clavaron en él algo confundidos y luego pareció comprender.

— ¿Qué estás mirando? —cuestionó Musim algo altanero, incorporándose un poco para sentarse y quedar igual que el faraón.

—A ti, por supuesto. No es usual que duermas tanto. —Admes ignoró el tono del menor, suponía que arruinaría todo de nuevo si se enfadaba por algo así, debía controlar su temperamento si deseaba avanzar con él en lugar de retroceder. —Supongo que tienes hambre.

Musim frunció el ceño, pero asintió, ante la afirmación Admes salió de la cama importándole poco su desnudez.

—En un momento iremos al comedor.

—Prefiero ir a mi habitación, no tengo tanta hambre. —contradijo el moreno, recordando con incomodidad la forma en que Admes le obligó a acompañarle por los pasillos en su estancia como prostituto, cuando Larzen le envió.

—No es una pregunta. Dije que iremos al comedor, pero antes tomaremos un baño.

—No saldré de aquí desnudo. —advirtió Musim apretando las sábanas en puños contra el colchón. —Es humillante, si piensas que...

—Eso no es parte del plan. —aclaró Admes acercándose a él rodeando la cama. —Aunque anoche poco te faltaba, eso que llevabas puesto dejaba muy poco a la imaginación.

—Era lo que tú esperabas que usara. —le recordó enfrentándole sin titubear. —No hice más que usar la ropa que me diste, ¿acaso está mal? Porque cuando me negué te enfadaste.

—Está mal si desapareces por ahí vestido de esa manera. A todo esto, ¿por qué has cambiado de opinión al respecto? ¿Acaso te has visto con alguien? —cuestionó observando algo que no había notado.

En la cadera del chico había moretones como si alguien hubiese enterrado sus dedos ahí, de la forma contraria en la que ambos lo hicieron durante la noche, pues en todo momento estuvieron frente a frente, dichas marchas eran de alguien que le había sujetado desde atrás.

No recordaba haber provocado esos moretones, así como ahora estaba seguro de no ser el responsable de las marcas en su espalda.

Musim cambió su expresión retadora a una completamente opuesta, se hincó dejando caer la sábana y avanzó hasta quedar cerca del faraón, mirándole desde abajo se sostuvo de él un momento.

Cuando el alma es quebrantada.Where stories live. Discover now