Capítulo 33

3.6K 429 93
                                    



Después de una conversación bastante larga con Musim, Kairos no tenía mucho qué opinar al respecto, él mejor que nadie podía entender que el amor era algo que podía surgir en la situación menos esperada, pues de esa forma conoció a Mavi y ahora iban a casarse para formar una familia.

Aún siendo un emperador que era considerado por muchos capaz de luchar sus propias batallas, reconocía que sin la presencia de Gilian en el palacio esa noche, en ese momento estaría en duelo por la irremediable pérdida de su prometido, o tratando de encontrarlo si es que esos dos imbéciles decidía llevárselo y torturarlo, porque conocía a Aster y había escuchado mucho sobre el tío de Mavi, definitivamente habría sido una pesadilla.

Gilian, un ladrón que pertenecía a una tribu de rebeldes salvó a Mavi de un futuro terrible, así que Kairos habló nuevamente con él y le agradeció, dejando pasar el asunto del robo en el palacio, bajo la advertencia de que tomaría represalias si algo así volvía a suceder dentro o en los alrededores de Lireo.

Por su parte, Gilian no prometió mantenerse al margen, pero aseguró considerarlo, Kairos le resultaba un tipo honorable, quizá contar con su amistad sería beneficioso.

Musim era libre de decidir si quería marcharse, y así lo hizo, prometiendo a Mavi estar presente el día de su boda, para lo cual faltaba muy poco en realidad. Por supuesto, Gilian tuvo que acordar permitirle volver para ese momento, pero no era nada si con ello Musim aceptaba quedarse a su lado, además, ya mucho estaba haciendo el muchacho al dejar las comodidades de un palacio donde le trataban como un invitado del emperador, algo que claramente no tendría en el sitio al que Gilian pertenecía.



Sí, la suerte parecía acoger a Musim, así como lo hizo con Mavi cuando Kairos llegó a su vida. Sin embargo, la sombra del pasado caía aún sobre el faraón de Estibar.

Desde que Kairos había visitado el palacio, Admes había reincidido en pensar en Musim más de lo que podía tolerar, la culpa era un sentimiento con el cual no se llevaba nada bien, provocaba ciertos arranques de ira y le costaba demasiado tratar con las personas de forma objetiva, sumado a ello, su capacidad de ver lo que otros pensaban estaba disminuyendo notoriamente, al punto de ser frustrante.

No solo era eso, sino cada uno de los poderes sobrehumanos que le convertían en el faraón de esa ciudad.

Comenzó a visitar las bibliotecas del palacio tratando de encontrar información sobre lo que le sucedía, pero eso también le orillaba a enfurecer porque no había algo que fuese útil.

Peor aún, cada día el embarazo de Sirey avanzaba más, eso solo quería decir que el final estaba cerca, que Sirey, la única persona que aún tenía algo de confianza y que era capaz de perdonarle después de todo, iba a morir.

Admes jamás había expresado el hecho de sentirse solo, pero a esas alturas comenzaba a comprender que siempre lo había estado, era algo que no podía cubrir reteniendo a Musim a su lado, eso era claro. Lo más jodido de todo era que Sirey había estado ahí todo ese tiempo, amándole de una forma que ni el mismo Admes podía entender, y aún lo hacía a pesar del miedo e inseguridades que le generó al hacerle daño.



Sirey rondaba el octavo mes de gestación, las últimas semanas había estado mejor de lo que esperaba, pues desde que el doctor dio su aprobación, Admes le llevaba diariamente a caminar por el palacio. No hablaban mucho, Sirey sentía que Admes prefería que se mantuviera en silencio, a veces parecía estar molesto y el menor no deseaba ser un fastidio, a esas alturas no soportaría una agresión, y por supuesto que quería mantener a su bebé a salvo de cualquier posible daño en la recta final.

Cuando el alma es quebrantada.Where stories live. Discover now