Capítulo 8

5.6K 551 103
                                    


Kairos volvió a su habitación tras arreglar algunos asuntos que requirieron su atención, apenas habían pasado un par de horas desde que dejó solo a aquel muchacho y ya deseaba algo de tiempo a solas con él, había sido un día agitado, esa noche sus futuros suegros le esperarían para la cena, y el sol ya comenzaba a ponerse, no faltaba mucho, pero sería suficiente.

Cuando cruzó la puerta, de inmediato divisó aquella tina donde Mavi aún se encontraba, su pequeña cabeza ladeada y recargada sobre la orilla, Kairos se acercó notando que estaba dormido y se inclinó junto a él observándolo un momento.

Era muy bello, esas facciones suaves, a pesar de ser un muchacho, le hacían lucir delicado. Llevó una mano a ese rostro y la deslizó hacia el cuello, su piel era suave y estaba húmeda, el deseo de poseerlo aumentó al imaginar cuánto placer le brindaría aquel cuerpo, lo había visto por un momento antes de que entrara a la tina, esa cintura y aquel trasero eran tan incitantes, que no podía esperar.

Se incorporó solo para inclinarse y meter ambos brazos a la tina, el agua ahora estaba fría y le extrañó que el chico no se saliera, lo cargó sacándolo de ahí y conforme se dirigía a la cama éste comenzó a despertar, abriendo sus ojos débilmente le miró en silencio.

—No me siento bien... —murmuró el menor.

— ¿Estás cansado por el viaje?

Mavi se encogió sin saber qué responder, no sabía si se sentía mal por eso, pero, cuando intentó salir de la tina un rato antes, sintió tanta pesadez en el cuerpo que no pudo moverse, ni siquiera logró ponerse de pie, acabó resignándose y se quedó dormido minutos después. Aunque tal vez no era algo tan malo, se había relajado tanto en la tina, que quizá no deseaba realmente salir de ahí. Sí, podía ser cansancio, por el viaje y por todo eso que venía cargando desde que fue capturado y vendido como esclavo, no recordaba la última vez que pudo descansar de esa manera, ni siquiera sabía cuánto tiempo durmió.

El emperador le dejó sobre la cama y por un momento Mavi pensó que podía volver a dormir, cerró los ojos sin poder evitarlo, apenas logrando escuchar que se alejaba, se encogió sintiéndose más cómodo ahora que le acogía un suave colchón.

—Hey, ya has descansado bastante.

Volvió a abrir los ojos alarmado en cuanto unas manos se posaron en sus piernas, abriéndolas mientras ese hombre se posaba sobre su cuerpo, ¿cómo fue que no escuchó que regresaba?

—-No estás aquí para pasar el día entero durmiendo plácidamente, ya deberías saberlo. —dijo Kairos bajando una mano hacia la intimidad del chico, buscando el estrecho sitio que pretendía profanar. —Parece que has lavado muy bien este lugar.

Mavi pensó en pedirle que parara, pues era clara su intención, pero por su experiencia sabía que eso no iba a servir de nada y ver a ese hombre enteramente desnudo le dejó claro que hacerlo enfadar sería el peor error de su vida, aquel miembro que mostraba una dura erección era enorme, sintió pánico de solo pensar que planeaba adentrarlo en su cuerpo. Estaba acostumbrado a Larzen, que ya de por sí le parecía grande y le lastimaba, pero esa cosa iba a partirle en dos.

Jadeó al ver que se inclinaba dirigiendo aquel falo a su trasero, levantó angustiado su mirada y puso sus manos en el abdomen de aquel hombre evitando que entrara de inmediato, no quería, no iba a soportarlo. Sus piernas temblaban y trataba de cerrarlas, pero el emperador lo impedía permaneciendo en medio de ellas. Tenía que intentarlo, sabía que de una u otra forma ese hombre obtendría lo que deseaba, pero, quizá si trataba de pedirle que no lo hiciera, lograría convencerlo, no tenía nada qué perder, igual ya sabía qué esperar en caso de fallar, lo mismo que si no hablaba antes, no habría diferencia.

Cuando el alma es quebrantada.Where stories live. Discover now