Capítulo 14

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—Mavi, ¿podrías traerme un poco de agua del pozo? —pedía la mujer que cuidaba de él.

—Por supuesto. —él sonrió y salió tomando un balde, caminando de prisa hacia donde debía dirigirse detrás del negocio.

Llevaba ahí apenas dos semanas, desde el inicio comenzó a ayudar en todo lo que le fuese permitido, aunque se mantenía lejos de los clientes a petición de Kairos. El emperador no había aparecido por ahí en todo ese tiempo, quizá no lo haría nunca más, Mavi debía afrontarlo y caer en cuenta de la realidad en la que vivía.

Ahora que ya no le quedaban plantas para los tés que usaba con el fin de controlar sus malestares, éstos volvieron con más fuerza y le hacían difícil ser de utilidad en más cosas. Se excusaba diciendo que era muy sensible del estómago y con cualquier cosa por más simple que fuese solía enfermar, lo cual era mentira y no le agradaba engañar a esas personas, pero aún no tenía forma de explicar lo que le sucedía realmente.

Ellos no tenían ni la menor idea de lo que ocultaba, era imposible que siquiera pudiesen imaginarlo.

Por suerte, la mayor parte del tiempo esos síntomas se presentaban en las madrugadas, cuando todos estaban dormidos aún, así que no era tan frecuente que le vieran tan mal, a lo mucho sufría algunos mareos o se encerraba en el baño de vez en cuando, especialmente cuando comía algo que su cuerpo rechazaba.

Llegó al pozo y dejó el balde a un lado dispuesto a comenzar a girar la palanca que subiría el agua, pero se detuvo al escuchar un caballo acercándose demasiado rápido, volteó viendo que se detenía cerca suyo, no había nadie más ahí, se encontraba bastante lejos de la casa como para imaginar que debía dirigirse ahí, pues de ser así habría llegado por otro sitio.

Notó el escudo del reino una manta que llevaba el caballo sobre su lomo, la había visto en el de Kairos, también en los otros que estaban fuera del palacio la única vez que salió para ir al lugar en el que se encontraba ahora. Por un momento sintió su corazón agitarse al pensar que el hombre que bajaba del animal era enviado del emperador, quizá quería decirle algo. Dio un paso atrás algo inquieto, al verlo mejor, tenía un ligero parecido a Kairos, retrocedió más conforme él se acercaba, pues la mirada que le dirigía no era para nada amable.

— ¿A dónde crees que vas? —cuestionó aquel hombre tomándole del brazo cuando Mavi trató de rodearlo y así volver a la casa. — ¿Qué sucede? ¿Por qué intentas huir? —sonrió ampliamente al ver el temor en la mirada del pelirrojo.

—Yo... ¿quién es usted?

—Vaya, qué mal educado soy. —se burló él. —Me llamo Aster, soy hermano de Kairos. He sabido de lo bien que la pasaron los últimos meses previos a boda, incluso me causó cierta curiosidad, pero él parecía muy celoso cuando lo entretenías en sus aposentos. Ahora que se ha casado y me contó que te había dejado aquí, supuse que era buena idea conocerte. Ya no tienes nada con él, no es posible, además, hay algo que me tiene realmente intrigado.

—No entiendo, suélteme, debo volver...

—Olvídalo. —siseó aquel hombre. Tomó a Mavi con una facilidad increíble y lo tiró sobre el caballo antes de subirse, deteniéndole ambos brazos para evitar que lograra escapar. —Si gritas, esas personas no podrán ayudarte. Kairos es mi hermano después de todo.

— ¿Qué quiere? —se quejó el chico aun revolviéndose, viendo cómo se alejaban de la casa, y en general de la ciudad internándose en el bosque.

Comenzó a asustarse, no fue mucha la distancia, pasó poco tiempo antes de que le tirara al piso y el golpe le hizo gritar, el caballo era demasiado alto. Trató de levantarse en cuanto aquel tipo volvió a bajar, pero ni siquiera tuvo tiempo, él le tomó del cabello sacando una daga que apuntó a su vientre.

Cuando el alma es quebrantada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora