Capítulo 28

6.1K 520 77
                                    


Los minutos restantes estuvimos los cinco en silencio. Llegamos a la tan conocida entrada para el despacho de Dumbledore y McGonagall pronunció "Caramelo de limón" para que la entrada se abriera.

— ¿Qué haces aquí Black? —dijo ella mirándome de arriba abajo como si mi ropa no fuera la adecuada para que una niña de once años la usara. Pero solía mirar así a todo el mundo.

— Necesitaba hablar con el director —dije despacio. Asintió con la cabeza.

— ¿Usted también fue parte?

— No —agregó Fred con rapidez— no, ella no tuvo nada que ver.

McGonagall nos volvió a mirar a todos, algo desconfiada. Veníamos de varios meses siendo castigados y echándonos la culpa mutuamente por quien hizo cual cosa y quien otra... así que era de esperar que no se tragara por completo aquel cuento.

— De acuerdo. Subamos juntos, luego puedes hablar con Dumbledore.

Agaché la cabeza y entré dentro junto a los demás. El director se encontraba parado en el medio del despacho y se sorprendió al vernos. Tenía su típica túnica violeta y sus gafas de medialuna caídas a la mitad de su nariz.

— ¿Qué sucedió querida Minerva? —dijo Dumbledore mirándonos a nosotros cuatro.

— Los Weasley y Jordan —contestó McGonagall— destruyeron una de las camas y rompieron el vidrio de la ventana de la habitación.

— ¿Y la señorita Black?

— Tiene un asunto que hablar con usted —el anciano asintió con la cabeza.

— Bien, gracias Minerva, yo me encargo ahora —dijo Dumbledore señalando la puerta— puedes retirarte.

— Con permiso —dijo saliendo del despacho y cerrándola tras ella.


— Profesor nosotros no quisimos romper la cama —dijo Fred antes que alguien más pudiera decir algo— y tampoco la ventana.

— La ventana se rompió porque el dosel de la cama chocó contra ella —agregó Lee.

— Sí —habló George— y además no era nuestra intención romper la cama. Como sabe usted, señor, profesor, son muebles muy antiguos ya.

— Así es —afirmó Lee— y con un poco de sobrepeso se desarma en seguida.

— Yo también estuve allí, señor —agregué en voz baja. George me miró con cara de resignado, supuse que hubiera preferido dejarme al margen de aquello pero no podía simplemente hacerme la desentendida cuando esta vez sí que había hecho algo yo.

— Isadora no pesa nada —dijo Fred— pero imagínese nosotros tres, gordos como estamos, que comemos hasta explotar, subidos en la misma cama.

— Y tuvimos que hacerlo porque la rata de Lee se había escapado de su jaula —agregó George— y nos daba miedo que nos mordiera.

— Porque es muy mala —dijo el moreno— no la domestiqué muy bien todavía.

— ¡Exacto! —Fred sonrió y yo rodé los ojos. Si iban a mentir por lo menos podían hacerlo bien y no ser tan obvios ¿Verdad?— Y claro la cama no aguantó nuestro peso y se rompió.

— Por suerte la rata de Lee no se encontraba abajo —dijo George para finalizar. Dumbledore nos miró, uno por uno lentamente, y luego se aclaró la garganta.

— ¿Y qué hacía usted ahí señorita Black? —me preguntó curioso.

— Ah pues, verá señor Dumbledore —comenzó a hablar George antes de yo pudiera abrir la boca— Isadora es nuestra amiga y había venido para prestarnos unos libros de la biblioteca.

Una Black de ojos violetas ➳ (George Weasley)Where stories live. Discover now