¿Del odio al amor? [FanFic Rubius]

- Tía, tienes que tranquilizarte, no puedes ir a la casa de tu hermano así.

- Es que no quiero ir, no quiero pasar tres meses con ese idiota.

- Pero tampoco le digas así, ¿qué te ha hecho él?

- Existir.

- Tú nunca cambias, eh. ¿Por qué no le das una oportunidad al chico? A lo mejor se llevan bien después de todo.

- Ya lo he intentado, pero créeme; cada vez que intento hablar con él, ¡se comporta como un simple idiota!

- Emma, quieras o no tendrás que ir. Ya no eres una niña pequeña para armar berrinches por estas cosas. Y si tanto odias al chico, lo ignoras, no tienes obligación de llevarte bien con él solo por ser el mejor amigo de tu hermano.

- Ya... pero aun así no quiero pasar tres meses con él, Amanda... porque aunque lo ignore, vamos a estar viviendo en la misma casa; es difícil ignorar a un idiota cuando estas bajo el mismo techo que él -me quejé.

-Pero lo dices como si fueras a pasar tres meses sola con él, recuerda que va a estar Mangel. Y aparte, ¿te crees que el chico va a estar pendiente de ti? Tienes que tranquilizarte, todo irá bien, ya veras.

- Ya... tal vez tengas razón -dije algo desanimada.

-Siempre la tengo -rió egocéntrica y se levanto de su asiento-. Pero ahora tengo que irme ¿sí? Quedé con un chico súper guapo y quiero arreglarme antes de ir -dijo mientras rebuscaba en su bolso para luego dejar un billete sobre la mesa.

-Joder con la egocéntrica -reí-. Adiós, luego me cuentas todo, eh.

-Siempre te cuento todo -respondió sonriendo- Adiós, Emma -se despidió-Y por favor, disfruta con tu hermano, no dejes que un idiota arruine tu verano.

- Ya, tranquila, seguiré tu consejo -dije mientras le abrazaba-. Nos vemos en tres meses Amanda.

-Vamos, no lo digas así, lo pasarás bien -dijo cogiéndome de los hombros y sonriendo-. Ahora sí, adiós, que se me va a hacer tarde -dijo dándome un sonoro beso en la mejilla.

- Adiós -digo mientras ella corría hacia la salida del local.-¡Oh, y usa protección, no quiero una mini Amanda tan pronto! -le grité lo suficientemente alto para que toda la cafetería escuchara; Amanda, por su parte me dedicó una auténtica mirada asesina y se fue de allí a paso rápido.

Y yo, tras aquello, simplemente terminé de beber mi café y luego me fui a mi casa a preparar las maletas; mi vuelo a Madrid salía en la noche y aún no había terminado de empacar.

...

Todo a mi alrededor estaba lleno de gente; personas caminando, otras corriendo, algunas esperando a embarcar... ¿Y yo? Yo estaba esperando a Mangel y al idiota de su amigo hace tres horas y aún no habían llegado. Mangel siempre había sido un chico impuntual, eso ya lo sabía, ¡pero retrasarse tres putas horas es inaceptable, joder! Ya había llamado muchas veces al móvil de Mangel, pero no me había cogido ninguna. Había llamado a mi madre para que le avisara y dijo que tampoco lo cogía el móvil.

Y, al no ver otra solución, y muy en contra de mi voluntad, tuve que llamar a Rubén.

- ¿Hola? -dijo algo adormilado.

- Rubén -dije seca.

- ¿Emma? ¿Por qué llam...? -comenzó-. Mierda. Te teníamos que ir a recoger al aeropuerto -dijo recordando el acuerdo que habíamos hecho con él y Mangel el día anterior.

- Sí, estoy aquí hace tres horas -dije-. Mangel no contesta su móvil -me justifiqué luego.

- Perdón, ayer fuimos a una fiesta y volvimos súper tarde y Mangel se fue con una chic... - decía excusándose, hasta que le interrumpí.

-Basta, no me importa eso. Solo quiero que me des la dirección del piso y yo tomo un taxi hacia allí.

-No, yo te iré a buscar.

-No, voy en ta... -y sin dejarme terminar, cortó la llamada-. Pues vale, a esperar -murmure para mí misma, mientras guardaba el móvil en mi bolso.

****

Una hora después, me encontraba sentada en el copiloto del auto de Mangel. Rubén, mientras tanto, acomodaba mi equipaje en el maletero.

Al terminar, subió al carro y lo encendió. El camino transcurría en silencio, pero Rubén decidió romperlo.

- ¿Qué tal el viaje? ¿Y la comida de avión? -soltó una pequeña risa nerviosa.

- Todo bien, excepto por la parte de esperar cuatro horas a que me recojan, claro.

- Ya... Lo siento, me quedé dormido -se disculpó observando atentamente al frente- Y Mangel... bueno, no se tendría que haber ido con aquella chica, y mira que se lo dije.

- Bueno, pero él no va a dejar de vivir sólo porque al día siguiente llega su hermana... -dije volteándolo a ver por primera vez en todo el camino.

- Sí, pero él aún no ha llegado.

- Mierda -maldije en voz baja, volviendo la vista hacia la ventana.

Luego de aquello, ninguno de los dos habló más; y el resto viaje simplemente transcurrió entre la música que pasaban por la radio e innumerables suspiros de molestia por parte mía.

Joder con el verano que me esperaba.