Capítulo 13

190 7 2
                                    

No nos esperábamos aquello. Definitivamente, no lo esperábamos. No lo esperábamos en ese momento, no lo esperábamos así, de la nada, como si aquello fuese tan normal como respirar; porque, déjenme decirles que aquello; el hecho de que una jodida desconocida semi-desnuda estuviese sentada en nuestro salón, no era para nada normal y mucho menos lógico. Y menos lógico aun, era el hecho de que, aún cuando entramos al salón, la pelirroja siquiera se inmutó y siguió jugando tranquilamente a su juego sin alzar su mirada hacia nosotros.

No, realmente no esperábamos nada de aquello, pero ahí estaba: real y tangible, confuso y hasta algo doloroso. Y no fue hasta que Rubén hizo acto de presencia en el salón, que Mangel y yo reaccionamos y la chiquilla pelirroja despegó la mirada del juego al que jugaba atentamente. Y, recién en aquél momento, la desconocida sentada en nuestro sofá, nos miró con confusión a nosotros, y luego a Rubén, que se dirigía hacia ella.

Rubén, que se había vestido al fin y había entrado al salón con aires despreocupados, nos miró confundido por nuestro comportamiento; ya que, desde que él había desaparecido por el pasillo en camino hacia su habitación, Mangel y yo nos habíamos mantenido quietos, ahí, observando a la extraña pelirroja sentada en el sofá.

-¿Qué hacen ahí? -preguntó alzando una ceja a la vez que reanudaba el camino hacia ella.

¿¡Qué coño vamos a estar haciendo aquí, gilipollas!? ¡Hay una puta desconocida media desnuda jugando a la Xbox tan pancha y tú preguntas que qué coño hacemos aquí parados! ¿¡Qué cojones vamos a estar haciendo, subnormal!? ¡Esperando a que hagas algo, joder, que nos expliques o que la saques de aquí!

Mangel, que por un momento me miró a mí para ver cómo estaba o a ver si no me había dado algo como él esperaba, sacudió la cabeza y se dirigió hacia la mesa ratona delante del sofá, y dejó ahí las bolsas de comida y algunos vasos. Y yo, por mi parte, que no sabía qué más hacer, seguí a Mangel con la mirada y, segundos después, hice lo mismo que él; dejé las cosas sobre la mesa y me senté junto a él en el mismo sofá que segundos antes, él había ocupado. Tras aquello todos callaron, o, bueno, mantuvieron el silencio que hasta el momento reinaba en la sala. Rubén se había sentado al lado de la pelirroja minutos antes, y ésta, ni bien lo tuvo a su lado, lo miró con aquella misma confusión con la que minutos antes, Rubén nos había mirado a nosotros dos. Y él, ante su mirada, alzó los hombros restándole importancia al asunto y le arrebató con una sonrisa el mando de las manos-. Es mi turno -dijo riendo y pasando su mano por el vientre de la chica haciéndole cosquillas y sacando el juego de pausa, comenzando a jugar él.

Y así, tan pancho, sin dar explicaciones ni, al menos, presentaciones, jugó.

Mangel me miró por unos instantes y suspiró; y yo, por mi parte, decidí que no me iba a quedar callada e hice un pequeño esfuerzo por iniciar una conversación.

-Rubén... -pronuncié su nombre en un tono bastante bajo, rozando el murmuro. Él no apartó la mirada del televisor, pero emitió un pequeño sonido dando a entender que prosiguiera-. No hemos traído para ella, si nos hubieras avisado que estaba aquí, tal vez... -dije haciendo referencia a la comida que teníamos delante. Rubén ni se inmutó. 

Y la chica, por su parte, sabiendo de sobra que Rubén no iba a voltear la vista y menos iba a responder, aclaró con una sonrisa: -No, no, no es necesario; yo ya me iba -dijo con una sonrisa, levantándose del sofá y bajando la camiseta que llevaba puesta cada tanto para que no se viera más de lo necesario de ella.

Y Rubén, que hasta el momento había mantenido fija su vista en la pantalla del televisor, miró a la pelirroja con una ceja alzada: -¿Ya te vas? -preguntó pausando el juego.

-Sí... no quiero molestar aquí, aparte, ya hemos estado juntos todo lo que hemos querido hoy... -dijo sonriendo; y pese a que el comentario había sido tal vez un poco fuera de lugar y con el doble sentido impregnado a él, ella lo había pronunciado con tal ternura, que el significado o la referencia que hacia con sus palabras, daban completamente igual. Él sonrió y la cogió de la cintura con delicadeza, tirando de ella hacia él, buscando su boca; ella, que se había reído por aquel acto y había terminado sentada sobre él, movió su cabeza hacia un lado cuando el la intentó besar-Rubéeeeeeen -dijo riendo y empujando sus hombros débilmente, mientras él, bastante entretenido, besaba su cuello. Y por su parte, ella reía y escogía su hombro y cuello como podía para que él parase-. Para... -y rió más fuerte aún.

¿Del odio al amor? [FanFic Rubius]Where stories live. Discover now