Capítulo 12

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Un nuevo amanecer golpeó mi ventana en forma de rayitos intensos de sol. Éstos, que cálidos y finos se habían escabullido por entre las cortinas de mi ventana, golpeaban mi rostro haciéndome despertar. El día había amanecido hermoso; cálido, sin ninguna nube en el cielo. Y aquello, lejos de desagradarle a la población de Madrid, la animó; las calles se llenaron de vida (más de la que de por sí ya tenían) y la buena vibra se sentía entre las personas; gran parte llevaban una sonrisa en su rostro, prontos para aprovechar al máximo ese día y, en general, todo indicaba a que aquél sería un buen día.

Mi ánimo (influenciado por aquél hermoso día) mejoró en comparación con el anterior, pues el sabor amargo que me había dejado aquella conversación con Rubén y Mangel la noche anterior, se había desvanecido una vez noté lo prometedor de aquél día.

No tardé en levantarme una vez estuve despierta; me higienicé una vez salida de la cama y luego me dirigí la cocina para preparar el desayuno de aquella mañana, el cual constaría de una porción única, puesto que los demás habitantes de aquella casa aún seguían durmiendo y era bastante temprano como para despertarlos.

Una vez en la cocina, fue increíblemente placentero encontrar la nevera y armarios de ésta totalmente llenos con todo lo que necesitábamos. Prendí la cafetera, tosté el pan y, una vez el café estuviese pronto, unté mantequilla en las tostadas y comí mi desayuno a la vez que revisaba mis redes sociales y respondía algún que otro mensaje en el móvil. Un tiempo luego, ya comida y con todos los trastes que había usado ya lavados, me senté en el sofá del salón con la notebook de Mangel sobre mis piernas. Pues pese a que el día se había presentado hermoso y lo mejor era pasarlo fuera, era muy temprano como para salir a la calle y realmente no tenía nada que hacer ahí, por lo tanto, esperando a la tarde (o al menos el despertar de los otros dos inquilinos de la casa), me quedé viendo algún que otro vídeo en YouTube y perdiendo el tiempo en alguna otra red social.

El tiempo evidentemente pasó y, sin que yo fuese consciente de aquello, un Mangel adormilado, cruzó el umbral de la puerta del pasillo en mi dirección. Se acercó a mí y me saludó con dos besos en las mejillas. Yo, atónita por el despertar de mi hermano y sin ser consciente aún de cuánto tiempo había pasado, cerré las pestañas abiertas en el navegador, y me paré a la vez que seguía a Mangel hasta la cocina.

-¿Has dormido bien? -preguntó abriendo uno de los armarios y sacando cereales de éste.

-Pues... sí. Sí, he dormido bien, ¿tú? -respondí y, sin esperar una respuesta de la última pregunta formulada, pregunté: -Oye, ¿qué hora es?

-Emm...-murmuró, fijando su vista en el reloj que colgaba de una de las paredes de la cocina-. Son la una de la tarde -terminó por decir a la vez que se sentaba con sus cereales ya preparados para comerlos.

-¿¡Qué!? ¿¡La una de la tarde ya!? -pregunté a la vez que miraba el reloj de la cocina. Luego de aquello me dirigí hacia el salón en busca de mi móvil y, al comprobar que aquella sí era la hora maldije con un suspiro: -Joooooder - pronuncié dirigiéndome nuevamente hacia la cocina a regañadientes.

-Tranquila, mujeh -dijo Mangel desde la cocina-. ¿Qué era lo que queríah hacer hoy? ¿Llegah tarde? -preguntó.

-No, no. No es nada de eso, solo que me levanté súper temprano y no puedo creer que pasé toda la mañana y parte del mediodía ahí como una viciada -dije señalando el salón a la vez que me sentaba junto a Mangel en la mesa.

-¿Sólo era eso? -preguntó riendo-. Aún tenemos toda la tarde, Emma. ¿Quiereh salir a algún lado? -preguntó.

-No lo sé, desde que llegué quiero pasear por Madrid, pero siempre por una cosa o la otra nunca puedo -respondí suspirando brevemente.

¿Del odio al amor? [FanFic Rubius]Where stories live. Discover now