Especial 1K

359 17 1
                                    

Emma, pff... como había cambiado. Aquel pelo que alguna vez había sido de un color rojo intenso se había convertido en un naranja zanahoria, menos llamativo y más elegante en cierto modo; aparentemente había decidido que aquello de los colores fantasía no le favorecía o simplemente no iba con ella, por lo cual, adoptó algo menos vistoso y medianamente normal a vista del entorno. Su cuerpo, por otra parte, no había cambiado mucho, tal vez unos centímetros la hacían más alta, pero nada del otro mundo. Sin embargo, su personalidad, pese a seguir intacta ahí, detonaba ciertos cambios. Emma siempre había sido una persona muy dramática y exagerada; sus reacciones, decisiones o acciones siempre habían sido más efusivas de lo necesario, por decirlo de alguna manera. De hecho, eso era lo que me había llamado la atención de ella en un principio. Su simpática y amigable manera de hablar, lo extrovertida que era y lo poco que le importaba la opinión de cualquier persona de su entorno la hacían una persona digna de admirar, al menos para mí, que había vivido mi vida entera al margen de todos, siendo uno más y no quien yo realmente era.

Recuerdo cuando ella me saludaba cada vez que iba a la casa de Mangel... siempre me quedaba paralizando; no tenía tanta confianza en mí mismo como para hablar ligeramente con una persona que prácticamente no conocía. Al final sí, le saludaba, pero algo muy brusco y seco, algo que detonaba mis nervios e incomodidad con la situación, y ella, lejos de no entender aquello, no insistía y seguía con lo suyo, después de todo, yo solo era el mejor amigo de su hermano mayor.

Recuerdo que cada tarde saliendo del instituto, me la topaba ahí, yendo hacia su casa, al igual que yo. Varias veces se nos había planteado la situación en la que ella iba de un lado de la calle y yo del otro, siendo que, al fin y al cabo, íbamos a la misma dirección: a su casa. Y no es que nos lleváramos mal ni nada por el estilo, de hecho éramos bastante similares respecto a los gustos, simplemente era que yo me impedía hablar con ella; me daba vergüenza, miedo. Un terror sin razón aparente que me había privado de miles de cosas, buenas y malas. Y claro, esto no era solo con ella, sino con todo aquel ser humano con el que no había hablado previamente mediante algo en lo que no se me viera la cara y el nerviosismo que me entraba en el momento. Y no es que fuese una especie de autista o algo así, era simplemente que no me aceptaba a mí mismo, me negaba a creer que era lo suficientemente bueno como para encajar en una sociedad como aquella, y por esa razón (aparte de mi timidez, claro) me aislaba de los demás.

...

Un buen día, tras salir del instituto y comenzar a encaminarme hacia mi casa, un alegre grito interrumpió mi caminata. Una Emma sonriente y totalmente eufórica corría hacia mi levantando su mano en el aire y gritando mi nombre repetidas veces, mientras que yo, sorprendido por aquél comportamiento y avergonzado por las miradas y comentarios indiscretos que todos los presentes a nuestro alrededor daban, me limitaba a mirarla desde mi lugar, esperando a que llegase y me diera una buena explicación para armar tal escándalo; al día siguiente todos comentarían de aquello en el instituto y no me salvaría de aquellas risas burlonas o alguna que otra mirada de pena.

- ¡Rubén! -exclamó una vez a mi lado. Sus labios rosas estaban curvados en una amplia sonrisa y sus oscuros ojos cafés brillaban como de costumbre.

- Emma, deja de gritar, por el amor de Dios -dije en un furioso susurro mientras la tomaba del brazo bruscamente (sin llegar a hacerle daño, claro) y la obligaba a caminar-. Vamos, camina; todo el mundo no está mirando -dije mientras comenzábamos a caminar, yo muerto de vergüenza y ella saltando de felicidad.

- Es que, Rubén, no te lo vas a creer... -comenzó, pero antes de que termine su oración le interrumpí.

- Emma, mira... -estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano al intentar hablar con ella normalmente. Por alguna razón me sentía responsable de ella en aquel momento: responsable de que llegue a casa sana y salva, pero no es como si le fuese a pasar algo en el camino por estar feliz, aun así no perdía nada en llevarla hacia su casa, de paso me quedaba un rato con Mangel y todo solucionado-. Si pasó algo bueno, me alegro, pero eso háblalo con tus amig... ¿Qué haces? ¿Por qué estás así? -en un principio, había decidido que no me cuente nada de lo que pasaba, a decir verdad no me iba ni me venía lo que le pase o no a ella, sea bueno o malo, pero en cuanto la miré, quede con la boca abierta. No sabía cómo no lo había notado antes, pero ahí estaba ella, con ropa ajustada (¡ajustadísima!) y muchísimo mas corta de lo necesario. Llevaba una pequeña falda negra y una corta camiseta que dejaba a la vista su ombligo perforado. Iba maquillada, mucho más de lo normal; y sus piernas y parte de sus pechos eran visibles y, con la ropa que llevaba, los hacían más prominentes aún.

Parecía una puta.

Ni hoy día tengo una palabra para definir aquello, pero ahí estaba, Emma iba vestida como una puta de cuarta y yo me sentía más responsable aún.

Emma, que me miraba con cierto desconcierto, preguntó:

- ¿Así cómo?

- ¡A-Así, Emma...! -exclamé señalándola-. ¡Con esa ropa de...! ¡C-Con esa ropa! -decía mientras la arrastraba a un callejón entre dos casas que estaba cerca de allí.

- ¿Pero qué es lo que tiene mi ropa? ¿No te gusta? -respondió ofendida a la par que miraba su propia ropa-. Porque mira que tu ropa no es especialmente bonita, eh... -comentaba mirándome de arriba abajo, frunciendo su boca.

- No me refiero a eso, Emma... Te pregunto que por qué vas así, o sea... Este no es tu estilo, tú no eres así -intentaba explicarme inútilmente mientras me revolvía el cabello, nervioso-. Es más, de hecho tú misma has dicho que odias a las chicas que visten así ¿por qué ahora te vistes como ellas? -pregunté parándome frente a ella.

- ¿"Ellas"? ¿Qué estas insinuando que soy? -preguntó frunciendo el ceño y llevando las manos hacia sus caderas.

- Pues lo lógico, Emma... -murmuraba para mí mismo mientras respiraba hondamente y me preparaba para comenzar- Vamos a ver, Emma: tú de sobra sabes a qué me refiero con "ellas" ¿sí? No creo necesario explicarlo -empecé- No entiendo por qué vas así y, si te soy honesto, poco me importa, pero estoy seguro de que en tu casa a alguien sí le va a importar que vayas como puta -aseguré- Ahora, si no quieres que tu hermano o mismo tu madre se entere de que estás... así, me vas a decir por qué o por quién estas vestida de esta manera -"amenacé". Ella, por su parte, simplemente me miró levantando una ceja y se acercó "provocativamente", por llamarle de alguna manera, y respondió:

- ¿No acabas decir que poco te importa el por qué? -susurró una vez estuvo pegada a mí-. Luego lo entenderás -dijo separándose de mí mientras, soltando una pequeña risita, salía del callejón.

Y yo, por mi parte, pegado a la pared y confundido a más no poder, me preguntaba a qué se refería con "Luego lo entenderás". ¿Qué tenía que ver yo con aquello? ¿Por qué me habló de esa manera tan... extraña? ¿Al final yo sí era responsable de aquello? Y al margen de eso ¿qué era lo que la traía tan feliz? Aquello y más era lo que me preguntaba en aquel momento pues, todo lo que había sucedido no tenía una pizca de lógica.

Y así, todo confundido y con mil preguntas sin respuestas rondándome por la cabeza, salí del callejón y me encaminé hacia mi casa. Había sido un día muy largo...

¿Del odio al amor? [FanFic Rubius]Where stories live. Discover now