Capítulo 18 (2/?)

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Pues he pensado en ir a hacia allí y de ahí irnos a cenar por ahí... 

¿Te apetece?

Una vez en mi habitación, lo primero que hice fue revisar los mensajes de WhatsApp. Aquellos dos, provenientes de Jen, encabezaban la lista de pendientes que tenía y los abrí, suspirando. Habían sido enviados hace hora y media y me limité a responder un  escueto ¿A qué hora? que ella no respondió en el momento. 

Salí de mi habitación en dirección a la cocina y una vez allí, desayuné. Bueno, "desayuné", pues solo había tomado un café porque mi estomago se negaba a recibir nada dentro de él. Tras aquello, otra vez me dirigí a mi habitación y me despojé de mi pijama. Luego, considerando el hecho de que no haría nada ese día, me limité a ponerme unas leggins y una camiseta holgada y, cogiendo mi móvil entre manos, me tumbé nuevamente en mi cama. 

Conecté unos cascos, me los puse en los oídos y comencé a ver vídeos random en YouTube. Vi alguno que otro mientras reía y escuchaba con atención lo que se decía en el vídeo pero, en un momento, me detuve. Detuve todas mis acciones y dejé de prestar atención al vídeo que veía al igual que dejé de escuchar las voces que provenían de él con el volumen más alto que el móvil me permitía. Simplemente me detuve. Pausé el vídeo, incapaz de detener aquel deseo de verle y, con el nombre de su canal en mi cabeza al igual que su hermoso rostro, saqué rápidamente el vídeo que hasta el momento veía, y escribí el nombre de su canal en el buscador. Rápidamente, su canal apareció frente a mí y un leve escalofrío me recorrió la espalda al ver su elevada cifra de subscriptores; eran muchísimos. Me permití apreciar el diseño de su canal, ver un poco de más detenidamente sus miniaturas y títulos y, sabiendo que aquello me haría de todo menos bien pero, incapaz nuevamente de controlar aquellas ganas, pulsé el último vídeo que había subido.

Esperé entonces, encontrarme con el vídeo ese en el que yo le había interrumpido mientras grababa, pero no. En vez de eso, un vídeo completamente distinto, vestido de otra forma, grabado a otra hora y jugando un juego distinto apareció en mis narices. Lo miré completo, sin inmutarme mucho con sus chistes especialmente infantiles y luego suspiré. Puse otro vídeo suyo, de hacía apenas unas semanas y lo pausé en el momento exacto en donde él sonreía ampliamente. Y algo se revolvió en mí. No sé el qué, pero se revolvió y me dejó un mal sentimiento. Y suspiré, nuevamente, entrecortado con un pequeño sollozo de impotencia ante la situación. Dejé mi móvil a un lado y sollocé un poco más, buscando quitarme esa horrible sensación de encima. Me estiré por completo en la cama y miré el techo blanco de la habitación al la vez que mordía mi labio inferior con rudeza, pues sentía que aquello era lo único que dispersaba un poco aquél malestar que por toda mi complexión se estiraba. No lloré, sin embargo. Me negué a llorar una vez más por aquél tipo de cosas y me prometí, por milésima vez, que yo podía contra aquello y que todo pronto estaría bien. 

Nuevamente, ubiqué mi móvil frente a mis narices y su imagen invadió todo mi campo visual otra vez. Unas grandísimas ganas de abrazarlo me recorrieron el cuerpo y casi me pongo de pie para ir a hacerlo, pues, la verdad, es que físicamente solo nos separaba unos cuantos metros y una puerta destrabada. Pero me detuve, en la puerta, con la mano en el frío pomo de metal dorado, y mis ojos clavados en la madera, porque, sin notarlo, me había levantado. Y sollocé otra vez, pegando mi frente a la puerta, sintiendo la impotencia estriarse cómodamente por mi cuerpo. Y me dije, arañando la puerta con rabia, que aquella, por lejos, había sido la peor mañana de mi vida.

... 

Mi móvil sonó insistente y un extraña sensación de déjà vu me recorrió. Tanteé la mesita de luz que a mi lado había y una llamada entrante fue lo primero que vi cuando cogí el móvil. No logré identificar, sin embargo, el nombre de la persona que llamaba pues, ni bien notar que aquello era una llamada, me apresuré a contestar de manera atropellada y adormilada. 

-¡Emma! ¡Hasta que por fin das señales de vida, tía! -me sorprendió el efusivo tono de voz de la pelirroja- Te he enviado montón mensajes y he llamado varias veces, ¡hasta estaba por llamar a tu hermano o a Rubén o algo! -prosiguió luego, soltando una pequeña risita. 

-Ya, ya. Me he levantado súper temprano y no he aguantado despierta toda la mañana -expliqué-, no sé ni qué hora será, pero creo que no he dormido tanto...

-¿Súper temprano? Tía, no jodas, eran las puto ocho de la mañana -se burló-. Y, pues no sé a qué hora te habrás acostado, pero yo diría que has dormido bastante...

-¿Qué? ¿Por qué lo dices?

-Son las seis de la tarde.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué dices?! -ante mis exclamaciones, la pelirroja reía desde el otro lado- No te rías tía... que he desperdiciado todo el puto día en dormir...  Joder, qué mal sienta esto... -me lamentaba suspirando a la vez que masajeaba mi frente- En fin... -suspiré- Dime, ¿para qué llamabas? -pregunté luego, incorporándome en la cama. 

-Pues se suponía que hoy saldríamos. En la mañana me has preguntado que a qué hora y yo te he respondido, pero como no me has confirmado y la hora se acercaba pues llamé, para ver que qué hacíamos al final... 

-¡Ah! ¡Sí, lo recuerdo! -exclamé, recordando sus mensajes- Perdona por olvidarlo, es que hoy he pasado una mañana fatal, si te soy honesta... 

-Pero Emma, ¿estás bien? ¿Pasó algo? Que si estás mal podemos salir otro día...

-No, no; tranquila. ¿A qué hora íbamos a salir? ¿Es muy tarde ya? Porque si aún sigue en pie esto de ir a cenar, te lo cuento cuando ahí.

-¡Qué va! Si yo había dicho de pasar por tu casa a las ocho, para dar una vuelta por ahí antes de cenar -dije, restando importancia- Tu ve, vístete y yo te recojo a esa hora ¿vale? Y cuando cenemos me cuantas todo. Me tengo que ir, ¡adiós! -dijo todo aquello de manera apresurada y, tras despedirse, cortó. 

-Adiós... -murmuré, bajando el móvil  poniéndolo en mi regazo, a la vez que me estiraba, intentado espabilarme un poco. 

Tras aquello, mis manos se dirigieron nuevamente al pequeño aparatito y miré los mensajes de Jen y los demás que me habían llegado. Unos eran de mi madre, otros de mi padre y alguno que otro de amigos que tenía en mi pueblo. Me fue inevitable pensar en Amanda y preguntarme qué tal estaría ella, pero borré ese pensamiento de mi cabeza para evitar ponerme triste. Luego, sin aquel malestar con el que me había despertado la primera vez ese día y, de hecho, de bastante buen humor, me levanté de la cama y me dirigí al baño para asearme y, tras aquello, vestirme para luego salir con Jen. 

¿Del odio al amor? [FanFic Rubius]Where stories live. Discover now