55-Corte informal

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Lágrimas que lastiman las mejillas por las que resbalan, a las manos que las limpian, a los que de lejos las observan sin poder detenerlas, al culpable de dañarte sin razón aparente.

A mí. A mí no me gusta verte llorar.

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Cuando TODO terminó, los que antes estuvieron en su contra volvieron sus rostros para cambiar de actitud. Tanto los Divinos, como los elementos, entre las nubes de oscuro color, dejaron que sus fuerzas desaparecieran del campo.

– ¡No se atrevan a acercarse a él! –la amenaza de Séneca fue algo que nadie esperaba, menos en la posición en la que se encontraba. Consiguió que sus aliados pusieran atención a sus enemigos, prestos a defender a su ahora Escritor.

–Tranquilícense, no tienen por qué pensar mal de ellos –Edgar, más que cansado trató de evitar otra pelea. Ya nadie tenía ganas de continuar con esto–, pueden estar a mi lado por igual –seguía en el suelo, rechazando la ayuda de levantarse, la dura piedra era cómoda.

Solo vio como todos iban reuniéndose a su alrededor. Algunos menos heridos de pie y otros acostados observando las nubes.

–Queremos que seas nuestro "Escritor" –al terminar su petición todos los ex aliados de Rafael clavaron una rodilla sobre el suelo y bajaron la mirada con solemnidad.

Desesperado y encogido les pidió que se levantaran.

–Oh vamos, hace nada intentaban matarme. No sean tan formales –sus fuerzas se recuperaban con cada bocanada de aire que entraba a su cuerpo. No demasiado rápidas cabe decir.

–Te lo rogamos en nombre de todos –tras levantarse, se inclinaron ligeramente, mostrando el rostro al hablar–, eres el más apto para dirigirnos.

– ¡Esperen, esperen! –intentó que se calmaran–. Como dije, hace un momento estuvieron cerca de matarme, no pueden pedirme algo así, no puedo hacerlo.

–Si venganza es lo que buscas, todos los que osaron rebelarse contra ti pagarán con sus vidas –los soldados Divinos prepararon sus armas, dispuestos a derramar su propia sangre.

–No, no, no. Lo entienden mal –por fin se decidió a levantarse, con cuidado caminó para darles la espalda–. Todo esto –extendió los brazos ante la devastación del lugar, ante el suelo oscuro, el cielo gris, el fuego iluminando con sus llamas, pero hasta este se rendía poco a poco. Frente a los que no podían moverse, ante todos los espíritus que ahora partían a otro mundo–. Fue culpa mía –con la última palabra el viento se llevó su débil voz. Estaba más cansado que nunca.

Nerviosos por poner al ser poderoso en tal incómoda situación, procedieron a negarle.

– ¡Te equivocas! –gritó Séneca, que seguía apartado, recuperándose. Su fuerte voluntad era evidente–. En lo único que participaste fue en ayudarnos. Nos libraste de un poder que por nosotros mismos no seríamos capaces de detener. Te debemos demasiado.

–A–además –Yoleida en la segunda fila siguió con la intención de convencerle–, nos protegiste –ella nunca olvidaría cómo la salvó de su propio Escritor.

–Eres más fuerte de lo que nadie será jamás –mencionó Miguel, su potente presencia y su aceptación convenció a TODOS de inmediato.

–Rompiste con muchas ideas que tenía sobre los Libros –murmuró por lo bajo Verónica, odiaba tener que aceptar que le debía respeto a su "Salvador".

–La espada sagrada respondió a tu presencia –colaboró de nuevo Séneca, aunque un poco más bajo esta vez–, reconociéndote como digno de sostenerla.

–El poder sellado se entregó a ti... –el Divino frente a él siguió impasible.

–Se equivocan, no pude protegerlos, les fallé a todos–. La lluvia, consciente de su dolor, lloró por Él... ya que Él no podría hacerlo otra vez. Aún más cansado, caminó hasta Gabriel, quien reposaba con los ojos cerrados en el regazo de Mercy, tenía unas oscuras bolsas bajo sus ojos, su piel parecía estar tomando un tono grisáceo; tuvo que apartar la mirada ante tal escena, era demasiado doloroso mirarle–. No cederé ante sus súplicas, chicos –en su mirada había tristeza, pero en sus labios continuaba su eterna sonrisa.

–Makishima –Mercy le llamó. Así le obligó a mirar también a quien sostenía en brazos–, será provisionalmente, mientras todos nos adaptamos y superamos al tonto que acabas de eliminar.

Él intentó huir de su mirada concentrándose en el suelo y en sus pies. Gabriel se veía realmente mal.

–No creo poder hacerlo –murmuró por lo bajo.

– ¿No querías probar el pan de todo el mundo? –con esa afirmación Yuusuke, que había pasado desapercibido, captó la atención de los presentes–. Si logras poner un orden entre todos nosotros, lo cumplirás de forma sencilla. Todos obedecerán a tu llamado.

Algunos Divinos tomaron a mal las palabras de Takashi, era demasiado confianzudo con el médico, más de uno se sorprendió por la respuesta de este.

–Eres tan cruel, sabes cómo manipularme –la sonrisa, que dedicó al cielo, temblaba tanto que amainó las nubes ante su humor. Retrataba la belleza de algo más allá de la existencia misma, era capaz de iluminar hasta en la noche más oscura–. No puede ser, el cenote está quebrado –dijo, desilusionado al ver cómo había terminado.

La ceniza vestía de gris sucio el lugar entero, las consecuencias de tanto fuego estarían claras por mucho tiempo.

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Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora