35-Reconciliémonos (Maratón 4/7)

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¿Nos damos cuenta?, ¿de verdad lo notamos?, ¿hacemos algo al respecto?, ¿nos importa realmente?

Cuando alguien se siente destrozado por dentro, ¿dejamos de pensar egoístamente en nosotros para volcarnos en él?

Sentimos, lloramos, amamos... ¿por qué es tan difícil demostrarlo?, ¿qué sería de nosotros si no lo hiciéramos?

¿Saben?, simplemente olvídenlo.

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Después de separarse y correr desesperadamente para llegar como fuera a casa, entró, cerró con llave y se encerró en el cuarto de baño. Cubriendo con una mano los sollozos, mirándose al espejo comprobó su acelerado pulso así, como su hinchado y rojo rostro; intentó controlar su respiración aguantando un par de lágrimas sin sonido.

Temblaba como si estuviera a punto de morir de hipotermia; la frente le dolía por haber aguantado las lágrimas todo el camino.

Se metió a la ducha.

–Gabriel –murmuró abatido mientras el agua corría–, Gabriel ¿porque te fuiste? Te necesito –aquí comenzó con los gritos ahogados, apretando las manos contra su rostro, encorvándose y revolviéndose; hablando consigo mismo y con quien sea que lo mirara–. Estoy solo de nuevo –claro que lo estaba, desde hace mucho y desde siempre.

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Las preocupaciones de Bam se dispersaron en cuanto su paciente pudo abrir los ojos, despertando al fin de un coma de tres meses; el alivio de su familia se veía reflejado en los ojos llorosos de la madre, con el padre que todavía sostenía su mano, mientras su hermano acariciaba el largo cabello después del extenso sueño.

El pelinegro doctor, que lucía una descuidada y escasa barba, entró a toda prisa a la habitación cuando escuchó la llamada desde los altavoces. Todos habían llegado a tiempo para presenciar el despertar.

Saltando el momento de emoción, Bam, procedió a dar un chequeo sobre sus reacciones y reflejos. Para su mayor regocijo, todo iba de maravilla, solo lo pondría en observación y cuidados por un tiempo corto, no estaría más de una semana si continuaba así. Todo había valido la pena. Envió de inmediato análisis para revisar cada sistema del chico.

Mientras Bam atravesaba la satisfacción de completar con éxito la salud del chico, Makishima apretaba los labios con fuerza, caminando entre las salas intentando esquivar a un ruidoso grupo de personas que se hallaban aglomeradas en la habitación de infantes.

Cierto, hoy se organizó una actividad para mantener animados a los pequeños. Tratando de pasar a toda prisa, chocó con alguien con un disfraz de payaso, que al parecer también huía del lugar; todos los niños rieron al ver como terminaba en el piso.

– ¡Hiro–san cumplió su sueño! –la voz de una chiquilla aumentó las risas de los pequeños. El Libro se sobresaltó al ver en el suelo a Hiromi, quien traía una desaliñada peluca azul, el rostro blanco, una pequeña nariz roja, grandes zapatos, ropa llamativa y maquillaje en los labios.

–Parece que al final, terminé en el suelo–. Los niños no controlaban su volumen, por alguna razón sus palabras les hacía mucha gracia. Sus padres observaban completamente satisfechos el show, pero claro no se reían con tanto desorden.

– ¿Estas bien? –Edgar tendió una mano en su ayuda–. Perdóname por arruinar tu espectáculo–. Hiromi aceptó su mano, más gritos se escucharon de los niños que ya no prestaban atención al suplente de su querido doctor Hiro.

–No hay problema, ya me iba –cuando consiguió ponerse de pie, se despidió una vez más–. Nos vemos mañana chicos.

–Cuide mucho de Maki–kun –la chiquilla hizo uso de su melosa voz una vez más.

Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora