47-Verónica. La razón de luchar

415 50 9
                                    

Día 2

– ¡Ah! –soltó para liberar la tensión en sus hombros–. Me duelen partes que ni siquiera sabía que tenía –rio mordazmente–, mis piernas y muñecas temblaban, ya no podían aguantar el peso de la espada.

Gabriel le miró con recelo, para después aproximarse al lado de la cama donde el chico se retiraba los guantes. Observó el nuevo cuerpo Divino, por mucho que se destrozara, había pocas amenazas en esa Tierra que pudiera matarles.

–Mi pobre Mestizo –tomó con delicadeza sus manos, examinando, tenían varias llagas y estaban rojas–, ¿pero cómo se atreven?–. Makishima resopló.

– ¿Sabes?, no me gusta la palabra "Mestizo" –hizo una marcadas comillas para después separarse, tenía que quitarse todo el armamento, lo cual le agotaba más de solo pensarlo. Verónica le había dejado descansar, únicamente por tres horas. Aprovecharía para dormir–. Que naciera alguien como yo cada miles de años, no sería tan raro si no fuera por sus estrictas reglas –pareciera que la culpa de su frase fuese el chico frente a él.

–Alguien está de mal humor–. Su compañero no estaba para bromas–. Vale, como siempre, solo tienes un poco de razón–. Edgar volteó para encararlo, solo esperaba que hiciera una de sus típicas bromas y lo mandaría a volar. Literalmente–. ¡No existimos ni hace más de unos cuantos siglos!, tu raza es la que es incluso más antigua que la humanidad.

Se mordió la lengua para no contestar. El fuego volvió a brillar, lo controló... no quería dejarle caer su mal humor.

–Miguel dice que ahora que soy un Divino, me recupero más rápido –terminó de desamarrar las correas del peto, luego las pesadas botas, hasta que acabó con todo, lo iba dejando en orden sobre una de las mesas. Luego regresó a la cama donde se derrumbó de un solo movimiento, rebotando cómodamente–. Espero que sea cierto, porque no creo aguantar mucho.

–Pero sigues haciéndolo.

–No lo hago porque sea lo que realmente deseo, es solo que no quiero negarme a intentar lo que sea para salvarlos. Me necesitan –miró el techo y luego al chico–. Nos necesitan.

–Lo haces por las razones equivocadas –Gabriel subió su cuerpo a la cama por completo, tumbándose a su lado.

–Eso a ti no te importa, de todas formas te da igual –parpadeó mirándolo fijamente.

–No pongas palabras en mi boca –la queja no era legítima.

– ¡Eso das a entender! –quería sonar enojado sin embargo solo consiguió un tono de tristeza. Molesto rodó sobre la cama para ocultarse y tratar de quedar dormido.

–Quieren utilizarte, como Rafael lo intentó. Solo porque eres Uriel.

El chico sintió como Gabriel se sentaba sobre la cama y quedaba a su lado.

–Pues no creo que quienes fueron mis padres tenga mucho que ver –no se volteó–, además lo hago por propia voluntad. Si tengo algo que hacer, lo haré y punto. ¿Por qué no lo entiendes?, no me importa que me utilicen, tampoco me iré por las ramas haciéndome pasar por un mártir.

Gabriel no contestó. Simplemente apoyó su cabeza sobre el estómago de Makishima, abrazando su cintura de lado. El médico por fin giró y el Divino se acomodó mejor sobre su estómago.

–Así deberíamos estar siempre –murmuró presionando la cara contra su obligo, opacando su voz.

– ¿Qué dices? –ocultó la risa, hacía cosquillas–. No te entendí.

–Nada.

–Mmm... claro –odiaba tener que amarlo tanto. Una incertidumbre tomó forma de un momento a otro–. Pregunta random, ¿cuál es la religión correcta? –golpeó la blanca cabeza sobre su vientre.

Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora