6-Mia. Diagnósticos

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Cuando doblé la esquina, justo para la entrada del hospital miré hacia atrás asegurándome de que nadie me siguiera, la calle continuaba en completo silencio. Me quedaban pocos metros antes de poder entrar al hospital, cuando una melena de cabello rubio claro se arrojó a mis brazos. De la sorpresa casi doy un grito e incluso estuve a punto de ser derrumbado, para fortuna de ambos, pude sostenerlo con fuerza.

– ¿Hyu? –el doctor parecía estar más muerto que vivo–. Por favor aguanta –comencé a sacudirlo para que se reanimara.

–Y–yo... –intentó hablar–. Y–yo...

– ¿Sí?, ¿qué sucede. –parecía realmente mal.

–Me muero de hambre–. Ya imaginaba que se trataría de algo por el estilo; lo solté al notar que solo se trataba de sus típicas caídas por una falta de nutrientes, sumado a que había estado trabajando sin cuidarse lo suficiente–. Mia no me dejaba salir –me miró esperando a que terminara de recuperar el equilibrio.

–Sí, sí, sí –abrí el paquete y le di su recipiente con comida–. No seas tan dramático y come por ti mismo.

Vi como sus ojos se iluminaron, tomando los palillos ofrecidos, ahí mismo comenzó a devorar la comida.

–Aún está un poco caliente –hablaba con la boca llena, tenía arroz en las mejillas; parecía una ardilla por la forma abultada de estas–. Gracias, enserio, no sé qué haría sin tu comida.

–De nada, ten cuidado de no morir ahogado a la puerta del hospital –hablaba muy enserio–. Bueno, me voy, que llego tarde –sonreí. Guardé todo de nuevo y presuroso atravesé la puerta principal.

– ¡Te devolveré el recipiente el fin de semana!

Me despedí con la mano mientras corría a la oficina para marcar mi entrada.

La recepción era la única parte bien iluminada dentro del edificio, cómo los pacientes se encontraban en sus habitaciones durmiendo, los pasillos permanecían oscuros mientras las señales de emergencia resplandecían, el camino era fácilmente visible. Eran las 11:59 p.m. cuando marqué mi tarjeta, había llegado justo a tiempo, comprendí que Hyu había salido temprano y que me había tardado más de lo acostumbrado en llegar.

–Salvado... –solté mientras dejaba mi tarjeta entre la de todos. Una nueva marca de retraso, toda una pesadilla.

–Y por poco –Mia me miraba desde la puerta, cruzada de brazos–. Hyu se escabulló mientras no miraba –tenía una actitud seria, seguramente todo el día había estado ocupada persiguiendo al cirujano.

–Eso ya es lo típico –caminé a los gabinetes donde guardé mi chaqueta y maletín, me coloqué la bata y cargué mis herramientas de tortura en los bolsillos–. ¿Quieres que empiece con algo?

–Hoy estamos un poco tranquilos puedes estar de guardia en el Ala Oeste, por la mañana podrás ir a ver a Mariam... estos dos días tuvo unas cuantas mejoras, pero su estado es aún preocupante –me tendió las estadísticas de la chica–. Al rato tendremos la llegada de nuevos pacientes del Hospital del Sur, parecen muy atareados y mi padre se ofreció a recibir a algunos de sus pacientes. Te los encargaré junto con los dos doctores que lleguen en este momento.

–Siempre lo haces a tu manera –leí un poco sobre Mariam, aunque su cuerpo iba mejorando poco a poco, sacarla del shock tan traumático en el que había caído sería más complicado, pero confiábamos en que su padre sabría cuidar de ella–. Envíame a los doctores para mi área en cuanto lleguen, nos dividiremos a los pacientes, ¿sabes cuántos son?

–Aquí tienes –ahora me entregó un manojo de hojas con identificaciones médicas y seguimientos–. Estos son de los que necesito que te ocupes.

–Gracias, Mia –los tomé y comencé a leerlos también.

–No, Makishima –se acercó–. Gracias a ti, no sé qué haríamos sin tu ayuda.

–Es parte de mi trabajo, me sorprende más que seas una enfermera dentro del hospital de tu padre –la miré un segundo antes de volver a los papeles.

Ella sonrió de lado ante lo que era más que obvio, podría simplemente pasar el resto de su vida sin ocuparse e incluso pudo casarse para que su padre obtuviera lazos con alguna empresa, aun así ella decidió por sí misma estudiar medicina y consiguió ser una reconocida enfermera.

–Me gusta más estar aquí que en cualquier otra parte, las ceremonias de té nunca fueron lo mío –negó con la cabeza–. En serio Makishima, gracias por apoyarnos con esto.

– ¿Los pacientes?, no serán nada –afirmé mientras curvaba los labios, confiado de mis palabras. Pareció animarse cuando vio que no era una carga para mí.

–Bueno, mientras tanto haz tu guardia.

–A la orden Capitán –hice un saludo militar, logrando hacerla reír un poco.

–Eres un demente adicto al trabajo.

–Nos vemos después...

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Gabriel

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Gabriel. Sus cejas también son blancas y no tiene piercings****

Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora