12-¿Ahora? ¿Dónde?

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Un mundo de sueños no muchas veces es lo que imaginamos, ya que las pesadillas amenazan con escupirnos de vuelta a la realidad.

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–Eso sería todo para mi turno –bostezó mientras pasaba la tarjeta para marcar su salida. Bam, también registró su salida; no habían intercambiado más que unas frases después de la conversación en la sala de espera, tampoco se habían encontrado demasiado. Dio una pequeña despedida a todos y se marchó rápidamente.

Eran las cinco de la tarde del día 15 del mes en curso. Ambos médicos habían extendido su turno mucho más de lo que se debía, por eso ahora les tocaba retirarse.

–Nos vemos en tres días Makishima –Mia, la enfermera se encontraba vestida de civil, solo había acudido por unos papeles de su padre.

–Hasta otra, Mia –con el portafolio en mano salió por la puerta principal del hospital. Por fin podría relajarse un poco, o eso creyó. En cuanto puso un pie fuera, Gabriel le impidió seguir su camino–. ¿Qué sucede? –murmuró. Aunque no se detuvo y simplemente le pasó de largo.

– ¿Planeas dejarme andando por todos lados? –prefirió detenerse un momento para encender un cigarrillo, con sus piernas más largas a las del menor, le dio alcance de inmediato.

– ¿Qué quieres hacer? –las sombras dibujadas cerca de él seguían siendo más oscuras, ahora quedaba más que claro que el causante era el Divino, le daba escalofríos pensar que alguien más lo notara.

–No me quedaré tan lejos de ti, solo así puedo vigilarte bien –lo siguió de cerca al caminar. Mientras que el Libro deseaba terminar la conversación de inmediato y alejarse aunque fuese un poco del Divino. Tener a alguien 24/7 pegado a ti, no tenía nada de genial, menos si éste era un acosador dispuesto a acabar contigo ante el menor de los errores.

–Pues bien, puedes vivir con alguno de mis vecinos. Todos son buenas personas, solo pon memorias en sus mentes y listo, ¡nuevo integrante de la familia! –pensaba en varias formas para por fin tenerlo fuera de su vista.

– ¿Qué no entiendes?, sí ya estoy aquí debería quedarme contigo –arraigado a la idea de no permanecer alejados.

– ¿Qué?, ¿porque? Estoy seguro que solo quieres molestarme–. Resueltos a sus propias afirmaciones, se enfrentaron un momento; reflexionando en voz alta. Makishima intentó pensar con mayor claridad–. Aunque sería extraño tenerte como vecino, para que luego ellos se sientan raros cuando les faltes.

Sentía que el Divino lo trataba de influenciar, metiendo ideas para poder quedarse cerca.

–Que es para no perder detalle –rodó los ojos.

–Como si tuviera ganas para hacer algo de lo que piensas –al detenerse para hablar directamente, se cruzó de brazos.

–Pues entonces deja de contradecirme –le imitó en la posición. Era un juego en el que ambos podían llegar a ser bastante buenos.

Aunque para la mala suerte del orgullo del Libro, el Divino estaba haciendo gala de su variedad de años dentro del negocio de la persuasión, Gabriel nunca perdía en conseguir lo que deseaba.

– ¡Agh!–tendría que dar su brazo a torcer–. ¡Vale! Pues vamos –enojado consigo mismo, pronto hallaría una venganza justa al nivel de su indignación. En otra situación, posiblemente habría aceptado de buena manera, siendo amable e incluso ofreciendo su casa por cuenta propia, pero el Divino simplemente no planeaba decir ninguna palabra agradable. Eso lo volvía loco y en parte un ligero miedo comenzaba a consumirle.

– ¿Ahora? ¿Dónde? –era claro que celebraba internamente la victoria.

–A mi casa, ya sabes por dónde es –pasó de él olímpicamente, caminando presuroso. Intentando, en vano, dejarlo atrás.

Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora