10-Pensamientos

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Catalogar por vivencias a las personas que conocemos a veces funciona para alejarnos de malas experiencias. Vivir cada situación similar con diferente actitud hará un perfecto cambio, florecerán ganancias positivas.

Como cuando aceptas que eres malo.

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Aquel sujeto me parecía tan infantil, verlo relacionarse con seres de carne débil al igual que sus mentes, y que vivían tan poco debido a sus incapacidades, que desde siempre se han matado entre ellos. Sí, fuimos creados para protegerlos, pero era porque ellos eran tan capaces como simples peces frente a un pescador experto; les debía respeto y amor a pesar de esto.

Pero él, los trataba como pares y parecía pasarse por alto mi presencia desde hace horas.

Me estaba aburriendo viéndolo pasear de un lugar a otro, aunque no podía separarme mucho o irremediablemente me perdería por el lugar, y me costaría más tiempo encontrarlo de nuevo que buscar con que entretenerme.

Quedaba poco tiempo, de hecho solo faltaban tres minutos, pero a él seguía sin importarle en lo absoluto. Estaba concentrado escribiendo en una de las tantas habitaciones del hospital, sentado tan cómodo que parecía que el tiempo no transcurría para él, estaba centrado describiendo el estado de la chica que acaba de atender.

De la nada alguien entró interrumpiéndolo, se trataba de un enfermero que le trajo más hojas, y tras unas rápidas palabras, salió de nuevo. Él médico continuó escribiendo.

Desde donde estaba solo podía ver su espalda, a pesar de la bata, su cuerpo delgado era más que evidente, agregando que era de baja estatura, resultaba tener un aspecto por lo más endeble. También había visto que al acercarse al escritorio se había colocado unos anteojos, su cara cambiaba totalmente, llevaba el cabello corto por detrás donde la parte delantera era todavía más corta, aunque mi cabello estaba mucho más recortado.

Me acerqué un poco, al escuchar que me movía se tensó, ya había visto que su rostro estaba muy pálido.

–Volcarte tanto en tu trabajo no hará que dejes de pensar en la situación –me detuve a su lado. Su pluma ya no se movía.

–Pues, ya había logrado aceptar un poco todo esto, pero alguien tuvo la "fabulosa" idea de hablarme –ni siquiera me miró.

–Ya no hay nada que puedas hacer. Tampoco había mucho que hubieras podido hacer –me senté en la silla frente a él y me crucé de brazos.

–Son las ocho –dejó reposar su pluma y apartó la mirada de las hojas, se notaba ojeroso. Era entretenido verlo intentar mantenerse en su papel "Doctor todo lo puedo". Me reprimí en sonreír.

Experimentar tan cerca de él había logrado que notara los errores de la Dádiva de forma más marcada, aunque las veinticuatro horas normales no serían suficientes para un cambio de opinión reglamentario; quisiera o no, tendría que estar por lo menos una semana cerca de aquel tipo. Era obvio que tampoco le agradaba la idea, pero era la única acción que le salvaría por el momento.

Me sorprendía aún más que un Libro–Beta –que es la forma de conocer a los Libros que no saben sobre su propia ascendencia– se encontrara en mi Dádiva. No era la primera vez, pero no era muy común. El último que había conocido fue hacia tres o siete siglos atrás.

No quería desperdiciar más tiempo en una situación tan ridícula, solo esperaba hacer mi trabajo correctamente y por muchos siglos lo había logrado, mis deseos de servir a mi Escritor, de satisfacerme con la sangre de Libros, de acabar con los que atormentaban a las criaturas más débiles, era mi razón de vivir;. Puedo existir por medio del miedo que provoco a una especie, me alimentan y puedo vivir de mis imprudencias, logro tener paz cuando los elimino uno a uno de este mundo.

Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora