10: En este planeta, y en los otros

Börja om från början
                                    

—Nos esperará toda la noche. —Colin se refirió al chofer, en tanto abría el portón de forma patosa con una sola mano, pues la otra estaba ocupada con bolsas de papel madera. Emma miró hacia la camioneta, donde el chofer acababa de tirar su asiento hacia atrás, luego, le sacó las bolsas para ayudar—. Gracias.

—¿Tú aprendiste a andar en bicicleta sobre esta acera? —preguntó a la par que subían las escaleras.

—En parte, sí —sonrió, metiendo la llave en la cerradura—, también iba al parque. Mi mamá me enseñó, y mis abuelos estaban detrás. ¿A mi nena quién le enseñó?

—A tu nena le enseñó su papá, en los Hamptons. Y J.J. estaba detrás —lo recordó con cariño.

Colin abrió la casa y encendió las luces, sin embargo, dejó pasar a Emma primero. Ella inspeccionó con atención a la antesala, en tanto él cerraba la puerta y recogía unas correspondencias del suelo. A la derecha había una consola de madera con una crucifixión encima, y al lado un portarretratos que exhibía una escena de la boda de los abuelos de Colin en una iglesia. De inmediato al vestíbulo, se encontraba la sala de estar, también había una escalera frente a la puerta principal, que dirigía al segundo piso.

Emma esbozó una sonrisa cuando se percató de las fotografías de su novio, que adornaban la sala; desde su primer día de escuela hasta su graduación en la preparatoria, y otras donde de niño se encontraba sosteniendo trofeos y medallas de primer lugar, siempre de primer lugar. Pensó que sus abuelos debieron ser sus más grandes fanáticos, tenía sentido que a Colin le costara mencionarlos.

Colin lanzó unos papeles sobre un mueble y caminó a la cocina a la par que encendía otras luces.

Emma lo siguió.

—¿En qué estás pensando? —le preguntó.

Colin bajó las bolsas sobre la mesada de una cocina sencilla, y respondió:

—Adivina.

Emma se le acercó y lo agarró de la cabeza.

—Eh...—cerró los ojos, fingiendo una conexión sobrenatural con la mente de él—. «Estoy completamente enamorado de Emmy, y quiero hacerle muchos bebés superdotados» —abrió uno de sus ojos para mirarlo, solo quería hacerlo sonreír, pues se puso tan serio desde que atravesó esa puerta.

—Casi. Estaba pensando en que voy a beber un vino de la bodega de mi madre —contestó sin hacer ningún tipo de mueca que indicara su emoción actual.

—¿Cómo que casi? —lo soltó, riendo.

—Te daré tu primera experiencia de picnic —añadió.

—¿De verdad? —juntó sus manos.

—Mis hermanas tienen una manta especial, a cuadros como debe ser —salió de la cocina para buscarla, y en segundos regresó con una manta anaranjada con cuadros blancos—. Lo pensé en el camino hasta aquí.

—Entonces, tienen un jardín —dedujo con entusiasmo.

Colin abrió la puerta trasera de la cocina, y encendió unas luces para enseñarle el pequeño jardín. El césped era verde intenso, estaba claro que un jardinero lo cuidaba diariamente. El perímetro era limitado, sin embargo, había suficiente espacio para convertirlo en una zona de calma. Sobre el pórtico de madera había unos sillones bajo techo, y bajando las escaleras nada más que una parrilla sofisticada en desuso.

Bajó la manta en medio del césped y se alejó para enchufar un cable largo que terminaba en unos focos blancos que colgaban en el pórtico.

Ella no le creyó. Él debió haber planeado cada detalle con meticulosidad.

El Novio De Emma© #2Där berättelser lever. Upptäck nu