— Dime —le dije, tratando de sonar serena.

— Escucha, no debería contártelo —comenzó a decir— pero eres la única amiga que tiene Samantha. Que en realidad tiene otra pero... no la conozco y me cae mal. Lo sabes, y creo que tú lo deberías enterarte de esto de todas formas.

— ¿Qué? —Le pregunté asustada— ¿Qué sucede?

— No sé si te contó que ella le envió una carta a sus padres para encontrarse en la estación de Londres, para decirles todo este asunto del embarazo.

— No, no me lo dijo —murmuré extrañada. La verdad es que últimamente Sam me contaba todo lo que le sucedía o tenía que hacer. Era raro que justo eso, que parecía bastante importante, no me lo hubiera dicho.

— El encuentro ese fue ayer... y salió todo mal —Sirius se revolvió el cabello otra vez y después de una pequeña pausa siguió— sus padres se pusieron como locos, ella comenzó a llorar, fue un lío. Le dijeron que no querían volver a verla, que era una desgracia para la familia, que se iban a mudar a otro país y nunca más sabría sobre ellos. Terminaron enviándola en el expreso de Hogwarts de regreso —respiró hondo— Esto me lo contó hace unas horas ella misma —suspiró— y me pidió que no lo hablara con nadie... pero necesitaba decírselo a alguien más. No puedo cargar con esta responsabilidad solo.

Me había olvidado por completo esta parte de la historia.

— ¿Por qué te lo dijo a ti si no quiere que nadie se entere? —pregunté confundida, todavía en cierto estado de asombro.

— Porque a pesar de todo, pues, soy el único de la familia en quien puede confiar —me miró— por más que no nos llevemos bien tengo que ayudarla. Al fin y al cabo son mis sobrinos con los que está cargando —dijo tristemente.

— ¿Y pero qué puedes hacer tú? Tienes diecisiete años nada más.

— Casi dieciocho —me corrigió.

— De todas formas sigues siendo un niño Sirius. Ella también. Ambos.

— Gracias —dijo con sarcasmo, chistando con la lengua— supongo que de alguna forma me las arreglaré, no sé. Lo hablaré con James y veremos qué hacer. Tampoco puedo dejar que ella viva allí con nosotros. Ya bastante que yo le ocupé la casa a los Potter, pero necesita un hogar.

— ¿Y no queda nadie más en la familia?

— N-no lo sé —hizo una pausa— en realidad, sí. Está mi prima Andrómeda, con ella me llevo muy bien. Pero está casada y tiene una hija pequeña, su casa no es muy grande como para que vivan otras tres personas. Sería demasiado pedirle tal cosa.

— Pero y si no hay otra salida...

— Debe haberla —me miró otra vez, con ojos implorantes— ¿No se te ocurre algo?

— ¿A mí? No —negué con la cabeza— no sé qué decirte.

— Bien... Bueno, era eso nada más —dijo acostándose en su cama— no le digas a Samantha que te lo conté. Me mataría.

— Tranquilo, no se lo diré —me levanté de la cama con rapidez— ¿Ya me puedo ir?

— Claro.

Salí de allí con un nudo en la garganta que no se iría fácilmente.

Era una noticia que debía digerir con lentitud. Pero en estos momentos precisaba despejar mi mente y alejarme de todos estos problemas antes que terminasen de abrumarme por completo.

Decidí que me pondría a leer para no tratar de pensar en el tema.



Una Black de ojos violetas ➳ (George Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora