IV

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Miércoles

Me encontraba de salida de clases rumbo a mi casa, mantenía la mirada fija en el suelo tratando de no pisar las rayas porque sino perdía el juego, fue cuando la vibración de mi celular interrumpió. Me detuve y contesté.

— ¿Si? — pregunté.

— Tae, hijo. — era mamá. — Necesito que vayas a la florería y que me traigas la agenda que dejé encima del mostrador, por favor.

— ¿Justo ahora? — formé una mueca mirando el cielo.

— Justo ahora. — repuso.

— Está bien. — asentí colocando el cubre bocas blanco que traía de nuevo a mi rostro y continúe caminando. — En seguida llego.

Ambos colgamos y cambié a dirección contraria rumbo a la florería.

Después de unos minutos más caminando, estaba ya en el inicio de la calle que frecuento los fines de semana a excepción de hoy. Saqué de mi abrigo gris las llaves -en las que tenía desde la llave de la entrada principal de mi casa, hasta la de la florería- abrí la puerta y entré cerrándola atrás de mi.

— La agenda, la agenda, la agenda. — repetí un par de veces en voz baja para recordar a lo que venía. Caminé al mostrador y vi lo que estaba buscando. Cuando tomé la agenda y la puse debajo de mi brazo izquierdo un par de papeles que estaban sueltos y dentro de ella cayeron al suelo. Uno de ellos era una nota de color blanco y tenía escrito del otro lado: "proveedores agotados" no le tomé mucha importancia y fingí no haber visto nada a pesar de que era la única persona en el lugar. Volví a meter los papeles a la agenda y salí de ahí colocándole llave nuevamente a la entrada. Hasta el sábado.

A la izquierda de la florería, es decir el siguiente local vendía accesorios -todos para mujer.- Encontré raro el hecho de que estuviera abierto, mayormente cada que vengo está cerrado...pero bueno no me quejo, sólo vengo dos días a la semana. Pasé enfrente del local para salir por el otro extremo de la calle...pero...¿Y si compro algo para ella? Puede que me sirva más adelante. No, es una pésima idea. Pensará que estoy obsesionado, me llamará loco y ya no querrá verme.

¿Qué más da si entro? Comencé observando el lugar y los accesorios que había en todas las repisas del lado derecho, el lugar estaba repleto de muchas cosas de...ellas que yo conocía únicamente de vista debido a mi madre y a todas las otras mujeres de mi familia.

— ¿Puedo ayudarte en algo? — preguntó la chica que atendía el lugar.

Bajé el cubre bocas hasta mi barbilla. — Eh...venía buscando...— ni siquiera yo sabía lo que buscaba. — Algo. — concluí no muy convencido y la chica me dedicó una mirada esperando que fuera más específico respecto a lo que quería.

— ¿Algo cómo que? — volvió a preguntar.

— No sé algo...para regalar. — le eché otra mirada rápida al lugar pero sólo podía ver, labiales, barnices, bolsas, espejos, pendientes y muchas cosas más de las que desconocía su uso.

— Ah ya sé. — exclamó la chica contenta. — Estás buscando un regalo para tu novia, ¿qué es? — comenzó a hablar con rapidez. — ¿Cumpleaños? ¿Aniversario de un año? ¿De seis meses? ¿Regalo sorpresa?

Sonreí y negué con la cabeza. — Nada de eso.

Ella volvió a dedicarme esa mirada.

— Es una amiga. — dije. — Quería regalarle algo sin que fuera algún motivo especial, un regalo de amigos.

Me miró con una sonrisa en el rostro y asintió. — Una amiga, ya veo.

— Si...

— Entonces una pulsera será lo mejor. — caminó dándome la espalda, dirigiéndose a una estantería. — Mira. — indicó y la seguí parándome a un lado de ella para observar una gran cantidad de pulseras que me ofrecía.

Just Her | KTH Where stories live. Discover now