X

4.1K 379 173
                                    


Jueves

— ¿Entonces ya tenemos anfitrión para nuestras fiestas? — pregunta Jimin con una pequeña sonrisa.

— No. — respondo.

Los tres nos encontrábamos caminando, dirigiéndonos a nuestras respectivas casas. Como buen grupo de amigos que somos, los tres tomamos el mismo inicio de camino. Normalmente en este corto lapso, hablamos sobre lo que pasó en el día de cada uno, dentro o fuera de clases.

— ¿Por qué no? Ya es tuyo. — responde Jimin con obviedad.

— Pero no es el único departamento en el edificio. — interviene Jungkook. — Existen más personas en él, Jimin.

— No vamos a hacer fiestas en mi departamento. — defiendo.

— Eres un aburrido. — exclama Jimin.

— Si quieres fiestas entonces hazlas tú en tu casa. — digo.

— Uhh. — suelta Jungkook alardeando.

— Está bien. — Jimin rueda los ojos. — Ya no insistiré.

— ¿Estás nervioso? — pregunta Jungkook.

— Del uno al diez, yo diría que un...— pensé mi nivel de nerviosismo. — Un cuatro.

— Tengo envidia. — ríe el menor. — Tú puedes meter a quien quieras a tu departamento.

— Que invite a HaeYoon. — burló Jimin.

Oh, HaeYoon, no te quería recordar de esta manera.

Ruedo los ojos y ambos ríen.

— Ja, ja, ja qué risa. — digo sarcástico.

— No puede invitar a HaeYoon porque ya tiene nueva novia. — contesta Jungkook.

— No es mi novia y HaeYoon tampoco lo fue. — respondo.

— ¿Ya sé besaron? — cuestiona Jimin golpeando mi brazo con su codo.

— No.

— Te estás tardando, ¿cuándo vamos a conocerla? — dice Jungkook.

— Nunca. — respondo.

Nos paramos en la esquina de la calle donde siempre solemos despedirnos.

— ¿Por qué no? — Jimin me mira fingiendo tristeza.

— Son de lo peor. — digo en broma. — Luego la conocerán.

Me despedí de ellos, ellos de mí y en vez de irme a casa caminé en dirección a la tienda de embalaje. Necesitaba comprar cajas de cartón para darle inicio a empacar mis cosas y posteriormente a mudarme por completo.

— Buenas tardes. — le dije a la chica que atendía la tienda. Estaba de espaldas a mí, detrás del mostrador y sólo vi su cabello rubio -no natural- atado en una cola de caballo moviéndose de un lado a otro. Traía audífonos y supongo estaba moviendo la cabeza al ritmo de la música.

Supe que no me haría caso si seguía llamándola.

Bajé la mirada al mostrador notando que había una pequeña campanilla. No dude en tocarla. La toqué tantas veces pude sin parar hasta tener su atención en mí.

— Tae. — dijo mi nombre elevando la voz.

La miré a los ojos tratando de reconocer de quién se trataba. ¿Por qué de todas las personas que conozco tiene que ser precisamente ella?

— HaeYoon. — digo entre dientes. Creo que hay otra tienda de embalaje como a tres horas de aquí.

— Creí que no te volvería a ver. — quitó sus audífonos.

Just Her | KTH Where stories live. Discover now