III

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Mentiría si dijera que no estaba nervioso. Volvería a ver a Seol, por supuesto que estaba nervioso. Me levanté temprano, llegué a la florería y comencé colocando las macetas de decoración por la fachada del local como ya era costumbre, regué las enredaderas y abrí el anuncio a gis en el que estaba escrito que el lugar se trataba de una florería -el cual había hecho yo-. También comencé a acomodar unas cuentas flores dentro del local porque en algún momento del día mi madre también vendría. Quería que viera que su hijo cuida muy bien de su patrimonio.

Detrás del mostrador color blanco de madera tipo vintage, y con un gran arreglo floral a la izquierda -el cual mi madre había hecho-, teníamos un microondas; que utilicé para calentar mis fideos instantáneos de desayuno. Limpié un poco mis lentes de descanso que traía desde que salí de casa debido a que durante la noche me la pasé frente al monitor viendo los videos de Cooking tree. A pesar de que no hago nada de lo que ese canal hace, me gusta ver el resultado final de los postres.

Bueno, regresando a mis lentes; los limpié un poco porque el vapor al destapar mis fideos instantáneos los empañaron. Me causaba gracia cada que sucedía eso, así que reí un poco.

— ¿Te ríes solo? — una voz femenina interrumpió mi aura.

Salté un poco de mi asiento aún detrás del mostrador viendo a la chica frente a mí. Sonreí y volví a colocar mis lentes.

— Seol. — dije. — No te esperaba tan temprano.

— En siete minutos son las diez de la mañana, creo que ya es hora de hacer algo productivo.

— Si...bueno, sigue siendo muy temprano para mí. — alcé mis hombros.

— ¿Qué comes? — apoyó sus brazos en el mostrador y se paró de puntitas para observar por encima de este.

— ¿Gustas? — invité señalando los fideos.

Ella asintió y sonrió en silencio. No puedo quejarme en desperdiciar mis fideos instantáneos del próximo fin de semana si son hechos para ella.

Unos minutos después éramos dos jóvenes desayunando fideos, sentados fuera del local en esas sillas de madera que mi madre usaba para decoración.

— Y... — habló. — Cuéntame de ti.

— ¿De mí? — pregunté. ¿Qué le iba a decir? No tengo idea de lo que ella quiera saber de mí.

Asintió. — De ti. — comió un poco de sus fideos. — ¿Cómo llegaste a esto de...las flores?

— Ah...bueno. — le diré la verdad. — En realidad este no es mi negocio ni tampoco una herencia.

Detuvo la mano con los palillos y los fideos en ellos frente a su rostro y me miró fijamente.

— La verdad es que extorsioné a la señora dueña del local y a toda su familia para que trabajarán para mí. — finalicé.

Me miró preocupada a lo que comencé a reír a carcajadas. — Es mentira, Seol. Sólo bromeo.

Respiró profundo. — Te juró que estaba a punto de salir corriendo y llamar a al policía. — rió. — No hagas eso, Tae, no es divertido.

— Está bien. — sonreí preocupado. — Lo siento.

— Perdonado, continúa. — indicó.

— Si es una herencia, ya sabes. Fue de mi bisabuela, después de mi abuela, ahora es de mi mamá y...—

— ¿Será tuya? — interrumpió.

— No, mi mamá se la dejara a sus sobrinos.

— ¿Tus primos? — cuestionó.

Just Her | KTH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora