Capítulo 26

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No fue un corte tan profundo. Tampoco era como si pudiera confiar en mi propio cuerpo al momento de determinar eso. No podía sentir la sangre deslizándose por mi cuello, pero mi camiseta todavía no estaba manchada y la calma en la expresión de Jack era todo lo que necesitaba para saber que no era tan malo. Taylor, por otra parte, no parecía ni cerca haber terminado.

—¿Cuál es el plan? —repitió ella, el filo de la navaja deslizándose hacia abajo por mi pecho y luego mis costillas.

—No hay ninguno —respondió Jack—. Hasta aquí llegaba nuestra parte. No sabemos el resto por seguridad.

—Nos conocemos desde siempre, Jackie —dijo Taylor sonriendo—. Eres un mentiroso por naturaleza.

—No hay nada.

—La tortura física está sobrevalorada. Los agentes ya están entrenados para soportarla —dijo Taylor y por un fugaz instante se fijó en mí—. La psicológica, por otra parte... Cuanto más sutil, más efectiva.

Ella clavó el cuchillo en mi cintura. El corte fue demasiado limpio y preciso, mis músculos seguían adormecidos como para sentir dolor alguno, pero cuando retiró la navaja, tampoco brotó demasiada sangre. Taylor sabía demasiado bien lo que estaba haciendo, y cuando siguió bajando el cuchillo por mi cuerpo hasta llegar a mi muslo, comprendí lo que se traía entre manos. No estaba cortando sitios al azar.

—Debe ser enloquecedor, ver cómo alguien se desangra lentamente. Gota a gota —continuó ella—. Aunque tú tampoco tienes mucho tiempo, así que mejor quebrarte rápido.

Clavó la navaja hasta el mango en mi muslo. Siseé de dolor al sentirlo esta vez. No pude evitarlo. Había una vena importante por allí, lo sabía, John varias veces me había advertido sobre las puñaladas en el muslo. Levanté una pierna y la pateé por instinto. Taylor no lució nada contenta ante mi respuesta cuando su navaja voló al otro lado de la habitación. Supe enseguida que este corte no era tan inofensivo como los demás. La delgada línea de sangre fue rápida en deslizarse a lo largo de toda mi pierna, las primeras gotas cayendo al suelo.

—Entonces mejor hagamos que valga la pena —dije sonriendo—. Emma Bright, un gusto. No me gusta que me roben escena. Soy una diva.

Me balanceé a pesar de no ser la mejor alternativa, no con cortes en zonas tan sensibles. Taylor se acercó a mí, no lo dudé. Cualquiera que hubiera tomado las suficientes clases de boxeo sabía dónde los principales nervios se encontraban y que un buen y preciso golpe podía dejar a cualquier enemigo knock out. Tiré con mis caderas hacia delante y levanté una pierna. Mi pie conectó de pleno en su mandíbula con un duro golpe.

El impacto me envió hacia atrás, las esposas sacudiéndose y lastimando mis muñecas. Taylor retrocedió un paso antes de caer de espaldas al suelo. No se volvió a mover. Al menos eso era un problema menos. No podía decir lo mismo de mí al ver las gotas de sangre caer al suelo. Esto no estaba bien, y el hecho de no sentir la pérdida de sangre no podía ser bueno de ningún modo.

Me quedé quieta al escuchar el ruido de la puerta. ¿Cuántas personas podía haber aquí? La joven que entró no pareció sorprendida por la escena. Llevaba su cabello negro recogido en un moño y una expresión de exasperación. Ni siquiera le dio una segunda mirada al cuerpo inconsciente de Taylor o a mí sino que se acercó a Jack con un buen puñado de hojas. Él resopló y echó la cabeza hacia atrás como si ya no pudiera tolerarlo.

—Necesito tu firma —dijo ella.

—¿Tiene que ser ahora, Cherry? Estoy un poco ocupado —respondió Jack—. Y sin manos.

—Puedes leer —dijo Cherry.

—También estoy envenenado, créeme que la luz ya me resulta bastante molesta como para intentar enfocar letras ahora —dijo él y ella resopló.

Phoenix (Pandora #6)Where stories live. Discover now