Capítulo 15

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Amaba a Alicia. De hecho, era la que mejor debía estar lidiando con su presencia de la familia, tal vez por el hecho de que prefería limitarme a saber que era una criminal buscada en seis países (al menos así ella declaraba con orgullo) sin querer saber los detalles que la habían llevado a eso. Lo entendía, era mejor no indagar en los negocios de Giorgio, pero coincidía con él en cuanto a que familia era familia, y nos protegíamos y respetábamos sin importar de qué lado de la ley estuviéramos.

El único inconveniente era que ella resultaba la peor compañera de habitación posible, y mientras que ya no compartíamos cuarto como cuando éramos niñas, el hecho que solo un muro nos separara tampoco ayudaba. Tenía la música tan fuerte que casi podía sentir las vibraciones incluso cuando era pasada la medianoche. Si ese no era el problema, lo era el hecho que hablaba demasiado fuerte por teléfono, tanto como para que yo supiera lo mucho mucho mucho que extrañaba a su prometido. No imaginé que ella y Giorgio serían de tener esas conversaciones empalagosamente cursis estando lejos, no el sujeto que debía pasarse las noches torturando o matando gente.

Cuando comencé a escuchar golpes en la pared como si estuviera lanzando cosas, terminé por rendirme. Resoplé y salí de la cama. ¿Cómo siquiera Alicia había terminado en la habitación conjunta a la mía considerando el ridículo número de dormitorios que había? La residencia Bright era lo suficientemente grande como para que tuviera que coger una bata al abandonar mi habitación, el frío corriendo por sus infinitos corredores en pleno verano.

¿Era mucho pedir una noche de sueño normal? Estaba cansada, estresada, paranoica, y mi prima no ayudaba. Ni siquiera me atreví a llamar a su puerta para silenciarla, ella estaba a los gritos por teléfono en lo que parecía una crisis de novia planeando su boda, insultando a algún proveedor, y había pocas cosas más peligrosas que una novia en crisis por organizar su día especial.

Seguí adelante, arrastrando mis pies sobre el suelo alfombrado mientras mi cuerpo solo podía pensar en quejarse por abandonar la cama. Si el mundo fuera justo, Lionel estaría teniendo tan malas noches como yo, aunque siendo honesta y considerando mi suerte, el hombre debía estar durmiendo como un bebé ahora mismo. No era justo. Él debería tener tanto que perder como yo, cuando lo cierto era que no se preocupaba por nada ni nadie.

Dudé un instante antes de llamar a la puerta a Jack. Podía ver en el suelo resquicios de luz al otro lado por lo que debía seguir despierto. Ethan ya había confesado no estar teniendo sus mejores noches tampoco, no deseaba molestarlo, y tenía suficiente edad como para que mi orgullo ni siquiera me permitiera considerar la idea de ir por un adulto.

—¿Sucede algo? —preguntó Jack apenas me abrió.

—Alicia es la peor compañera de piso y es imposible dormir. ¿Puedo quedarme aquí un rato?

Él no dijo nada al hacerse a un lado para dejarme pasar. ¿Alguna vez se negaría cuando buscara su compañía? Me ofreció una cansada sonrisa, como si no lo hubiera sacado de la cama a juzgar por su cabello despeinado y las sábanas removidas. Jack regresó a su lugar, recogiendo el libro de la mesa de noche donde lo había dejado. Me dejé caer a su lado y apoyé la cabeza sobre su hombro al recostarme.

Su piel se sentía cálida contra la mía. Podría pasarme así todas las noches, aunque solo fuera para acompañarlo mientras leía. El corte en sus costillas se seguía viendo reciente, pero al menos ya había cicatrizado. Una nueva medalla de héroe, esta por Andy. Tenía hojas dispersas sobre su mesa de noche, anotaciones sin sentido que casi parecían lenguaje de programación. Quizás Ethan le hubiera pedido ayuda. Después de todo, Byte le había enseñado algunos trucos a Jack.

Suspiré, alejando cualquier pensamiento relacionado al trabajo o sabía que nunca podría despejar mi mente lo suficiente para lograr dormir. Intenté concentrarme en otra cosa, como la acompasada respiración de Jack o el sonido de las hojas al cambiar de página. Tenía una nueva edición de Les Fleurs du mal, de Baudelaire. Sonreí al recordarlo quejándose sobre cómo solo Waterstones tenía ediciones en su idioma original, supuse que eso había sido el resultado de su inusual viaje a juzgar por el marca páginas con la gran W.

Phoenix (Pandora #6)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora