Capítulo 23

8.6K 1.4K 278
                                    


No dije nada cuando el abuelo se acercó con un botiquín lleno de inyecciones. No lo había hecho cuando Ethan me había obligado a correr con él esta mañana, estaba segura de haber perdido un pulmón en alguna parte del jardín. Tampoco me quejé cuando John quiso practicar combate cuerpo a cuerpo. El tiempo seguía corriendo y cada vez tenía menos para prepararme.

Hice una mueca al echar la cabeza hacia atrás y sentir el pinchazo en mi cuello. El abuelo repitió el acto en mis costillas, mano, y cualquier otro lugar donde necesitara un pequeño refuerzo. Al menos esas eran las palabras que él había usado. Tan pronto como sentí el hormigueo en mi piel, supe que en realidad era todo lo contrario. Si el dolor era inevitable, entonces mejor ignorarlo.

—Conocer tu cuerpo en la adversidad es tal vez más importante que cuando estás bien —dijo el abuelo—. Cuenta el tiempo hasta que vuelvas a sentir dolor, así sabrás cuánto margen tendrás en la misión. Pero, Emma, sé cuidadosa. No sentir nada, implica que si recibes un daño peor, no lo sabrás y las consecuencias podrían ser peores.

—Entonces solo debo evitar meterme en peleas —respondí y él sonrió con cariño.

—Chica inteligente. Por eso no queremos dormir tu mente.

—Esto es serio, Emma —dijo John desde donde estaba sentado en la oficina del abuelo, apoyado sobre sus codos y observándome con preocupación—. Dormir tu cuerpo implica que si te quiebras una costilla, no lo sentirás como tal, y si esta te atraviesa un pulmón u órgano vital, podrías no saberlo hasta que sea tarde. Necesitas chequear tu estado con más frecuencia, y estar atenta a cualquier posible señal de que algo anda mal. Hay una diferencia vital entre tolerar el dolor y no sentirlo.

Él tenía su ceño fruncido en profunda preocupación, tal vez demasiado. No me había quitado la mirada de encima en ningún momento desde que había dicho que estaba dispuesta a aceptar. Después de todo, John había sido mi entrenador desde el comienzo, y aun si no fuera el caso, él llevaba toda una vida cuidando de mí como si fuera su hija. No podía mentir sobre sentirme más cercana a John que a papá, menos cuando él estaba confiando en mi elección y ayudándome a estar en las mejores condiciones en vez de querer hacerme a un lado.

El abuelo partió cuando alguien lo llamó, abandonando su oficina y dejándome a sola con los dos hermanos Bright originales. Me bajé del escritorio y puse de nuevo mi camiseta para tapar mis marcas. Papá y John estaban sentados en sofás a juego, compartiendo un único trago de whiskey cada uno. Si el hecho de que ambos estuvieran bebiendo frente a mí no era prueba de que el futuro era incierto, no sabía qué lo sería.

—¿Entonces? —pregunté acercándome para estar frente a ellos—. ¿En algún momento piensan decirme cuál es mi parte del plan? Porque estamos a dos días del golpe, y me gustaría tener una idea al menos de lo que debo hacer.

—Voy a decirte algo, y necesito que guardes silencio y me dejes explicar —dijo papá de un modo demasiado serio como nunca había oído—. Estoy confiando en tu objetividad en este asunto, Emma. Necesito tu mente tan fría como la mía. ¿Puedes hacerlo?

—Sí —dije y él suspiró.

—Vamos a atacar, y Jack nos va a traicionar —dijo papá y me silenció con la mirada tan pronto como abrí la boca—. Eso es lo que va a suceder. Él baja la guardia cerca de ti, por eso te necesito en el campo cerca de Jack y cuando haga su movimiento, detenlo. Lo conoces mejor que cualquier otro como para vencerlo. Sospecho que incluso dejó escapar a Lionel en nuestro enfrentamiento anterior. Podría haberle disparado, pero escogió otro blanco. Y no sé por qué lo hace, pero nos lleva mintiendo desde el principio, y si lo dejé llegar hasta aquí, es porque si está aliado con Lionel, necesito que nuestro enemigo crea que tiene la ventaja.

Phoenix (Pandora #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora