No me pasa desapercibido su tono burlón y eso hace que me relaje. Como si me leyese el pensamiento, la mirada de David recae en mí mientras se acerca de nuevo.

—Siento lo de antes —se disculpa.

—No —niego con la cabeza—. Tenías razón.

Ambos sonreímos levemente aceptando las disculpas.

—Esos son mis chicos —interviene Javi, mostrándose orgulloso—. Ahora menos charlita y más acción, niños. Quiero un buen espectáculo —añade, frotándose las manos y sonriendo mientras se levanta de la silla.

—¿Estás seguro? —me pregunta David con precaución, rascándose la nuca sin parecer muy convencido.

—Vamos a ello —me levanto.

La competición es en tres días y todos mis pensamientos deben dirigirse a ganar la competición. No puedo permitir que mi estado de ánimo me impida lograr mi objetivo.

La incomodidad con Carolina alrededor es palpable, pero una vez más me repito y me convenzo de que tengo que ser profesional y no dejarme llevar por las emociones. Aunque me cueste reconocerlo Carolina es muy buena en su trabajo, David está satisfecho con su capacidad de aprendizaje y, en lo que a mí respecta, la moto va como un tiro así que no tengo motivos objetivos para que la despidan.

Y es una putada, pero nadie dijo que la vida fuese fácil ni mucho menos justa

En lo que queda de día consigo concentrarme en perfeccionar los saltos y terminar el recorrido en el tiempo establecido.

—¿Listo para ir a Galicia? —me pregunta David con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

Asiento mientras me quito el casco y me revuelvo un poco el pelo.

—Tengo ganas —reconozco.

—Te vas a clasificar en el podio —prácticamente asegura mi amigo.

Es bastante probable teniendo en cuenta que hemos indagado en el historial de la gente que compite. La única persona que considero una competencia segura es Álex, y ganarle va a hacer que el sabor de la victoria sea mucho mejor.

—Eso si Álex no me quita del medio —bromeo.

A David se le borra la sonrisa al instante y me mira serio, casi de manera penetrante.

—Ve con cuidado —dice con firmeza—, te lo digo en serio. No me fío ni un pelo.

—Que sí —le digo—, no te preocupes.

—Le estaré vigilando desde la distancia —asegura, yo asiento porque sé que va a estar al tanto de todo lo que ocurra en el circuito—, y ahora me voy a casa a dormir que mañana nos espera un largo viaje de carretera —añade antes de darme un apretón en el hombro e irse.

Me dispongo a hacer lo mismo cuando la voz de Carolina me detiene.

—¿Podemos hablar? —pregunta.

—Estoy cansado, Carolina —contesto—, y sinceramente no me apetece.

Ella me mira debatiéndose entre decir algo más o dejarlo estar. Finalmente dice:

—Esto es realmente importante para vosotros, ¿verdad?

No sé por qué lo pregunta, pero decido ser sincero con ella.

—Sí. Ganar el campeonato es importante para todos, especialmente para el taller de la familia de David —le confieso, mirando hacia la puerta por la que ha salido mi amigo minutos antes.

Carolina asiente con cautela

—Algo mencionó —añade pensativa, luego levanta la mirada para decir—: Le debo mucho a su familia, ¿sabes? Por darme la oportunidad de trabajar con ellos y aprender, por no juzgarme por ser mujer...Y me gustaría devolverles el favor.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora