Capítulo 8

9.5K 579 121
                                    

Andrea

― ¡Arriba! Venga, tenemos que irnos ―escucho una voz de fondo.

¿De quién es esa voz y por qué parece que trata de despertarme? ¿Acaso quiere morir?

Doy vueltas en la cama intentado ignorar esa irritante voz. Me molesta muchísimo que me despierten y todavía más cuando lo hace alguien canturreando y abriendo las cortinas de par en par.

¿De dónde saca la gente la energía al despertarse? No lo entiendo.

―Javi y Sofía ya están en el coche —me informa Pablo—, dicen que como no bajes en diez minutos se van sin ti, tú verás ―canturrea.

Abro los ojos exageradamente al escucharle y me levanto de mala gana, ¡uf! Los odio con todo mi ser ahora mismo.

Escucho la risa de Pablo.

―Creo que alguien no tiene muy buen despertar ―comenta, observando mis movimientos.

― ¿Te importa callarte? ―le digo, de muy mal humor—. Ponte a hacer algo y haz como si no estuviera.

Esboza una amplia sonrisa y levanta las manos.

―Vale tranquila, no me pegues ―se burla, parece que le divierte molestarme.

―Idiota ―murmuro.

―Niñata ―me responde sin dejar de sonreír.

Por mi mente pasan varias maneras de borrarle la sonrisita de la cara. ¿Cómo se atrevían a despertarme? Mejor dicho, ¿cómo habían permitido que Pablo fuese el encargado de despertarme? Por su culpa estoy con un humor de perros.

Camino hacia el baño y me aliso un poco la ropa con las manos, había dormido con ella toda la noche porque no me fiaba ni un pelo de Pablo. No es la primera vez que lo hacía, solía hacerlo durante el curso cuando llegaba de fiesta a las tantas y solo pensaba en tirarme en la cama a dormir.

Me ato el pelo en un moño despeinado, me pongo las vans, cojo mis cosas y salgo rápidamente por la puerta. Escucho los pasos de Pablo tras los míos y puedo notar que ríe levemente. No sé qué le hace tanta gracia, ¿nunca ha visto a una chica con mal despertar o qué?

Salgo del hotel y camino hacia donde está el coche aparcado.

― ¡Al fin! Un minuto más y me tocaba a mí ir a por ti ―sonríe Sofía mirando su reloj.

― ¿Cómo podéis estar tan contentos a estas horas? ―frunzo el ceño, mirando mi reloj―, son las nueve de la mañana. ¿Cómo habéis conseguido levantaros tan pronto e ir a buscar el coche en mitad de la nada? ―pregunto, subiendo al asiento trasero.

―Se llama fuerza de voluntad querida prima, no sé tú, pero a nosotros nos gustaría volver a casa ―me responde Javi.

―Ya, pero levantarse un poco más tarde no le hace daño a nadie eh ―contraataco yo, cruzándome de brazos.

―Estamos en pleno verano, cuanto antes salgamos, menos tráfico ―rebate mi primo.

Vale, te lo compro

―En el fondo tenía la esperanza de que fuese una maniobra de Pablo para que le hiciese caso —les digo.

―Pues no —niega Sofía—. Hemos hecho un sorteo para ver quién se enfrentaba a ti dormida y ha perdido.

En el fondo creía que en algún momento me diría: relájate era una broma, pero no. Resulta que Pablito solo era un mandado.

—Y como un campeón ha ido —agrega mi primo.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora