Capítulo 23

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Andrea

Maldigo la hora en la que decidí salir a correr, no sé en qué estaba pensando.

Mi intención era salir pronto para poder correr por la playa y que nadie me molestase. Pero entre unas cosas y otras al final salí más tarde de lo planeado y ahora, sin exagerar, estoy al borde de una insolación.

Joder, cómo calienta el sol

Decido ir a uno de los bares cercanos y pedir un vaso de agua para aguantar la media hora que me queda de vuelta al apartamento. Me siento cinco minutos para recuperar el ritmo normal de mi respiración y, tras darle las gracias a la camarera por su hospitalidad, vuelvo a ponerme en marcha.

Nada más salir por la puerta escucho una voz conocida:

—Hola preciosa ―saluda Álex, dándole una calada a un cigarro.

―Joder Álex, ¡que susto! ―me llevo una mano al pecho.

¿Acaso este chico se teletransporta? Madre mía está en todas partes.

No quiero ni preguntar de donde ha salido.

Álex está apoyado contra la pared del bar y no se molesta en disimular el repaso que me da.

―¿Ahora también eres deportista? ―arquea una ceja, haciendo referencia a mi vestimenta.

Miro mi vestimenta, llevo un top y unos leggins deportivos así que creo que la respuesta es bastante evidente.

―Eso parece —me limito a contestar.

―Guapa y deportista —sonríe—, Pablo es un chico con suerte.

Volvemos al ataque con el temita.

—Yo también tengo mucha suerte de tenerle —le contesto.

Se hace el silencio entre los dos. La situación es bastante incómoda y ninguno de los dos sabe muy bien cómo proceder.

Huye

Antes de que me de tiempo a poner alguna excusa, Álex cambia de tema.

―Antes de que vuelvas a la capital tenemos que salir ―pide, y tira la colilla del cigarro al suelo—, como amigos ―aclara.

—¿Vendrá Rubén? —inquiero—. Ya sabes, a nuestra salida de amigos —añado, probando mi punto.

Pone mala cara, pero termina sonriendo y asintiendo con resignación.

―Entonces genial ―le sonrío con sinceridad—. Tengo que irme, ya nos veremos —me despido.

Álex asiente con la cabeza a modo de despedida y yo aprovecho para girarme y retomar mi camino.

El chico es bastante insistente, no pierde ocasión de intentar ganarse una oportunidad.

Y aquí me hago la gran pregunta: ¿muestra mucho interés o es un pesado?

En realidad es buen chico, y quizá en otras circunstancias podría haber pasado algo, pero eso cambió cuando apareció el castaño de ojos miel que supo encontrar el equilibrio entre vacilarme y darme cariño.

Pablo se ha ganado mi corazón y eso no lo cambio por nada

Detengo el rumbo de mis pensamientos cuando veo a Elisa, la estupenda prima de Pablo—nótese la ironía—en la puerta e mi edificio.

Respiro profundamente y hago mi mayor esfuerzo por mostrarme agradable. Antes de que pueda procesar lo que hace, avanza a grandes zancadas hasta mí y me zarandea por los hombros tomándome.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora