Capítulo 7

9.8K 638 170
                                    

Andrea

―No seáis cantosas, ¿qué os parece el chico que está a dos mesas de aquí? ―pregunta Paula, señalándolo con un movimiento de cabeza.

Sofi, que está al lado de Paula, inclina la cabeza para poder verlo mejor.

Yo intento girarme disimuladamente.

Valeria literalmente tuerce el cuello y lo mira fijamente haciendo que Paula se encoja en su sitio.

—Madre mía, poco más y te desnucas —le dice nuestra amiga, con una mirada reprobatoria—. ¿Qué parte de no seas cantosa no entiendes?

—¿Qué más da? —Valeria le resta importancia—. El chico no está mal, pero los hay más guapos ―dice, observando todo el panorama.

El plan de dar una vuelta tranquila por el paseo marítimo ha terminado en tomarnos unas cervezas en una terraza que está llena de gente de nuestra edad.

―Ese te está mirando mucho ―le digo a Valeria, haciendo que mire en la misma dirección que yo.

Mi amiga hace una mueca y menea la cabeza.

―David está mucho mejor ―responde, haciendo que todas la miremos—. ¿Qué pasa? El chico tiene un pase.

Todas reímos.

―Tú no te rías tanto que estás ahí de tonteo con Pablo, eh —me dice Sofía, dándome un codazo de manera cómplice—. A ver si te crees que no nos hemos dado cuenta.

―¿Yo con ese idiota? Ni loca ―niego rápidamente.

¿Yo con Pablo? ¿En qué cabeza cabe?

―Sí, ya —añade Paula sin creerme.

—Lo digo en serio —murmuro.

―Que sí que sí, lo que tú digas ―ahora es Val quien me pincha.

Intento permanecer seria, pero se me escapa una sonrisa tonta que me delata.

Estamos un par de horas ahí hasta que decidimos volver al apartamento y descansar.

El timbre empieza a sonar y estoy tan dormida que no distingo si es real o estoy soñando. Me obligo a abrir los ojos lentamente cuando el timbre suena por segunda vez.

―¡Que alguien abra la dichosa puerta por dios! ―oigo gritar a Sofía desde su habitación.

A duras penas me levanto y camino hacia la puerta. Me miro en el espejo y peino un poco mi pelo con las manos en un intento de parecer medianamente decente.

Abro y me quedo de piedra al ver a los chicos esperando en el umbral de la puerta.

―¿Qué hacéis aquí? ―pregunto, apoyándome en el marco de la puerta.

―¿Qué maneras son esas de recibirnos, prima? ―responde Javi, mirándome con diversión.

―Buenos días, qué guapa te levantas por las mañanas ―añade Pablo, mirándome de arriba abajo.

No puedo evitar sentirme algo incómoda, llevo puesta únicamente una camiseta ancha que le había quitado a mi hermano sin que se diese cuenta. Él frunce un poco el ceño al darse cuenta de mi atuendo, pero no dice nada.

―¿No nos vas a invitar a pasar? ―pregunta él, al ver que sigo bloqueando la puerta.

―La verdad es que no tenía intención ―me encojo de hombros, mirando a los chicos con una sonrisa.

―Hemos venido a deciros que tenéis quince minutos para prepararos y bajar ―añade, sin dejar de mirarme.

―¿Prepararnos para qué? ―arqueo una ceja, sin apartar la mirada.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora