Capítulo 21

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Lo esquivo con una sonrisa tonta que se amplía al ver que hace un puchero.

¿Por qué es tan guapo?

Aprieto su cara entre mis manos y la estrujo antes de besarlo. Empieza siendo un beso suave, pero se va haciendo cada vez más salvaje. Pablo me agarra del culo y me eleva haciendo que mis piernas se enrosquen alrededor de su cintura.

―Chicos, Alba y yo nos vamos de compras...―nos informa Susana, abriendo la puerta. Pablo le lanza una mirada de reproche a su madre, pero ésta se limita a sonreír y gesticular—. Lo siento, solo quería avisar. Seguid a lo vuestro —añade, conteniendo la risa.

La puerta se cierra, y al mirar a Pablo no puedo evitar reírme.

―Dios qué vergüenza  ―digo enterrando la cabeza en su pecho.

―Créeme no ha sido lo peor que ha visto ―me cuenta.

―No jodas ―me río―. ¿Te pilló con una chica en pleno....?

Él asiente riendo ante mi expresión.

―Tuve una época bastante exhibicionista —comienza—. Me gustaba hacerlo en cualquier parte de mi casa y correr el riesgo de que me pillaran. Y vaya si me pillaron...la cara de mi madre al vernos en el sofá fue épica.

―No me lo puedo creer —me río―. Me imagino la cara de espanto de tu madre.

—Y la cara de la chica cuando mi madre la invitó de forma educada a marcharse también es digna de recordar —añade—. Después de eso nunca volvió a hablarme —se encoge de hombros.

—Vaya, pobre Pablito —le doy una palmadita en el pecho—. Como si no hubiera chicas esperando para tener una oportunidad contigo —sonrío.

Soy afortunada, el chico más guapo es mío.

—Creo que has ligado más en estas semanas que todos nosotros en nuestra vida —comenta, refiriéndose a sus amigos.

Si tú te lo crees, yo también me lo creo...

―Exagerado ―ruedo los ojos.

―Bueno, ahora que lo pienso, es difícil que nos superes a David y a mí —me pincha.

Una de las cosas que más me gustan de Pablo es el vacile. Sabe exactamente cómo jugar sus cartas y a mí me encanta entrar al juego.

―¿Perdona? —arqueo una ceja—. Val y yo seguro que hemos roto más corazones que tú y todos los chicos juntos ―contraataco.

―¿Eso suena a reto? ―sonríe, mirándome desafiante.

―Oh cariño, no sabes cuánto me encantan los retos ―le respondo, esbozando una amplia sonrisa.

―Entonces esta noche lo veremos en la feria ―añade él.

―Estaré encantada de mostrártelo, luego no llores —le pico.

―Tranquila nena, estaré encantado de verlo —me da un beso en la coronilla y me estrecha contra él.

¿Sus muestras de afecto sin que se lo pida? Otra de las cosas que me encantan de él.

―No intentes despistarme...—levanto la cabeza para mirarle a los ojos—. Voy a ganar, así que mentalízate para que no te afecte tanto la derrota ―le digo.

Pablo suelta una sonora carcajada.

―Estaré encantado de ganarte nena, otra vez.

Oh, esto es la guerra.





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