Capítulo 16

8.9K 556 152
                                    

Me despierto al día siguiente al escuchar voces y movimientos provenientes del piso de abajo, me remuevo en la cama unos minutos más hasta que decido levantarme.

Camino hacia el baño, hago mis necesidades y me ato el pelo en un moño despeinado. Me pongo la misma ropa que llevaba ayer, unos shorts, un top, las vans y salgo de la habitación.

Bajo las escaleras con tranquilidad hasta que veo a una niña parada al final, observándome con curiosidad. No me da tiempo a reaccionar porque sale corriendo y empieza a gritar.

Doy por hecho que es la hermana de Pablo.

―¡Papi, papi! ―chilla emocionada ―hay una chica bajando las escaleras.

Camino hacia la cocina y sonrío al ver a Susana, la madre de Pablo.

—Que sorpresa —me dice antes de acercarse a darme un abrazo.

Su padre levanta la vista del periódico y se coloca las gafas antes de darme una cálida sonrisa.

―Soy Juan —se presenta—. Padre del trasnochador que duerme arriba.

Sonrío y miro a la niña, que parece ocupada analizándome.

―Que guapa eres, pareces una princesa ―sonríe tomando asiento al lado de su padre.

Con las pintas que llevo ahora mismo lo dudo, pero me siento halagada por el comentario, por lo menos me da la sensación de que no le disgusta mi presencia.

¿Por qué me siento aliviada?

―¿Cuántos años tienes? ―me pregunta, llevándose un par de patatas de bolsa a la boca.

―¿Cuántos crees que tengo? ―le sonrío, sentándome frente a ella.

―Mmm...―me observa pensativa por unos instantes—. Dieciocho.

Asiento y ella alza las cejas sorprendida.

―Pablo tiene veintiuno ―me cuenta—, los ha cumplido este año.

Su mirada rápidamente se desvía, se levanta de golpe y sale disparada a la puerta de la cocina para abrazar a su hermano.

Este sonríe, la coge en brazos y rápidamente empieza a hacerle cosquillas. La cocina se llena de las risas de Alba y yo solo puedo sonreír, los chicos con hermanos pequeños me encantan, siento debilidad por ellos.

—¿Ya estás comiendo patatas otra vez? —la regaña Susana al ver restos por toda su ropa—. Luego no vas a tener hambre.

Alba sonríe de manera inocente buscando ayuda en su padre, pero este se hace el loco.

—Baja a tu hermana, haz el favor —añade con voz autoritaria.

Pablo rueda los ojos y deja a Alba en el suelo. El primero se sienta a mi izquierda y la segunda vuelve a sentarse donde antes, justo frente a los dos.

Sonrío internamente porque su familia me recuerda a la mía.

―¿Sois novios? ―sigue preguntando la niña, mirándonos a ambos.

No es la única interesada porque Juan mira de reojo a su hija y luego a nosotros.

―No ―niego rápidamente―, tu hermano y yo solo somos amigos ―le explico.

—¿Y qué hacíais arriba? —añade con curiosidad.

Juan por poco escupe el agua y le da una mirada para que no siga por ese camino. La niña lo ignora por completo decidida a hablar nuevamente hasta se ve interrumpida por su madre.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora