—¿Pero se va a poner bien? —me sorbo los mocos.

—No lo sé, cariño —me susurra—. Tu madre no me ha dado mucha información, simplemente ha llamado y me ha pedido que te lo diga yo para que no sea tan frío e impersonal a través de una pantalla —me cuenta.

Por eso no encontraba mi móvil, lo tenía ella.

Se separa lentamente y busca mi mirada.

—¿Estás enfadada?

—¿Qué? ¡No! —niego mientras me limpio las lágrimas—. Solo necesito llamar a mi familia.

Valeria asiente, entendiéndolo y me pasa el móvil antes de levantarse del sofá. Sofía y Paula se acercan y, tras darme un abrazo, siguen a Val fuera de la sala.

Busco el contacto de mi abuelo y, tras tres pitidos descuelga el teléfono.

―Abuelo ―se me quiebra la voz.

―Hola Andy cariño —me llama por el apelativo que me puso cuando era pequeña y lloro con más fuerza—. Mi niña no llores, me rompe el alma escucharte —le oigo decir igual de emocionado.

―Lo siento, he sido la última en enterarme —me disculpo—.  Estoy asustada abuelo, no quiero que le pase nada —digo, sin dejar de llorar.

―La abuela se pondrá bien―me asegura el abuelo—, todavía no puede dejarme —sonrío levemente, aunque percibo que no suena muy convencido.

―Cogeré el primer billete de tren que haya disponible —le informo.

―De eso nada ―me dice—. Esto se va a quedar en un susto, tú disfruta de los días que te quedan.

―No puedo estar aquí sabiendo que la abuela está en el hospital internada —le digo—. Es que no voy a estar tranquila, ni tampoco voy a disfrutar sabiendo como está la situación allí.

Mi abuelo suspira sabiendo que soy muy cabezota.

―Entonces nos vemos pronto ―me responde, más animado.

Sé perfectamente que necesita todo nuestro apoyo ahora mismo. Quiere a sus cuatro nietos, pero siempre ha mostrado cierta predilección por mí desde que era pequeña.

Ventajas de ser la única niña, supongo

―Y yo a ti abuelo, avisa a mamá de que he hablado contigo ―añado y él me asegura que lo hará en cuanto vuelva al hospital.

Cuelgo y me encierro en mi habitación.

Dejo el móvil sobre la mesita de noche y me tumbo en la cama. Cierro los ojos y me duermo hasta que empiezo a escuchar voces lejanas en el pasillo. La puerta de mi habitación se abre y puedo imaginarme perfectamente quién acaba de entrar, aunque prefiero mantenerme con los ojos cerrados.

Siento cómo la cama se hunde a mi lado y unos brazos me rodean por detrás.

―Me ha contado Javi lo que ha pasado, lo siento mucho —me dice.

Me giro para mirarle, colocando la cabeza sobre las manos por encima de la almohada.

—Gracias —susurro.

Él acaricia un mechón de mi pelo y me da un beso en la frente.

—No sé qué voy a hacer sin ti cuando te vayas...

Se me encoge el alma al escuchar sus palabras.

—No lo pienses demasiado, no quiero que pasemos el tiempo que nos queda juntos deprimiéndonos ―pido, dejando caer mi cabeza sobre su pecho.

Atrévete ConmigoWhere stories live. Discover now