Capítulo 36.

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Me quedé estática. ¿Es cierto lo que la boca de Conor acababa de pronunciar? Porque mi cerebro no lo asimilaba.

-Lucy, lo que acabo de decir, si no quieres, no es necesario que abortes.

-Necesito arreglar todo con Jack. Necesito saber qué opina él.

-¿Tan importante es?

-Lo es. Sino no te o estaría pidiendo.

-No le veo tanta importancia como la que le estas dando.

-Conor, la tiene.

-Entiendo, le puedes llamar desde el teléfono de mi despacho, no creo que te coja el tuyo, con lo cabezón que es.

-No lo hará. Gracias, por todo.

-Sé que he llegado un poco tarde para ayudarte, no supe darme cuenta antes de todo lo que estaba haciendo.

-Lo importante es que te has dado cuenta.

-Supongo. Salgo un momento para que puedas hablar con él. –Salió del despacho y yo corrí hacía el teléfono. Cogí mi móvil para copiar su número y marcar ya. Un toque, dos, tres, vamos Jack contesta, cuatro, cinco.

-¿Sí? –esa no era la voz de Jack, definitivamente.

-¿Jack?

-Lucy, soy Finn. –suspiré  de alivio. –Jack está aquí, pero dudo que quiera hablar con nadie.

-Haz lo que sea pero necesito hablar con él, necesito explicarle todo.

-Está muy cabreado con el mundo no sé qué puedo decirle para que se ponga al teléfono.

-Dile que soy Zoe, miéntele, pero por favor, haz que se ponga.

-Espera un momento. –supe que dejó el teléfono sobre una superficie cuando escuche un pequeño golpe. Voces se oían a lo lejos.

-¿Si? –era la voz de una chica.

-¿Finn? –era inútil la pegunta, pero tampoco sabía muy bien que decir.

-No, Emily, ¿querías algo? – como siempre tan amable. Ironía.

-Estaba hablando con tu hermano, nada importante.

-Emily, dame ese teléfono. –esa era por fin la voz de Jack. -¿Qué quieres Lucy?

-Necesito explicártelo todo, yo tampoco sabía nada de esto. No me lo esperaba.

-No quiero escucharlo, pensé que eras diferente.

-Oh, vamos, ni siquiera ha sido un embarazo natural Jack, pero como eres tan cabezón nunca me escucharas. Si quieres irte de mi lado vete, no me importa, lo superaré, seguiré con mi vida. – la voz se me rompió en ese momento, las lágrimas pasaban por mi cara haciendo su ya habitual recorrido. –Saldré de este lío contigo o sin ti, tú decides.

-¿Estás llorando? –su voz se había suavizado.

-Eso no es lo importante.

-Sí lo es. En media hora te veo.

-¿Dónde?

-La casa del jardín.

Evenings in London | Jack HarriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora