―Te quiero ―chillo de vuelta.

―Quiéreme menos y abre la puerta ―esta vez aporrea la puerta con más fuerza—. Mira que la tiro abajo.

—Pues pagas la fianza —me burlo.

—Andrea...

―Ya voy ―me levanto de la cama perezosamente y camino hacia la puerta para abrir.

Cuando abro siento cada una de las miradas de mis amigos sobre mí y no puedo evitar sonreírles con inocencia.

―Dame una sola razón por la que debas dormir en esa cama ―exige Val—. Una y es tuya.

—Si no duermo bien vais a tener que aguantar mi mal genio estos días.

—No me sirve —niega la rubia, empezando a caminar de vuelta al salón.

—¡Espera! —la detengo.

Todos me miran expectantes.

Ahí va amigos míos

No quería recurrir a temas turbios, pero me lo pedís a gritos...

―No creo que sea algo agradable que nos pilléis a Pablo y a mí en pleno confeti en el sofá ―me encojo de hombros—. Y en las literas...pobre del que la comparta conmigo si me toca.

Entonces, me apoyo contra el marco de la puerta y añado:

―Vosotros no tenéis ese problema —me cruzo de brazos—, ¿o sí y no estoy al tanto? —espero su respuesta mientras disfruto del ambiente de incomodidad que acabo de crear.

David y Valeria me miran horrorizados.

Javi y Sofía se hacen los locos.

Adri pone una mueca de resignación y Pablo sonríe satisfecho, al final esto le favorece.

―¿Nosotros? ―inquiere Sofía, siendo la más rápida en reaccionar. Se señala a ella misma y a mi primo y niega con la cabeza—. No.

―Ni por todo el oro del mundo ―concuerda David.

Valeria resopla al escuchar el comentario.

—A ti no te toco ni con un palo, cerdo.

—No decías eso hace unos días —David sonríe de forma arrogante—. ¿Quieres que te refresque la memoria?

Los dos se miran de manera desafiante durante unos segundos. Decido intervenir antes de que estos dos lleguen a las manos.

―Bueno, pues lo que decía desde el principio ―esbozo una sonrisa triunfal—. La habitación es mía.

―Capulla con suerte ―murmura Val―. Vamos a sortear el resto —les dice a los demás.

Después de sortear las habitaciones la situación es la siguiente: Paula y Adri duermen en el sofá, Javi y Sofía en las literas y David y Valeria en la otra cama matrimonial.

―Que sepas que si duermo contigo es por la cama ―oigo decir a Val—, no te emociones.

―Repítelo hasta que te lo creas, rubia ―le responde David.

Me río al verlos, son tan parecidos...En realidad son tan para cual, pero tienen una necesidad insana por intentar quedar por encima del otro.

Estoy ordenando mis cosas cuando siento que los cálidos brazos de Pablo me rodean desde atrás.

―¿Siempre consigues todo lo que te propones? ―me susurra al oído.

―Es una de mis grandes habilidades ―sonrío, dándome la vuelta para encararle.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora