《♤》
Enfrió antes de que oscureciera. Todo mi cuerpo estaba estremeciéndose mucho antes de que la luna saliera. Me hice bolita y me senté acurrucado en las piedras, castañeando los dientes.
Era la primera vez que estaba fuera de noche. Sabía que hacía mas frío que en el día, pues había sentido la temperatura caer dentro de la casa, pero no me esperaba un frío así. En ese momento hacia más frío que una noche de invierno en mi casa. Parecía una locura que en el desierto hiciera un calor tan estúpido de día y un frío estúpido por la noche. Pero supongo que ahí no hay nubes, no hay nada que encierre el calor. El calor desaparece como el horizonte. Supongo que por esa razón aquella noche era tan brillante: no había nada que ocultara a la luna.
Me alegré. significaba que aun podía ver lo suficiente para caminar por las rocas. Significaba que podía estar atento al piso en busca de sombras con forma de serpiente. Empece a dar unos pasos con tal de entrar en calor. Llegó un momento en que ya no pude esperar más. Tomé el angosto camino que volvía a salir a la orilla de las Separadas.
Desde allí contemplé la cerca que habías construido. Era bastante alta, pero no parecía muy resistente. Me pasé las manos por los brazos, frotándolos. Tenía demasiado frío como para pensar en algo más que volverme a calentar. Ocasionalmente oía acercarse el ruido del motor de tu coche mientras hacías tus rondas. Una de las ventajas de este plan es que podía escucharte siglos antes de que llegaras. Pero mis dientes castañeaban tan fuerte, que me preocupaba que tu también los fueras a oír. Me preguntaba qué estarías pensando: ¿Sabías exactamente dónde estaba yo?
Me envolví con mis brazos lo mejor que pude y miré las estrellas. Si no hubiera tenido tanto frío ni tantas ganas de escapar, las hubiera podido contemplar para siempre: eran increíblemente bellas, numerosas brillantes. Mis ojos se podían perder allá arriba si los dejaba mirar largo rato. En casa, a duras penas si se veía una estrella, entre contaminación y las luces de la ciudad, pero en el desierto era imposible que no las viera. Me devoraron. Era como cien mil vueltas diminutas, que mandaban esperanza. Verlas me hizo pensar que todo podía estar bien.
Esperé a que volvieras a pasar manejando, y entonces me aparté de las rocas. Me sorprendió el frío repentino que sentí en la espalda cuando separé los hombros de la roca. Seguro que las rocas habían estando absorbiendo la luz del sol todas esas horas, calentándose. Di un par de pasos en la arena.
De inmediato me sentí expuesto, como desnudo, y me pareció que observabas todos mis movimientos. Corrí rápido hasta la cerca, con la cabeza inclinada. Esos pocos metros se sintieron como muchos más de los que eran. Todo el tiempo iba atento al ruido de tu coche, y lo escuchaba, pero como un ruido lejano del otro lado de las rocas.
Me detuve al llegar a la cerca. Estaba hecha de malla de alambre estirada, bastante más alta que mi cabeza. No me cabían los dedos en sus huecos diminutos. Traté de meter la bota para impulsarme pero no se sostuvo y acabé resbalándome por la malla, rasguñándome los dedos. Probé otra vez con la otra bota. Tampoco sirvió. Pateé la cerca. La empujé pero solo me rebotó.
Entonces empecé a temblar, de frío o de miedo, no lo sé... seguro que de ambos. Me obligué a concentrarme en el problema. Como no podía pasar la cerca por arriba, tendría que hacerlo por abajo. Me tiré en la arena y me puse a escarbar. Pero esta arena no era como la de la playa. Esta era arena dura del desierto con piedras y espinas y trozos de plantas. Era tan ruda y agreste como todo lo que había allí. Rechiné los dientes, tratando de ignorar la manera en que la tierra me raspaba las manos y seguí escarbando. Era como estar en un película de guerra, excavando para huir de un campo de prisioneros. Pero las cosas nunca salen como en Hollywood. Por el agujero que hice solo cabía un conejo. Era inútil. Me tiré de panza y traté de levantar la cerca por abajo, pero ni se movió. Pude meter los dedos, nada más. La malla estaba muy tirante.
Me acosté en la arena, con la nariz apoyada en la cerca. Mi corazón iba cada vez más y más rápido: también mi respiración.
Me levanté y volví a tratar de soltarla. Casi gritaba de frustración. Todo se me estaba viniendo encima: la cerca, las rocas...
Entonces oí tu coche.
Empecé a correr de regreso hacia las Separadas.
Pero apareciste antes de que alcanzara lo oscuro. Aun así regresé a la orilla de las rocas y esperé.
Detuviste el coche y apagaste el motor. Saliste de él y te apoyaste en el cofre. Te asomaste hacia las rocas, buscándome. Me habías visto correr. De eso estaba seguro. Quizá también me podías ver allí, temblando, recargado en las rocas, tratando desesperadamente de absorber algo de su calor.
--¿Jimin? --llamaste.
Después de un momento, caminaste a la puerta del copiloto y la abriste. Sacaste un suéter, regresaste y me lo tendiste.
--Regresa conmigo.
Me quedé callado. No quería regresar contigo. No sabía lo que ibas a hacer. Apreté con mis brazos la roca y me ordené dejar de temblar. Las puntas de los dedos se me estaban poniendo azules.
--No hay salida --gritaste--. Voy a esperarte aquí toda la noche si es necesario, toda la semana. No puedes escapar de mí.
Buscaste en tus bolsillos, sacaste en uno de ellos un cigarro liado y lo encendiste. El olor de las hojas quemadas vino flotando hacia mí, suspendido en el helado aire de la noche.
Me pegué a la roca, apartando la cabeza del humo. Traté de cerrar las manos, pero tenía los dedos tan tiesos por el frío, que me dolió.
Otra vez me habías atrapado; sólo era cuestión de tiempo hasta que me hicieras salir. Me deslicé por la roca y me senté en la arena, enterrando las manos entre sus partículas aún calientes, tratando ansioso de absorber calor.
Viste mi movimiento. Te aproximaste a la cerca, apoyando las palmas en ella, y me observaste con cuidado. Regresaste al coche por unas pinzas para cortar alambre. La luz de la luna caía sobre tu piel tan clara mientras trabajabas, brillaba en la mitad de tu rostro. Hiciste un corte en la cerca. Luego doblaste la malla hacia atrás enrollándola como una ola para hacer un agujero por el cual podías pasar.
《♤》
He vuelto, perdón por la mega tardanza.
Espero sigan disfrutando de esta historia:)
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Lost In A Lie -《Yoonmin》
FanfictionUn extraño de piel pálida observa a Jimin en el aeropuerto de Incheon. Él todavía no lo sabe, pero Yoongi es un joven que lo ha seguido durante años. De pronto Jimin se encuentra cautivo dentro de un territorio desolado del que parece no haber escap...
