Capítulo 41

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Me desperté en ropa interior sobre el suelo en una extraña y horrible sala, me levanté y el tacto de la planta de mis pies con el frío hizo que me estremeciese, tenía la garganta seca y la espalda me dolía como mil infiernos, de seguro la herida había estado sangrando y el vendaje estuviese empapado de la misma.

Salí de la siniestra sala por la única puertecilla que allí se encontraba y caí en la cuenta de que ahora estaba en un baño de usos múltiples, había varios gabinetes con sucios retretes dentro y varios lavabos, una lamparita colgaba del techo justo a la mitad del baño iluminándolo completamente.

Las puertas se movían chirriantes a causa del viento que se filtraba de una ventana y me acerqué a ella, era de noche ¡Diablos! ¿Había dormido todo el día allí?

Me acerqué a uno de los lavabos con el fin de lavarme el rostro.

Abrí la canilla del lavabo y asqueada noté que agua grisácea salía de allí, decidí que mi higiene facial podía esperar y cerré el grifo.

Froté mis brazos por el frío y miré a mi alrededor, había sólo una puerta de salida, sin más remedio alguno fui por allí y desemboqué en un pasillo con más de ocho puertas y la puerta principal, como primer acto reflejo me dirigí a la puerta principal y la forcejeé, estaba cerrada pero seguí tirando de ella.

Escuché una risotada y unos gruñidos desde una de las habitaciones del fondo.

Moría del miedo, y probé todas las puertas, de la primera parte del pasillo y ninguna surtía efecto alguno.

Crucé un pequeño arco de material construido y llegué a la única habitación con sus puertas abiertas, una mujer esbelta de tez pálida, ojos negros como la noche y una cabellera rojiza salió de el cuarto y sonrió macabramente cuando me vio, mostrando sus perlados y filosos dientes, estaba a punto de tener un ataque de pánico.


-¿Piensas quedarte allí? –Preguntó –Entra ya –Ordenó.


Asentí con la cabeza y despavorida del miedo caminé adentro mientras pellizcaba mi brazo para tratar de despertar de ésa pesadilla, pero fue inútil.

La espeluznante mujer volvió a reír.


-No estás soñando, perra.


Dijo leyendo mis pensamientos y me adentré totalmente a la sala, me encontré con Louis y mi corazón dio un vuelco.

Estaba sobre una silla atado totalmente inmóvil, llevaba sólo sus bóxers y sus vaqueros, tenía la cabeza gacha mirando hacia el suelo y el sudor le empapaba la frente y su pecho, el cual tenía finos hilos de sangre y rasguños.

El estruendo de la puerta detrás de mi me sobresaltó y volví la vista a la sombría mujer.


-Bienvenida al infierno de Erszébet –Dijo extendiendo sus brazos en gesto de bienvenida y por primera vez deparé que sostenía un arma en sus manos.


Miré a Louis, quien me miraba con dolor.


-Quiero que captes el mensaje desde el principio, perra –Me habló Erszébet y la miré –Aquí no has venido a sentir lastima por mi hermano ¿Vale? Has venido a recibir ordenes, y sí se te place discutir alguna, eres historia –Amenazó empuñando su arma.


Asentí y Louis rió, Erszébet y yo lo observamos.


-Tú la matas, estúpida, y Edward usa las balas restantes de ese cañonazo para esparcirlas por tu cráneo.


Erszébet enfurecida lo ignoró y se acercó a mi.


-¡Vístete! –Me ordenó señalando ropa y me dirigí a ella –¡Rápido!


Erszébet miro un reloj de pared nerviosa y clavo sus ojos en mi.


-¡Apúrate! ¡Edward ya llega y pensará que te he hecho participar de algún juego sexual con el infradotado de Louis!


«Edward ya llega» Fueron las palabras que no salieron de mi cabeza hasta que el ruido de una de las puertas exteriores a la sala en dónde estaba se oyó junto con pasos.

ObservadaWhere stories live. Discover now