Demoledor de corazones.

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Laia POV:

Ross ya debía de haber salido del instituto hace unas cuatro horas. Suspiré. Estaba siendo impaciente, me dije, seguro que tenía miles de cosas que hacer y que vendría más tarde. Quizá se había tenido que quedar con sus hermanos o quizá tenía una tonelada de deberes. Tengo que admitir que estuve tentada en llamarlo. Pero no lo hice. La verdad era que me aburría muchísimo y había estado esperando toda la mañana y gran parte de la tarde a que Ross viniese. Las enfermeras pasaban de vez en cuando con una sonrisa amable,a veces para preguntarme que tal todo y otras me traían la comida, que detestaba. Tampoco es que estuviese acostumbrada a la comida casera de mi madre ya que ella casi nunca estaban en casa para cocinar y cuando estaba solíamos pedir comida rápida porque siempre estaba cansada. Había hablado con ella por la mañana, estaba preocupada, había conseguido hablar con su jefe y como estaba haciendo un buen trabajo le iban a permitir volver unos días antes. Eso me había consolado bastante, la echaba de menos y me sentía un poco sola. La pierna iba bien, me habían dicho, tendría que llevar los puntos una semana entera y luego volver a quitármelos si todo iba bien. Me habían chutado ibuprofeno (un medicamento) y ya no me dolía casi nada. Sólo tenía conmigo lo que tenía en el bolso cuando había pasado el accidente. Por suerte mi diario estaba intacto, tenía algo de dinero y aún tenía el regalo de Tara. Ross no se lo había llevado todavía. No tenía nada de ropa y tenía que vestir la bata del hospital que se abrochaba por detrás. Mis vaqueros habían sido destruidos en la ambulancia para poder acceder a la herida y cortar la hemorragia. Por suerte una de las enfermeras me había preparado una muda de ropa limpia para cuando me fuese al día siguiente, si es que se decidían a darme el alta. Esa noticia me había puesto muy feliz, por fin podría irme a casa y descansar del hospital. También tenía que decirle eso a Ross cuando viniese. Maldije. No paraba de pensar en Ross y en si iba a venir. Miré mi móvil de nuevo por si tenía algún mensaje pero no era así. Lo volví a dejar en la mesilla. No sabía que hacer cuando escuche una tos en la puerta. Me giré entusiasmada pensando que sería Ross, pero no. Era una niña. Más concretamente la niña de la noche anterior que lloraba sola en su habitación. Me incorporé en la cama y sonreí dulcemente. Ella me devolvió la sonrisa tímidamente. Llevaba la bata del hospital e iba descalza.

-Puedes venir si quieres- le dije.

Ella se acercó despacio hasta llegar al borde de mi cama.

-¿Qué te pasa?- me preguntó. Su voz sonaba muy inocente.

-Solo tuve un accidente de coche- le dije como si no fuese la gran cosa- Pero tranquila, estoy entera.

Ella abrió mucho los ojos cuando se lo dije y luego me volvió a mirar.

-¿A ti que te pasa?-

-También tuve un accidente de coche- me susurró- iba con mis padres. Ahora me dicen que ellos se están poniendo bien y no me dejan verlos. Yo ya estoy mejor, pero quiero verlos ya-

-Eso es porque tu eres muy fuerte y te curaste rápido- le dije para animarla. Ella sonrió- ya verás como en nada se ponen bien también.

Pareció estar más tranquila el resto de la tarde.Por que si, se quedó conmigo toda la tarde. Estuvimos viendo los dibujos en la tele un buen rato y luego dejé que me peinase como quisiese. También la peiné yo a ella haciéndole un trenza, tenía el pelo realmente largo. Estuvimos riéndonos y haciendo bromas lo que quedaba de tarde hasta que una enfermera nos pilló.

-Vaya par de traviesas- nos dijo- colándose en las habitaciones de otra gente- luego cogió a la niña de la mano y se la llevó a la puerta, pero en el ultimo segundo se escapó de su agarre y vino corriendo hasta mi cama.

-Laia- me dijo- Cuando vine antes a tu habitación ¿Quien creías que era? ¿Pensaba que era el chico que vino contigo anoche?-

Se me saltó el corazón cuando escuché eso, no supe que contestar porque ella había acertado de lleno. Había pensado que era Ross. Ella no le dió mas importancia y me dió un abrazo antes de irse con la enfermera, que volvió unos minutos más tarde con una sonrisa apenada.

-¿Cómo se llama la niña?- le pregunté- al final no me dió tiempo a preguntarle su nombre-.

-Dayan- me contestó colocando los restos de la cena en una bandeja para irse- Es una pena- me comentó- es tan joven-

Yo la miré extrañada algo confusa.

-Disculpe ¿Que ha pasado?-

La enfermera me miró con sorpresa y bajó la voz.

-Sus padres murieron esta mañana, tras un grave accidente de tráfico. Ella ha sido la única superviviente. Tan pequeña y esta completamente sola. Estamos esperando los trámites del orfanato para que el psicólogo se lo explique todo. Es tan triste.-

El mundo se detuvo unos segundos y se ralentizó igual que cuando había pasado el accidente. La enfermera salió a cámara lenta mientras en mi mente volvía a escuchar sus palabras "Completamente sola". Se me saltaron las lágrimas a los pocos segundos. No hice nada para limpiármelas. No tenía nada. Estaba en una cama de un hospital pensando que sus padres vendrían a por ella en poco tiempo. Esperando a personas que no iban a ir nunca. Entonces, de repente me acordé de lo que me había preguntado antes de irse sobre Ross. Y caí en la cuenta. Yo también estaba esperando por alguien que no vendría. Revisé mi móvil llorando aún. Aquello estaba siendo demasiado. Busqué el contacto de Ross y la tecla de llamar. Luego apagué el móvil. Él no había vendió y los padres de Dayan tampoco iban a ir. Me dí media vuelta y me acurruqué sobre mi hecha un ovillo. "Completamente sola" me repetí una y otra vez. Me dolía el corazón por aquella niña que estaba a punto de descubrir que la vida es muy dura y que a veces el mayor miedo de las personas es, simplemente eso, la soledad.

El ladrón de mi diario.Where stories live. Discover now